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Venezuela y el abrazo de la muerte; por Sinar Alvarado

Por Sinar Alvarado | 3 de diciembre, 2014

Venezuela y el abrazo de la muerte; por Sinar Alvarado 640

Aquella era la técnica más arriesgada de Kamui, pero también la más efectiva. En sus largos enfrentamientos, que muchos seguimos por la tevé durante los años ochentas, el ninja desertor evitaba el filo del sable y las dagas en el combate cuerpo a cuerpo. También, de lejos, evadíaflechas yestrellas voladoraslanzadas por sus perseguidores. Así los cansaba antes de llevarlos al matadero.

Kamui saltaba entre los árboles del bosque, en pleno Medioevo japonés, hasta que por fin componía el escenario para el remate: entonces abrazaba en el aire a su enemigo. Y así, ambos cabeza abajo, caíancomo uno solo rumbo al suelo. A simple vista aquella maniobra parecía un suicidio. Pero no: en el último segundo antes del golpe, Kamui daba un brinco oportuno y dejaba a su contendor en manos de la gravedad: ella completaba el trabajo. Después loveíamos de pie, ileso, junto al cuerpo de su enemigo clavado en la tierra.

Siempre me maravilló semejante estrategia: ser capaz de acompañar al adversario hasta el límite, apostar la vida, coquetear con la muerte y escurrirse al final por una rendija difícil.

Desde hace varios días vengo recordando a Kamui. Veo el escenario venezolano, cada vez más cercano al desastre, y pienso que repite con fidelidad la escena de los adversariosabrazados.Una yunta indeseable en caída libre. De un lado está el gobierno, el chavismo en pleno, con su pesado fardo a cuestas: violencia desbocada,corrupción, escasez, inflación,un liderazgo precario y el barril depreciado. La economía, el maldito mercado, le inflige ahora una estocada que ninguna oposición había logrado concretar. A la revoluciónsele agota el combustible, y muchos celebran. Pero la suerte de un gobierno no puede separarse del destino de sus gobernados.

El proceso se precipita en picada, yen su viaje no va solo. Abrazado a él está el resto del país: empresas, gremios, universidades, medios, millones de ciudadanos rumbo al foso. Para salvarse, todos necesitan neutralizar aladversario: desarmarlo, volverlo inocuo.Pero eso solo ocurrirá después de la caída.

He ahí la ironía: Venezuela, como Kamui, debe seguir abrazada a su perseguidor. Debe llevarlo al límite, pero necesita soltarse antes de alcanzar el suelo.

¿Tiene la sociedad esa destreza?

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Sinar Alvarado 

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