El Café de Pascal

Sobre los premios Oscar 2013 #CaféDePascal

Por El café de Pascal | 27 de febrero, 2013

Amour, de Michael Haneke, ganó el Oscar a mejor película en lengua extranjera. En The New Yorker, Richard Brody sostiene que Haneke se mantiene a distancia de sus protagonistas, filmados en un estilo reprimido a media distancia. La exclusión de la vida interior arrojaría “la carga de la interpretación sobre el espectador”, para así, hacerlo cómplice de actos de dudosa moral, en este caso, un asesinato. El método: construye personajes esquemáticos, en este caso, una pareja de octogenarios cuyo amor es incuestionable, son angelicales, de suerte que no haya huellas de motivos egoístas en sus acciones, e interpretados por Jean-Luis Tritignant y Emmanuelle Riva. “Lo que se muestra sobre la pantalla es el satisfecho placer de representar, en forma escalofriantemente explícita, un homicidio atrozmente afirmativo, una variedad particularmente activa de eutanasia”.

En todo caso, dado el espectro de lo que ha tenido que actuar a sus 86 años Riva en Amour, cuesta entender el premio a mejor actriz para Jennifer Lawrence (22). Salvo The Guardianque aprendió diez cosas de la entrega de este año, entre ellas que Los Angeles es un lugar frío capaz de patear en la cara a una señora de 86 años, que hizo Hiroshima Mon Amour a los 30, y que voló desde Francia a pesar de problemas de salud. Emmanuelle Riva, descubierta por segunda vez…tardíamente.

De Hiroshima, mon amour a Amour

El provincianismo de estos premios parece cada vez más pronunciado, su autosuficiencia no lleva a nada bueno. O cómo podría si no entenderse (si no como provincianismo y autosuficiencia), que Michelle Obama anunciara el premio a la mejor película para Argo por videoconferencia desde la Casa Blanca. Para David Denby, en The New Yorkerno se puede ser más oficialista. La situación produce malestar, según Denby, considerando que la cinta trata de una operación de la CIA en Irán durante la crisis de los rehenes de EEUU, así como la sugerencia en Zero Dark Thirty de que algo de tortura podría haber llevado al asesinato de Bin Laden. La farándula y el gobierno nacional deberían reconocerse mutuamente, de forma amable o agresiva, pero mantenerse separados, como animales de especies rivales. En Argo, Hollywood se satiriza a sí mismo amablemente, y es divertida, pero Lincoln y Zero Dark Thirty serían mejores películas.

El giro final lo dio el gobierno de Irán, al sostener que Argo es una distorsión histórica, al mismo tiempo que su agencia de noticias tapó con photoshop el escote de Michelle Obama. Es perfecto. Por lo del provincianismo.

En The Atlantic, Christopher Orr declara que Zero Dark Thrity de Kathryn Bigelow, es “a juzgar por razones puramente cinemáticas, un tour de force, y la mejor película del año”. La obra, “poderosa y moralmente compleja” no deja de tener problemas. Por un lado, la presentación del proceso de realización como “periodístico”, al mismo tiempo que se sostiene es una obra de ficción. Nadie puede saber cuáles de los hechos son secretos o simples invenciones. Por otro lado, se ha afirmado que la película es, por lo menos implícitamente, pro-tortura, en cuanto que aseveraría que la misma “funciona”. Orr no comparte esta aseveración, y le parece que es todo lo contrario: imposible ver las escenas en cuestión y encontrar la menor razón para justificar “técnicas extendidas” de interrogación.

El blog de Oxford University Press aprovecha las nominaciones de Anna Karenina para relanzar en nueva edición la novela de Tolstoi. Reproduce la escena en la que Levin le propone matrimonio a Kitty, y la compara con la versión cinematográfica. Leer primero, y ver el vídeo después (no al revés) es un buen ejercicio.

El café de Pascal 

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