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Atrapados en la Asamblea Nacional; por Indira Rojas

Por Indira Rojas | 30 de junio, 2017
Agentes de la Guardia Nacional Bolivariana se enfrentan a diputados de la Asamblea Nacional en el patio del Palacio Legislativo. Fotografía de EFE

Agentes de la Guardia Nacional Bolivariana se enfrentan a diputados de la Asamblea Nacional en el patio del Palacio Legislativo. Fotografía de EFE

La diputada Dennis Fernández, segunda vicepresidenta de la Asamblea Nacional (AN) venezolana, sintió la mano de un uniformado que la tomó del brazo y la empujó contra otros dos militares en medio de una trifulca entre oficiales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) y parlamentarios opositores. Fernández perdió el equilibrio y cayó al piso. “Estando en el suelo me dieron patadas para sacarme del recinto”.

Una veintena de agentes de la GNB impedía el acceso a las oficinas de la comandancia dentro del Palacio Federal Legislativo y empujaba a los parlamentarios con los escudos antimotines. El diputado Marco Bozo se resistía y golpeaba las defensas de policarbonato. La presidenta de la Comisión de Política Interior, Delsa Solórzano, fue golpeada en la espalda mientras intentaba abrirse paso entre la turba. En la primera línea de la confrontación también estaban los diputados opositores María Gabriela Hernández, Luis Florido, Luis Silva y Wiston Flores. Una voz femenina pedía a gritos que la dejaran salir del tumulto. Otra soltó un colérico: “¡Hijos de puta!”. Ese martes 27 de junio de 2017, Día del Periodista, no hubo homenajes para los reporteros venezolanos. Apenas se logró discutir el primer punto de la agenda entre las 3:30 y las 5:00 de la tarde. Ni siquiera dio tiempo de suspender formalmente la sesión.

Los legisladores exigían ver el contenido de las 12 cajas que la GNB ingresó a la comandancia sin autorización de la directiva de la Asamblea Nacional. La periodista Alicia De La Rosa, jefa de prensa del Parlamento, cuenta que a las 4:30 de la tarde una colega alertó a los diputados sobre el traslado de la misteriosa carga y un grupo abandonó la sesión para indagar sobre el contenido.

El parlamentario de Primero Justicia, Jony Rahal, atendía una llamada personal en las afueras del Hemiciclo cuando vio salir a “unos 15 o 18 diputados que se dirigían a la comandancia”. Le pidieron que se uniera a ellos.

“Entramos a la sala de recibo de la oficina y pedimos hablar con el coronel de la Guardia Nacional, Vladimir Lugo. Los militares que estaban allí nos reprocharon que no podíamos pasar y explicamos que como diputados podíamos entrar a cualquier espacio del Poder Legislativo. Envió a uno de sus subalternos. Nos dijo que las cajas eran un material que habían resguardado allí toda la vida y nos exigió desalojar el lugar. Pero insistimos. Sin mediar palabra, el militar empujó a la diputada Delsa Solórzano. Al diputado Wiston Flores le rompieron la nariz y se generó una trifulca muy fuerte. A mí me empujaron y yo me defendí. Todos respondimos en legítima defensa, exigiendo respeto a la autoridad civil. Lo grave de este asunto es que todavía no sabemos cuál es contenido de las cajas”.

El presidente de la AN, Julio Borges, intentó mediar con el coronel Lugo, quien lidera la división militar que custodia el Palacio, pero fue expulsado de la comandancia entre gritos y empujones.

Civiles rodearon el Parlamento

Dennis Fernández logró salir del Palacio Legislativo luego de la trifulca, acompañada por sus asistentes y escoltas. No corrieron con la misma suerte otros 18 parlamentarios, entre ellos Julio Borges y el vicepresidente de la Asamblea Nacional, Freddy Guevara, quienes permanecieron en el lugar durante casi 5 horas, rodeados por simpatizantes del oficialismo. Lanzaron piedras y palos. “¡Son valientes en Chacao y en el centro están cagados!”, vociferaban. “¡Las calles son del pueblo, no de la burguesía!”.

Periodistas, invitados especiales de la sesión del día, empleados administrativos y de vigilancia también quedaron atrapados en el Parlamento. En la entrada este del Capitolio, Manuel Trujillo, reportero del canal web Vivo Play, se topó con cinco oficialistas que insultaban a viva voz a los parlamentarios. Uno de ellos, que ondeaba una bandera con el león rojo de la Alcaldía de Caracas, afirmó que “un grupo de pseudo-dirigentes de la derecha” conspiraban abiertamente en la Asamblea Nacional y auspiciaban una rebelión militar. “Vamos a permanecer aquí de manera contundente”.

Civiles encapuchados en las afueras de la sede del Poder Legislativo, en el centro de Caracas. Fotografía de EFE

Civiles encapuchados en las afueras de la sede del Poder Legislativo, en el centro de Caracas. Fotografía de EFE

Avanzó la tarde y creció la cantidad de seguidores del Gobierno en las afueras del Palacio Legislativo. La mayoría vestía camisas y gorras rojas, pero otros llevaban chaquetas negras y los rostros cubiertos con capuchas, cuenta Trujillo. Una reja de metal y un grupo de GNB con equipo antimotín los separaban de los diputados. Los uniformados también recibieron insultos. Aunque las piedras volaban por los aires, no actuaron para dispersar a los agresores. La Policía del Municipio Libertador acordonó los accesos, pero eso no impidió que los ataques continuaran. Cerca de las 6:30 pm los oficialistas comenzaron a detonar explosivos pirotécnicos e intentaron derribar las rejas que rodean el patio del Hemiciclo. No lograron tumbarlas, pero prometieron que la noche sería larga.

“Decían que no iban a permitir que los diputados salieran y que iban a lograr que durmieran en el Palacio Federal Legislativo”, relata Trujillo. Cuando comenzó a oscurecer, los parlamentarios evaluaron la posibilidad de pasar la noche en el recinto, pero entendieron que quedarse allí era aún más peligroso que intentar escapar.

A las 7:00 pm, el reportero de Vivo Play recibió una llamada del chofer que le entregaría las llaves de su camioneta el periodista explicó que no las llevaba consigo por temor a un robo. El conductor se estacionó unos minutos cerca de las torres del Centro Simón Bolívar, a 800 metros del Palacio, pero tuvo que abandonar el lugar sin poder cumplir con su encargo para preservar su vida. Lo apuntaron con un arma y le dijeron que se fuera o le quemarían el carro.

En el Palacio Legislativo apagaron las luces en las áreas de Presidencia y Vicepresidencia en un intento por despistar a los atacantes. Cuando los gritos y las explosiones en las afueras del Parlamento se adormecieron, las 60 personas que se encontraban atrapadas creyeron tener una oportunidad para huir pero los grupos regresaron. Todos se resguardaron tras las paredes del Capitolio. A las 7:10 pm, a 3 kilómetros de distancia, un helicóptero del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc) sobrevolaba la sede del Tribunal Supremo de Justicia.

Las pantallas de los celulares brillaban mientras veían en sus redes sociales las fotografías de la aeronave azul con una pancarta gigante que decía: “350 LIBERTAD”, en referencia al artículo de la Constitución que llama a desconocer el régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos. El piloto del helicóptero fue identificado como Oscar Pérez, un inspector adscrito a la división de transporte aéreo de la policía científica.

Intentos de salida

Con la presencia de los grupos violentos en el lugar, los diputados y periodistas que pretendían salir por el acceso sur desecharon tal posibilidad. La fotorreportera del Diario 2001, Mairet Chourio, recuerda que al abrir la puerta nuevamente, “una estampida corrió para meterse en la Asamblea y cuatro hombres lograron cerrarla a tiempo”.

Los agresores intentaron violentar el acceso. Patadas, gritos y forcejeos. Los periodistas y diputados que cuatro horas antes se enfrentaron a los uniformados, pidieron ayuda a la GNB para controlar la situación. “Uno de ellos nos dijo que dejáramos el show de seguir tomando fotos porque entonces retiraría a los guardias”. Cuando se fueron del lugar, los miembros de la GNB se sentaron en las escaleras del Palacio Legislativo, bajo una gigantografía de Simón Bolívar, mientras los oficialistas permanecían en las puertas este y oeste de la sede. Se escuchaban amenazas y el estruendo de los cohetones.

A las 9:00 pm, con los alrededores del Palacio a media luz, Chourio volvió a solicitar la custodia de los uniformados para ir hasta el vehículo del periódico. Los guardias se negaron. Uno le dijo: ¡No te puedo garantizar la custodia para allá! Tú sabes que afuera están los colectivos”.

“Sentí una gran impotencia. ¿Cómo un guardia me va decir eso? Una hora más tarde, a las 10:00 de la noche, llegó otro grupo de simpatizantes del Gobierno del lado oeste que gritaban que a quien saliera le iban a quitar las greñas. Y lanzaron otro cohetón”, lamentó la fotógrafa. “Al menos la GNB llegó y dijo que debíamos desalojar de inmediato e hizo un cordón para bajar hacia la avenida Universidad”.

Jony Rahal, quien quedó atrapado en el Capitolio luego de la trifulca, fue uno de los diputados que se trasladó con los reporteros hasta la sede administrativa de la Asamblea Nacional, en la esquina de Pajaritos, a una cuadra del Hemiciclo. Pero al quedar expuestos en la vía, el amedrentamiento recrudeció. La huida fue apresurada, las piedras caían muy cerca, las botellas se estrellaban cerca de sus pies y a los oficialistas les importó poco la presencia de la GNB, esta vez en la misión de proteger a los diputados.

Diputados, trabajadores de la Asamblea Nacional y reporteros esperan el momento para salir en el patio del Palacio Legislativo. Fotografía de Manuel Trujillo

Diputados, trabajadores de la Asamblea Nacional y reporteros en el patio del Palacio Legislativo. Fotografía de Manuel Trujillo

Rahal sintió que un cohetón rozó su hombro y casi lo quema. Todos quedaron aturdidos por el estadillo. Manuel Trujillo perdió momentáneamente la audición. Una chispa quemó a Alicia de la Rosa cerca de la cintura y Gabriela González, una periodista de El Nuevo País que corría a su lado, también quedó desorientada por el estruendo. Dos días después, el reportero de Vivo Play aún tiene dificultad para escuchar por el oído derecho. De la Rosa se recuperó de la quemadura pero todavía experimenta zumbidos dolorosos y repentinos en los oídos.

Trujillo llegó a su camioneta, estacionada a pocos metros de las torres del Centro Simón Bolívar, acompañado por dos colegas y tres desconocidos. “Yo sólo pregunté ‘¿se quedan o se van?’. Eso fue todo”. Cerca del vehículo contempló el desastre: las ventanas rotas y los dos cauchos del lado izquierdo desinflados. “No me importó. Mi prioridad era salir de allí”. Todavía atontado por la explosión, abordó el vehículo, encendió el motor y arrancó. Iba con cautela. Así recorrió dos kilómetros y llegó hasta el hotel Alba Caracas en Bellas Artes. “Ya la camioneta no daba para más. Allí me estacioné para esperar una grúa”.

Los parlamentarios que tenían vehículos trasladaron a los periodistas y empleados a lugares seguros. El diputado Luis Stefanelli llevó a diez personas y Jony Rahal dejó a otras tres en Plaza Venezuela. Los últimos en salir por la esquina de Pajaritos se marcharon cerca de la medianoche. El equipo de Venevisión auxilió a la fotógrafa Mairet Chourio, y aunque la camioneta del canal tenía dos cauchos sin aire lograron rodar por diez minutos, hasta la avenida Lecuna. Los vecinos del sector veían por las ventanas el auto malogrado que se aproximaba por la calle solitaria. Cuando las llantas desinfladas dieron su último respiro, los residentes de uno de los edificios abrieron sus puertas para resguardar a los periodistas. La estancia en la planta baja de la torre fue breve. Un grupo decidió aceptar la ayuda de una patrulla policial. Chourio los vio partir y esperó, casi hasta las 11 de la noche, al conductor que la llevaría a casa.

Indira Rojas 

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