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3 poemas de César Segovia en ‘Próximo tren’ // PoesíaEnProdavinci

proximo tren

Los Jardines

A esta hora toca ser el vidente cegado por la mínima luz que arde en las ventanas abiertas. Toca ser el tren que parte desde el ánima lúdica hecha voz frente al espejo, y mirarse, ya sin los ojos estrábicos de tanto ir y volver en el espíritu reversible de las palabras.

A esta hora toca vestirse con el día y enderezar el camino a la estación. Toca juntarse en los versos liados cada noche y devenir párrafo, oficios en bloque, tránsitos dispuestos a ser día y noche y vuelta del revés [des]avenido en una sola vía, en una sola dirección.

A esta hora toca desandar las vísperas que se nos mueren en las manos y volvernos a esa palabra que nos mira, que nos vuelve y nos mira y se va. Toca alentar el devenir riel, durmiente multiplicado en el vértigo de lo que queda por decir, de lo que queda por saber.

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De Brouckère – Hermannplatz – Goya

En mis manos vive la canción de viaje, arrellanada en un vagón desierto. En tus hombros descansa el dolor del falsete. En el aire se pierde el compás de los tiempos arrítmicos, átonos.

En la música está el hálito que se oculta. En la [des]bandada de notas que se adhieren a los ojos está la sombra del camino. En la piel de una guitarra duerme la posibilidad que despierta en el silencio.

Hoy el silencio es la banda sonora. Hoy, apenas, cantamos.

Y me convierto en nota desprendida de un acorde mínimo. Y respiro la memoria de una banda sonora que fue calle, viernes, vuelo y cicatriz.

Restos de bandas sonámbulas que retumban en bares sin geografías. Catálogos de cuerdas, metales, vientos y mareas que se resumen en la mancha incolora de un silbido, en la sordera del cuero reseco de la puerta, en la brisa que se lleva todo.

Hoy la sed es un recelo anegado. Hoy, apenas, bebemos.

No viene ya la brisa. Es la raíz del gatillo que dispara una canción preñada de canciones que nacerán para ser ausencias estridentes. Balas perdiendo el hilo.

Hoy la muerte es tan solo un preámbulo. Hoy, apenas, morimos.

Hoy es una prolongación. Hoy, apenas.

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[ARCÉN | 3 |] 

Ella duerme en la holgura de una brecha mínima de calma. Duerme en los ojos del día que le dejan ser el ánima líquida de un sueño sin precauciones.

Ella duerme a pesar de todo.

Aquí no hay trenes, no hay prisa.

Aquí, en esta brecha, ella duerme y yo la miro y adivino el sueño detrás del sol, dentro del ámbar escondido en los párpados que insisten en cerrarse.

Aquí, en este sueño que ella duerme, yo solo soy desvelo, un desvelo que espera, ya no el tren, sino el tránsito a los ojos abiertos.

Ella duerme y yo espero que despierte en calma, en la misma calma que le brota de su sed antigua, precisa, cautelosa. Espero ser más que el sueño que duerme, más que el vapor que le roza la piel y le escuece el ansia. Espero ser el rumor que le llegue siempre, que le bese la frente y le esconda las sombras.

Ella duerme y yo espero que despierte y que su sueño haya sido el de la mano que la espera, el de un después ávido de memoria, el de la súbita víspera vuelta gerundio en sus ojos abiertos.