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Serie Mundial (juego 2): Gregor nos recordó a Vitico, por Efraín Ruiz Pantin

Manny Acta se quedó sin trabajo hace poco. Los Indios de Cleveland, después de una temporada terrible, decidieron despedirlo. Es una lástima. Quizás por la familiaridad del idioma, o porque dirigió al Caracas cuando dábamos nuestros primeros pasos en el periodismo en El Nacional, cruzarse con Manny en algún estadio siempre era garantía de pasar un buen rato. Se le va a extrañar.

Nos acordamos de Acta anoche viendo el segundo juego de la Serie Mundial, la victoria 2-0 de los Gigantes sobre los Tigres. La última vez que vino con los Indios a Texas estuvimos hablando –como siempre- de varias cosas. Conversamos de lo difícil que es explicar algunas aspectos a los jugadores, de las discusiones con la gerencia, de la epidemia de toques de bola que hay en Dominicana y en Venezuela. Y también de lo que duele perder juegos cerrados.

Contaba Manny que Tim Tolman, ex manager de Magallanes y Leones, además de uno de sus buenos amigos en el beisbol, siempre dice que cuando pierdes un encuentro por una o dos carreras terminas con dolor de cabeza, pensando en todos los detalles que, seguramente, se acumularon para que el resultado fuese ese.

Eso los hace muy diferentes a esos duelos que pierdes, o ganas, por paliza. Allí no hay dudas. Si a tu abridor le hicieron siete carreras no hay mucho que pensar.

Anoche hubo varios detalles. Tantos que es difícil resumirlos en tres puntos. Lo intentaremos.

1) Cualquier análisis del triunfo de San Francisco tiene que comenzar por el gran trabajo del zurdo Madison Bumgarner. No puede ser de otra manera cuando alguien lanza siete entradas completas, no permite carreras, sólo cede dos hits, da dos boletos y poncha a ocho.

El que lo vio lanzar anoche, sin embargo, no podría creer que hasta la tarde del martes el manager de los Gigantes, Bruce Bochy, no se había decidido a darle la pelota al espigado joven. No era un capricho del piloto, no vayan a creer ustedes.

Entre el 25 de agosto y el último día de la temporada regular, Bumgarner dejó 5.89 de efectividad. En sus dos aperturas previas en esta postemporada, una ante Cincinnati y otra contra San Luis, ese promedio fue de 11.25 en ocho innings. San Francisco perdió esos dos juegos. Se vio tan mal, que Barry Zito tomó su lugar en el quinto juego contra los Cardenales. Así es que no estaba cantado entonces darle la bola anoche.

“Se tomó un descanso que queríamos darle”, explicó Bochy las razones para saltarlo en la rotación hace una semana y escogerlo para lanzar ayer. “Eso le permitió lanzar un par de sesiones de bullpen, trabajar en algunas cosas de su mecánica de pitcheo. Sé que ha estado en eso con Dave Righetti”.

El zurdo no ha querido decir exactamente cuál fue el ajuste. Sea cual fuese, anoche volvió a parecer el gran pitcher que es e hizo ver a su manager como un genio. Punto para Bochy. En la confianza que le tuvo a su pitcher y a lo que le dijo Righetti para que le diese otro chance al muchacho comenzó a gestarse este triunfo.

2) Este es un juego de milímetros, gusta decirse siempre sobre el beisbol. Gregor Blanco podrá hablarle con más autoridad del tema. Nos referimos, ya imaginarán, a su toque de bola en el séptimo inning con hombres en primera y segunda, cero outs, y el encuentro 0-0.

En esa situación, el venezolano salió a enfrentar a Drew Smyly, el zurdo y primer relevista de Detroit anoche. Su misión, tocar la pelota. Lo hizo a la perfección contra el quinto pitcheo que vio. Fue tan perfecto el toque, de hecho, que rayó en lo increíble.

La bola golpeó su bate, pegó muy cerca del home y en el rebote alto huyó camino hacia tercera base, cerca de la raya y lo suficientemente lejos del receptor Gerard Laird y del antesalista Miguel Cabrera. Fue Laird desde el principio quien tuvo la mejor oportunidad de tomarla y disparar a primera. Prefirió no hacerlo. Cuando estaba agachándose, el careta vio que la bola picó en esa frontera que divide a la tierra de la grama, a centímetros de la línea de foul.

Sin saber la cuenta exacta, el 99,999999999% de esos toques que caminan sobre ese desnivel grama/tierra termina saliendo de foul. A eso, creemos, apostó el receptor. Como nos dijo un buen amigo en twitter, seguramente también tomó en cuenta que con la velocidad de Gregor la jugada iba a ser difícil y la mejor opción era esperar a ver si se iba. No lo hizo. Allí cambió el juego.

Aunque Smyly consiguió que Brandon Crawford batease para dobleplay y luego ponchó a al emergente Ryan Theriot, San Francisco pudo hacer una. Eso fue suficiente.

Si estaba viendo el juego, ese excelso pelotero que fue Víctor Davalillo seguro andaba de lo más orgulloso con Blanco y su genial toque.

3) Veamos las cosas ahora del lado de los Tigres en ese mismo séptimo episodio. Una vez que se llenaron las bases sin outs, a Jim Leyland se le presentó un dilema: ¿cerrar el cuadro para buscar el out en la goma y evitar que San Francisco tomase ventaja o dejar al short y la segunda atrás jugando para dobleplay y evitar un racimo?

Ambas decisiones tenían argumentos a favor. El primer caso –jugar cuadro adentro- se sostenía en que, si los Gigantes te hacían una, sólo tenías dos innings para igualarla la pizarra sin garantías de que Miguel Cabrera y Prince Fielder, tus hombres grandes, tomasen otro turno (no lo hicieron). A eso debía sumarse que enfrente tendrías al gran bullpen de los californianos.

Ya sabemos que Leyland  -y esto no es una crítica- se decidió por lo segundo, buscar la doblematanza.

“Jugamos así porque sentimos que no podíamos permitir que hicieran dos carreras. Esa es la razón y conseguimos el dobleplay”, explicó Leyland después del encuentro. “Para ser honestos con ustedes, estábamos felices por poder haber salido de ese inning recibiendo una sola rayita, completamente felices”.

¿Por qué tan feliz?

Porque, dijo el mismo Leyland, en cualquier caso hubiesen tenido que hacer una carrera luego si querían ganar el juego, por aquello de que es imposible vencer sin pisar la goma.

“Alguna gente puede debatir esto, yo no”, dijo. “Siento que nuestra mejor opción era salir con una sola carrera y evitar un rally, porque si no anotábamos luego no iba a hacer ninguna diferencia de cualquiera forma. Para mí, fue una decisión obvia, al menos en mi opinión”.

4) Cuando usted conecta sólo dos imparables en un juego de pelota lo más probable es que termine perdiendo. Y cuando en los dos innings en los que conectó los hits comete dos gafes corriendo las bases, sus posibilidades de derrota se multiplican aún más.

Por qué razón en la Tierra el coach de tercera de Detroit, el bien ponderado Gene Lamount, mandó a la goma a Prince Fielder en el segundo inning es un tema que se debatirá por años en la Ciudad del Motor si los Tigres terminan perdiendo la Serie Mundial.

Es ABC del juego que el primer out no te lo pueden hacer en la tercera base, mucho menos en el home. Y más si el corredor es Fielder, a quien nadie confundirá con Usain Bolt.

Lamont, nos atrevemos a pensar, jugó a que Gregor Blanco tendría más problemas tomando el rebote del batazo de Delmon Young en el rincón del jardín izquierdo, a que su tiro no sería tan preciso, a que el de Marco Scutaro al plato tampoco sería tan bueno.

Seguramente pensó que, en algún lado, a los Gigantes les saldría algo mal y que Fielder –que no se lanzó bien, seamos honestos- terminaría anotando. Fue out, Young se quedó en segunda y Bumgarner dominó a Jhonny Peralta y a Avisaíl García. “Pienso que Jim fue demasiado agresivo en esa jugada”, reconoció Leyland. Tenía razón. Lo fue.

¿El otro gafe de Detroit? Omar Infante empezó el cuarto con el segundo hit de Detroit, pero después de dos outs fue retirado en segunda después de ser sorprendido en la inicial. Unas tomas dicen que fue quieto, otras que la sentencia fue correcta. Lo que no tiene discusión es que Infante pareció apuntar mal y en vez de buscar la intermedia con la pierna de adelante, terminó entrando con la que tenía recogida en el deslizamiento. Aunque nunca lo sabremos con seguridad, quizás con un mejor slide llega a salvo.

¿Pensarán los Tigres, como dice Tim Tolman, por mucho tiempo en todos esos detalles?

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Lea el análisis de Efraín Ruiz Pantin del primer juego de la serie pulsando aquí.