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¿Y después de Fito Páez qué?, por José Luis Ávila

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Desde el pasado miércoles circulan en las redes sociales fotografías de intervenciones a la propaganda electoral del alcalde del Municipio Libertador, Jorge Rodríguez, en las estaciones del Metro de Caracas. El aviso, que viola la normativa electoral por tratarse de una empresa del Estado, apareció intervenido por algún espontáneo que pegó dos signos de interrogación y convirtió en pregunta el eslogan de su campaña: Te quiero Caracas.

Esa afectiva frase también se encontraba en los pendones ubicados en los postes de iluminación de la Plaza Diego Ibarra del Centro Simón Bolívar la noche del martes, cuando el cantante argentino Fito Páez se presentó en un concierto gratuito para todos los caraqueños.

Movidos por las ganas de escuchar en vivo a este maestro del rock en español, acudimos al evento esperando que la Alcaldía dispusiera todo lo necesario para una feliz experiencia. Las seis de la tarde fue la hora de la convocatoria y cualquiera podría sorprenderse de la quietud y poca afluencia de gente, pero a medida que fue cayendo la noche la plaza se llenó de más y más fanáticos provenientes de todas partes de la ciudad.

hqdefaultCon dos horas de retraso, el grupo de reggae Nou Vin Lakay salió a escena interpretando el tema de campaña de Rodríguez. Sin embargo, el alcalde no apareció en tarima y tampoco hubo otros llamados a votar durante la velada. El gran momento llegó a las nueve de la noche con los primeros acordes de “El amor después del amor”. Fito Páez apareció en el escenario con su característico saludo de manos. Se sentó en el piano y dijo en medio de la algarabía: “Ahora sí estamos en Caracas, ¿no?”.

Dos horas de la mejor música de Páez: “11 y 6”, “Te vi”, “Circo Beat”, “Llueve sobre mojado”, “Cable a tierra”, “Ciudad de pobres corazones”, “Dar es dar”, “Naturaleza sangre”, “Polaroid de locura ordinaria”, “Tumbas de la gloria”, “Al lado del camino” y “Mariposa Technicolor” fueron los temas más celebrados por la concurrencia.

Casi a las once de la noche, Fito se despidió y fue entonces cuando se rompió la zona de confort. El centro reveló su cara más oscura y amenazante. La mayoría se dirigió hasta el metro para regresar a sus hogares, pero no extendió su hora de cierre. Tampoco hubo un dispositivo de seguridad que protegiera a los cientos de caraqueños que merodeaban las avenidas Universidad y Baralt. También brillaron por su ausencia los metrobuses que ofrecen un servicio especial en ocasiones como éstas.

Fue una situación perturbadora y de completo desamparo.

“Después de Fito, ¿cómo llego a Catia?”, reclamaba uno de los asistentes. “Si no prolongaron el servicio del metro, ¿por qué el evento comenzó con retraso?”, cuestionaba otra chica que intentaba desplazarse hasta El Paraíso. Yo no pude dejar de relacionar los signos de interrogación puestos sobre la frase de campaña de Rodríguez con la experiencia vivida a la salida del recital organizado por Fundarte. “¿Te quiero Caracas?”