Blog de Willy Mckey

Sangre en Catia el #16J; por Willy McKey

Por Willy McKey | 16 de julio, 2017

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No podría contarlo con adornos ni con giros literarios. La muerte asusta mucho y acaba de pasar. Después de votar en el punto de la Universidad Central de Venezuela me fui a Catia. Mi mamá me pidió que la acompañara a ejercer su derecho, así que llegué a su casa y nos fuimos caminando desde ahí hasta la Av. Sucre. Al cruzar desde el Teatro Catia hacia la avenida, todo el paisaje estaba ocupado por una franja de los uniformes nuevos de la Policía Nacional Bolivariana, otra franja de luces azules y rojas por las cocteleras del CICPC levantando el tiempo récord y sin planimetrías lo que parecía un asesinato y, más allá, un hombre arengando desde un camión a algunas decenas de militantes con franjas rojas y mucha rabia. El número de policías superaba en tres a uno el número de militantes. “Si hubiésemos salido veinte minutos antes, nos agarra el tiroteo”, dice mi mamá. Es raro. ¿Por qué aquí y así?

En esta zona del oeste de Caracas había otros puntos soberanos, como el de Propatria o el de la Plaza El Cristo. Recuerdo la razón de mi mamá para querer votar aquí: “Yo iba a votar en la Plaza Brión, pero vi las fotos en Twitter y me dieron ganas de votar aquí en mi sitio”. Este punto había protagonizado las tomas aéreas en las redes sociales, sorprendiendo hasta al más entusiasta de los analistas opositores con esta reacción de la parroquia. Aquello puso en evidencia dos cosas. La primera viene desde las elecciones legislativas del 2015: Catia ha venido venciendo sus miedos políticos, cuando el voto popular convirtió a la joven Marialbert Barrios en su diputada, ganándole a nombres como el de Freddy Bernal o Ernesto Villegas. La segunda tiene que ver con los grupos políticos violentos: los dueños de las armas no iban a dejar que la merma de su poder quedara en evidencia, al menos no sin consecuencias. Y ahí estaban esas consecuencias, delante de nosotros.

Una señora con un marcado acento dominicano, metida en un abasto a medio cerrar, contaba por teléfono que había sido horrible. “Más de cincuenta motos echando plomo, Magaly, horrible. Esto daba susto”, decía. Nos pareció exagerado, pero apenas unos metros más adelante, durante la caminata apresurada, mi mamá estuvo a punto de pisar el pozo de sangre. Una unidad del CICPC que se iba parecía llevarlo a bordo. Ni siquiera habían podido poner las cintas del perímetro y ya se habían llevado el cuerpo. “Era una señora… una señora normal, marico”, dice un vendedor de agua a otro.

Con una oración puesta en la boca, atravesamos el puente, el destacamento de la PNB, el camión con la arenga y el extremo del Parque del Oeste que corresponde al Miguel Antonio Caro. Escuchamos decir que se habían llevado a un periodista. Anulé mi curiosidad. Nadie nos señaló. Pasamos desapercibidos. Por suerte, ella había dejado en casa su gorra tricolor y yo me había recogido el pelo, me había quitado los lentes y llevaba una franela estampada con el retrato de Luis Carlos Galán. Volvimos a tomar aire cuando entramos a la estación del Metro Gato Negro. Mi mamá decidió ir a votar a la UCV. En el camino me dice “Es muy jodido cómo intentan meternos miedo… aunque esto que vimos hace que parezca que ellos tienen más miedo que nosotros”. Al llegar a su casa, recibe una llamada de una de mis tías, la que vive en el bloque del 23 de Enero donde nos criamos:

“A quien mataron fue a Xiomara, Chela. Yo hablé con ella esta mañana. No puedo creer la vaina: le había ofrecido una mata y me dijo que no podía, porque iba para la iglesia a lo de la consulta. Y todo justo hoy, que es día de Nuestra Señora del Carmen, ¿no es arrecho?”.

Es arrecho. Mucho. Como el miedo. Como la rabia. Como la rabia que aparece cuando se pierde el miedo. Arrecho. Muy arrecho.

Willy McKey  Parte del equipo editorial de Prodavinci. Poeta, escritor, docente y editor de no-ficción y nuevo periodismo. Especialista en semiología política y conceptualización creativa. Puedes leer más textos de Willy McKey en Prodavinci aquí y seguirlo en twitter en @willymckey Haga click acá para visitar su web personal.

Comentarios (10)

leonor echenique
16 de julio, 2017

Le cuenrto que cada muerte, cada atropello, cada preso me duele en el alma es muy injusto lo que estamos viviendo momentos maquiavelicos. pero debemos levantar la cabeza respirar hondo y cada noche cuando finalice el dìa habremos pasado a la historia tristes muy tristes con fe y esperanza de que toda esta barbarie termine. Mi sentido pesame a los familiares de todos los que se han ido a la casa del Señor y mucha fe y esperanza a los que nos quedamos vivos para contarlo y escribirlo como usted. Infinitas bendiciones para esa mujer que se llama VENEZUELA.

Orlando Flores
16 de julio, 2017

McKey, siento lo tu experiencia con tu señora madre, pero ellos no aguantaron la alegría y el rechazo de la gente, por eso recurren a lo que solo saben hacer: aterrorizar, meter miedo, hacer daño, quitar vidas…

José Manuel Ferreira
16 de julio, 2017

Excelente… Mejor imposible…por mi zona Av FF.AA intento la GNB amedrentar…pero sin éxito…nos robaron el Miedo!

omar sanchez
16 de julio, 2017

el dictador no podia dejar pasar el dia de hoy, sin dejar su huella…. eso es lo arrecho.

Aurora Rosales
17 de julio, 2017

Si, muy arrecho… y lo peligroso es que esa arrechera se materialice y se salga de control. Y al agente está cansada de tanto abuso.

Elsa Calderón
17 de julio, 2017

Es muy arrecho, definitivamente estos tipos están claros que están perdidos, que siguen tratando de meternos miedo, que lamentable la muerte de esa señora inocente, que indignante, peor no doblegaran nuestra dignidad y nuestro fin!

eama59
17 de julio, 2017

Una heroína más que pasará a formar filas en el panteón de los libertadores de la Patria. Para su alma, Luz y Paz y para sus familiares el consuelo de la resignación.

AdelaM
17 de julio, 2017

Aquí ya no hay palabras con las que justificar el “si yo no trabajo, no como” No hay sentimientos que convaliden el salir mañana martes a trabajar. O mejor dicho si hay que Trabajar y muchísimo! por Venezuela. Para devolverle su carácter de Pais y a los venezolanos el de ciudadanos de un País decente. Recuperar nuestro gentilicio de nacidos en la República de Venezuela. Dios bendiga a Venezuela y a los venezolanos decentes.

Samir Kabbabe
17 de julio, 2017

Muy doloroso. Me sentí particularmente afectado. Justo ayer en el Día de Nuestra Señora del Carmen, en la Iglesia del Carmen, donde iba a misa todos los domingos con mi madre y donde fuera mi Confirmación. Cobardes asesinos obedeciendo a la arenga de su jefe: fueron balas contra los votos, balas contra una población alegre, entusiasmada por recuperar esperanza y justicia. Y le tocó a Xiomara Scott, una mujer que por su condición de enfermera, reúne las virtudes del cuidado de las gentes. Peor para estos verdugos porque Catia no olvida. Catia no olvidará a Xiomara ni a ninguna de las víctimas de los asesinos que actuaron con la venia de quienes debían dar protección.

Ruben Hurtado
17 de julio, 2017

Mskey ahora en primera persona, en medio de su intimidad familiar, con su muy querida madre, frente al resultado de la incursión de la barbarie del régimen. Se le lee distinto, casi que acompañandolos recorremos los mismos pasos para resolver sobre la marcha la decisión de participar en la consulta, la determinación de no amilanarse ante lo trágico del suceso. La valentía de la muy querida madre que debe ser, nos muestra como una versión de aquel poema recordado por Romulo alguna ves, POR ENCIMA DE LAS TUMBAS, ADELANTE.

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