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¿Ser o no ser? El dilema británico sobre la Unión Europea; por Flaviana Sandoval

Ser o no ser el dilema britáanico sobre la Union Europea; por Flaviana Sandoval 640

Las banderas de Gran Bretaña y la Unión Europea. Fotografía de Reuters.

El próximo 23 de junio, Reino Unido realizará un referendo para decidir si permanece o no como país miembro de la Unión Europea. Después de varias semanas de una campaña política que ha enfrentado a las coaliciones que apoyan las dos opciones electorales, las encuestas marcan una distancia mínima entre la campaña Remain (en favor de permanecer en la UE) y la campaña Leave (a favor de salir de la UE). Según los observadores, no es posible hacer una proyección confiable sobre cuál de las dos alternativas podría resultar ganadora.

La encuesta más reciente de Opinium y el diario The Observer, arroja resultados de 44% a 42% a favor de permanecer en la UE, con un 13% del electorado que todavía no se ha decidido por ninguna opción. De acuerdo con una investigación de la Escuela de Economía de Londres, cerca del 30% del electorado británico decidirá su opción de voto en la semana previa al referendo.

Discordia histórica

Gran Bretaña es parte de la Unión Europea desde 1973, cuando fue admitida por los demás países entonces miembros del bloque (Francia, Bélgica, Italia, Luxemburgo, Holanda y Alemania Occidental). En 1975, el gobierno británico realizó un referendo popular para consultar a los ciudadanos ingleses sobre la pertenencia al bloque europeo: más del 67% de los electores votaron a favor.

No obstante, la isla siempre ha gozado de un cierto estatus especial como miembro de la Unión Europea, manteniéndose al margen de algunos de los compromisos y tratados que rigen al resto del bloque.

1. Reino Unido no forma parte del Acuerdo Schengen, que abolió los controles fronterizos entre países miembros de la unión. Cualquier ciudadano europeo puede cruzar libremente de un país a otro dentro de Europa, excepto en el caso de Gran Bretaña, donde sí se le exige presentar documentación personal en la frontera.

2. Reino Unido ha conservado la libra esterlina como su moneda oficial, manteniéndose al margen de la Unión Monetaria y Económica establecida en 1992 con el Tratado de Maastricht, que proclamó el Euro como moneda oficial de la Unión Europea.

3. La Carta de Derechos Fundamentales de la Unión Europea contiene clarificaciones especiales sobre su alcance frente a las leyes nacionales del Reino Unido. En otras palabras, se establecen límites a la jurisdicción y el poder de las cortes europeas para dictaminar sobre asuntos de derechos humanos que se estén procesando en tribunales en Gran Bretaña.

A pesar de este estatus especial del que goza la isla dentro de la Unión Europea, el llamado euroescepticismo ha existido en el Reino Unido desde los tiempos de Margaret Thatcher, principalmente entre una minoría del Partido Conservador. No obstante, esta minoría creció, haciendo oposición política en los años del gobierno de Tony Blair, hasta convertirse en un ala representativa del partido.

Recientemente, a la corriente del euroescepticismo se sumó el Partido Independiente de Reino Unido (UKIP, por sus siglas en inglés), cuya bandera es una ideología profundamente anti europea.

Respondiendo a las constantes demandas del ala euroescéptica de su partido de tomar una postura más rígida frente a los dictámenes de Bruselas, el Primer Ministro británico David Cameron prometió en el año 2013 que, de ser reelecto en el 2015, llevaría a cabo una renegociación de los términos de membresía del Reino Unido en la Unión Europea, y realizaría un referendo consultivo antes de diciembre de 2017.

Renegociar la amistad

Luego del triunfo del Partido Conservador en las elecciones de mayo de 2015, que ratificaron a David Cameron en el cargo para un nuevo período, el Primer Ministro procedió a cumplir con su promesa de mejorar las condiciones de pertenencia del Reino Unido a la Unión Europea.

Las negociaciones comenzaron oficialmente en noviembre de 2015, con una carta del gobierno británico al Presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, solicitando reformas en cuatro áreas fundamentales: integración económica, soberanía nacional, competitividad e inmigración.

Las exigencias del gobierno británico en estos cuatro ejes incluían aspectos como la protección contra la discriminación económica para países no miembros de la euro zona (Área Schengen), la exclusión de la responsabilidad económica relacionada con la operatividad del área Schengen, la posibilidad de bloquear legislación europea no favorable para el país, restringir los beneficios laborales y sociales a los inmigrantes europeos, mantener el control de la seguridad nacional en manos de cada Estado individual, entre otros.

El acuerdo definitivo fue aprobado en la Cumbre de líderes la Unión Europea celebrada el 18 y 19 de febrero de 2016, con varias reformas que buscan mejorar las condiciones de membresía para el Reino Unido y garantizar su permanencia dentro del bloque de naciones.

Las reformas más relevantes del acuerdo son:

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A su salida de las negociaciones, David Cameron calificó el acuerdo como “lo mejor de dos mundos”, y aseguró que las reformas eran suficientes para recomendar que el Reino Unido permaneciera como miembro de la Unión Europea. El Primer Ministro inglés explicó:

“Estaremos en las partes de Europa que funcionan para nosotros: influenciando las decisiones que nos afectan desde el mercado más grande del mundo y con la capacidad de tomar acción para mantener a la gente a salvo. Y estaremos fuera de las partes e Europa que no funcionan para nosotros: fuera del esquema de fronteras abiertas, fuera de los rescates financieros, fuera del Euro, fuera de todos los sistemas en los que Gran Bretaña no quiere tomar parte”.

Cuando mucho no es suficiente

Pero lo mejor de dos mundos no fue suficiente para convencer a algunos euroescépticos, como el actual líder del Partido Independiente de Reino Unido (UKIP), Nigel Farage, quien se refirió al acuerdo como “realmente patético”, y aseguró que no será suficiente para bloquear la legislación europea o para reducir la inmigración.

La campaña en favor de la separación de Gran Bretaña de la Unión Europea, centra su discurso en los riesgos y efectos negativos de la inmigración, así como en la necesidad de garantizar una mayor soberanía nacional y retomar el control de las decisiones a nivel interno, lejos de la influencia de otros países miembros del bloque.

En el terreno económico, quienes apoyan la salida de Reino Unido de la UE, insisten en que los 2.1 millones de nacionales europeos que actualmente trabajan en la isla les quitan los trabajos a los ciudadanos británicos y contribuyen a mantener los salarios bajos. Así lo expresó Iain Duncan, líder de la campaña Leave, quien aseguró que “los británicos con salarios bajos y quienes no tienen trabajo, se ven forzados a competir con millones de extranjeros por los puestos laborales”.

Otro argumento es la amenaza de seguridad que supuestamente implica mantener las fronteras abiertas a los ciudadanos europeos, sin poder realizar un control minucioso de las personas que ingresan al país. Para probar este punto, la campaña Leave publicó recientemente una lista de 50 ciudadanos europeos con antecedentes criminales a quienes se les permitió entrar al Reino Unido, y Nigel Farage aseguró que mientras la isla permanezca como miembro del bloque europeo, será imposible evitar el ingreso de personas como estas.

A lo largo de la campaña, los ingleses han tenido que evaluar los argumentos de estas dos posturas: una que apuesta por una integración moderada con la UE que permita conservar alianzas estratégicas y un lugar de influencia; y la otra, que defiende la independencia y la soberanía nacional por encima de cualquier interés geopolítico.

El próximo 23 de junio, en las urnas, los votantes británicos deberán responder a la pregunta: ¿Considera usted que Gran Bretaña debe permanecer dentro de la Unión Europea bajo las condiciones del acuerdo de renegociación, o debe abandonar el bloque de países?

Lo que dicen los números

En las últimas semanas, la campaña en favor de abandonar la UE ha crecido, convirtiendo en una posibilidad real lo que inicialmente parecía imposible.

La última encuesta del diario Financial Times le concede la ventaja a la campaña Leave, con un 46%, versus el 44% para Remain. Por su parte, la agencia de investigación TNS en su última medición arrojó una brecha aún mayor: 40% para la campaña en favor de permanecer, frente a un 47% para la campaña Leave.

La firma de investigación de mercado Survation, que hasta el 15 de junio le daba la ventaja a la campaña Remain, publicó el 18 de junio una nueva medición favorable a los euroescépticos: 45% contra 42%.

En otras ocasiones, las encuestas en Reino Unido no han sido la mejor herramienta de predicción de los hechos. Durante la campaña en las elecciones de mayo de 2015, la mayoría de las encuestas apuntaban a un triunfo indiscutible del Partido Laborista y una insatisfacción generalizada del electorado con las políticas del gobierno de David Cameron. Sin embargo, la realidad de las votaciones fue totalmente opuesta: el Partido Conservador ganó la mayoría parlamentaria, y Cameron fue ratificado en el cargo de Primer Ministro. Los sorpresivos resultados incluso llevaron a Ed Miliband a renunciar como líder del Partido Laborista.

Se trata sin duda de una elección histórica, cuyos resultados afectarán no sólo las perspectivas económicas y políticas de Gran Bretaña, sino también diversos aspectos a nivel europeo y global, desde el orden geopolítico hasta la lucha contra el terrorismo.

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