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Revolution Bloggler, por Leo Felipe Campos

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Es pleno mediodía en Praga. 20 de agosto de 1968. La joven y hermosa Rebeca Monsó, artesana de oficio y corazón, estilizada y de rasgos finos, cabello bajo sus hombros, deja las maletas en el piso. El viaje no se le ha hecho tan largo, viene de París, donde trabaja como secretaria en la embajada de su natal Cuba, y acaba de llegar como visitante a la residencia del embajador cubano en Checoslovaquia. Allí se hospedará por cuatro o cinco días, pero las cosas no sucederán como ella espera.

Su anfitrión le informa que se ubique en una cómoda habitación que hay en la parte alta de la vivienda.

– No te preocupes si sientes unos ruidos de hierro en la noche –le advierte– es un tren que suele pasar muy tarde y siempre nos despierta.

Rebeca, de sueño leve, no pega un ojo. O los pega ambos y se le abren por el sonido del tren que no deja de pasar y despertarla desde el inicio de la madrugada.

A la mañana siguiente baja vestida para salir a dar un paseo y reconocer el lugar, según lo planificado.

– Oye, Nelly, ya estoy lista –le dice a la esposa del embajador– cuando ustedes quieran nos vamos.

Y Nelly le responde, con tono desesperado:

­– No podemos porque estamos ocupados.

­– Bueno, cuando se desocupen.

La palabra tiene sus trucos y también sus acepciones: la residencia está ubicada entre el aeropuerto y la casa del embajador soviético.

El tren de medianoche que no la dejó descansar era en realidad una interminable ristra de tanques provenientes del aeropuerto, dispuesta a instalarse al frente de las viviendas, y conquistar el corazón de Praga y sus calles y parques. Medio millón de hombres armados, según la historia y la consecuencia de la Doctrina Brézhnev, que señala que las fuerzas que son hostiles al socialismo e intentan cambiar su desarrollo hacia el capitalismo, se convierten no solo en un problema nacional, sino común a todos los países comunistas.

Así que la respuesta se completa:

– No, no es eso, Rebeca, es que estamos ocupados por las tropas del Pacto de Varsovia.

– Ah, carajo.

Estalla la locura.

La mayoría de los cubanos de la delegación rechaza la medida hasta que Fidel hace su anuncio, dice hoy Rebeca. El gobierno de Cuba manifiesta su apoyo a la ocupación ordenada por los soviéticos y, como una salida preventiva dictada por el embajador para proteger a las mujeres y a los niños, todos deben unirse bajo el mismo techo, recuerda. Los empleados de la residencia son checos. Ahora hay más de cien personas conviviendo en el mismo espacio. Los bohemios, ocupados, y los antillanos, que por rebote deben apoyar la medida.

Deber es un verbo duro.

Algunos manifestantes lanzan huevos a la sede diplomática y le pinchan los cauchos a los carros del cuerpo. La atmósfera es tensa, pesada, crítica. Todos se miran más de lo acostumbrado. Pasan unos días y el cocinero, que es de los checos, decide irse. ¿Quién va a cocinar para este gentío, unas ciento treinta bocas con sus estómagos?

Silencio.

Se repite la pregunta: ¿Quién va a cocinar para este gentío? Por allá aparece alguien que se asoma, levanta la mano y dice presente: Rebeca.

En mitad de la cocina, Rebeca Monsó piensa en París, esa ciudad que ha recorrido con tanto placer y le cambió la forma de mirar la realidad del mundo fuera de Cuba. Recuerda no como una película, sino como un escalofrío, lo que acaba de vivir hace apenas tres meses, en mayo. ¿Recuerdan el año? 1968. Exacto, unan las fechas.

Las revueltas estudiantiles y las represiones policiales le produjeron a Rebeca algo parecido al pánico. Ella estaba sola con su hijo, bloqueó todas las puertas con muebles mientras veía los adoquines del Boulevard Saint-Michel levantados y el enfrentamiento entre jóvenes y uniformados.

– Cuando explotaron los disturbios de Mayo del 68 yo estaba allí sola, porque mi esposo había salido de viaje con el embajador– recuerda. Y dice que al calmarse un poco la situación en la entonces Checoslovaquia, despertó, o sintió que lo hacía, porque fue como abrir los ojos.

Apenas reabrieron los aeropuertos, Rebeca abandonó la estufa para multitudes en la residencia del embajador cubano en Praga y volvió a Francia. Se tornó cada vez más crítica con respecto al gobierno de su país y, también, cada vez más artesana, o como ella prefiere decir, más artista. Hoy, más de 40 años después vive en La Habana, en un pequeño apartamento en Nuevo Vedado, y es bloguera. O blogger.

Punto y aparte.

Ya volveremos a Rebeca.

***

Camino al cine Charles Chaplin, ubicado sobre la Avenida 23 de La Habana, otro agosto, ahora de 2007, Claudia no sabe, de momento, que va a quedar flechada por las canciones de una banda de punk-rock.

En la acera se encuentran, rodeados por un grupo de conocidos, los integrantes de Porno para Ricardo, un cuarteto fundado en 1998 que en su primera etapa llega a sonar en la radio esporádicamente y se presenta una vez en el programa Cuerda Viva de la televisión cubana; claro está, tapando con pitos cada grosería contenida en sus letras: teta, cojones, maricón, pinga, hijo de puta.

Esta banda, cuyo logo es un martillo en forma de falo con todo y testículos atravesando una hoz que simula una vagina, logra producir un EP y tres discos, uno de ellos doble. Ofrece conciertos sobre las tarimas habaneras del Teatro América, del Café del Teatro Nacional, del Balneario de la Federación Estudiantil Universitaria, del palacio del culto rockero en la capital durante los primeros años del siglo que comienza: Patio de María; y también de otras ciudades, como en Holguín, y en Pinar del Río, donde arranca lo que sus mismos integrantes llaman la segunda etapa.

Allí es apresado el cantante y líder la agrupación, Gorki Luis Águila Carrasco, y el estilo del grupo y su propuesta musical y estética, hasta entonces más inclinada a la sátira y los juegos de palabra con connotaciones sexuales explícitas, se radicaliza en contra del gobierno y varios de sus representantes. A partir de ese momento, el cuarteto, con uno de sus integrantes presos, encuentra más obstáculos para ensayar, presentarse en vivo y transmitir su música por los canales tradicionales de la isla.

Punto importante: la captura de Gorki Águila se registra en el Festival Pinar Rock en 2003, pocas semanas después de que 75 disidentes cubanos, firmantes del plan Varela, periodistas, bibliotecarios independientes y activistas políticos, fueran encarcelados con penas de hasta 28 años.

El músico es encontrado culpable por tenencia, procuración y tráfico de drogas, de modo que no pertenece a la llamada “Primavera Negra” solamente por una cuestión de estilo, porque llega justo después de que inicie el verano. Un decir: el que ha estado en Cuba sabe que el sol es intenso durante los 365 días con sus noches húmedas.

La historia, contada por Ciro Díaz, el guitarrista de la banda desde que fue fundada y uno de los mejores amigos de Águila, es esta:

“Las presiones hacia nosotros eran leves: no digas malas palabras, cosas así, porque igual tampoco teníamos un repertorio demasiado contestatario. En ese momento las canciones más duras serían “La internacional” y “Tan loco”, una era medio metafórica y la otra era un chiste sobre un desfile del 1ero de mayo. Bueno, esas cosas más bien las toleraban un poco, pero éramos un grupo muy performántico, ya no eran tanto las canciones, sino lo que hablábamos en escena. A veces Gorki se ponía a hacer chistes políticos. Cuando la campaña esa de la liberación del Elián, él hacía muchos chistes en los conciertos, y en 2003, en Pinar del Río, ya parece que no quisieron tolerarnos más y le prepararon una cama ahí, ¿tú sabes lo que es eso?”.

Ciro hace una pausa junto a una mueca, y continúa con el dedo índice extendido, señalando al viento.

“Prepararte una cama es hacerte una especie de trampa. Mandaron a una chiquita, una muchacha a ofrecerle droga a Gorky, y entonces la tipa fue: ‘Mira, vale, te regalo esta’. Gorky la mira y le dice: ‘No, pero esta no es la que me gusta a mí. Yo tengo las mías, que son anfetaminas’, que era lo que tenía él, y ella le dice: ‘Ah, sí, regálame dos, o regálame una’, y él le regaló una y al otro día vino y le pidió otra; en fin, Gorki le regaló dos pastillas. Al hacer eso incurre en el delito de procuración de drogas, lo llevaron a juicio. Lo sancionaron con cuatro años, la chiquita en el juicio le confesó al padre de Gorki que ella tuvo que testificar contra él porque si no iba a salir perjudicada. Era una muchacha que estaba enferma, tenía el SIDA y parece que la policía de alguna forma la obligó a denunciarlo…”.

En su testimonio, Ciro Díaz dice “parece”, pero hay un dato importante: Cuando detienen a Gorki y lo llevan al juicio en el cual es hallado culpable, acaba de empezar en Cuba el Plan Coraza Popular, una operación policial instaurada por el gobierno para erradicar el consumo y el tráfico de drogas, la prostitución, la pornografía, el mercado negro y la ilegalidad en general. En palabras del miembro del Consejo de Estado, del Comité Central del Partido Comunista, diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular y entonces Ministro de Justicia, Roberto Díaz Sotolongo, se trata de una política no coyuntural en la que se involucra a toda la sociedad en su lucha contra el flagelo de la droga. Según las manifestaciones públicas de muchos opositores, visibles aún en la web: es el marco ideal para saldar viejas cuentas personales, pues no todos los acusados están implicados en negocios ilícitos.

Por el dictamen del juzgado, el músico es condenado, efectivamente, a cuatro años de cárcel en la Prisión Provincial de Pinar del Río, celda 17, Régimen Especial, pero sólo cumple dos años y medio. Por la influencia de un amigo de su padre, según refiere Ciro, y por la fuerte presión internacional, es dejado en libertad condicional. ¿Lo extraño? Que este derecho no se le concede, por ley, a nadie que incurra en un delito tipificado contra la Seguridad del Estado. Por ejemplo: el consumo y tráfico de drogas. Pero en Cuba no hace falta ley cuando el Estado habla.

Han pasado cinco años desde entonces y allí está Ciro Díaz, guitarra en mano, calva frontal incipiente y cabello largo, cantando “Comandante, quieres que yo trabaje pagándome un salario miserable”, junto a los suyos, y Claudia sonríe a pocos metros.

No lo sabe aún, pero ese encuentro va a ser determinante en su vida.

Claudia Cadelo es profesora de francés y decir que está inconforme con el sistema de gobierno en su país es ser mucho más que moderado.

Por la ideología política de su familia, Claudia fue comunista desde niña. Leyó con gusto decenas de comunicados del Comité de Defensa de la Revolución de su vecindario y se destacó como Pionera en el movimiento de su escuela, una práctica corriente en países con sistemas socialistas o comunistas; pero algo cambió en su adolescencia.

La lectura de Dostoievski, Kundera, Camus y etcéteras, y la Escuela de Artes Plásticas, donde estudió hasta los catorce años, cree ella, fueron las principales causas de su inclinación a desarrollar un carácter contestario, maquillarse los ojos de un negro bien negro, y discutir con su padre, Carlos Felipe Cadelo Serret, sub director de un ministerio, o director de una micro brigada familiar, o diplomático de su país en África, al punto de ser echada de su casa.

Claudia afirma que todavía cree en algunos de los ideales que planteó el Che Guevara, pero ya no confía en el comunismo ni en Fidel. Es una joven que vive con su novio y no quiere vinculaciones políticas con el gobierno. Tampoco quiere ir a las marchas mientras estudia para graduarse como técnico medio en contabilidad. Ostenta un promedio académico escolar de 95 sobre 100, pero es ubicada en el puesto 240 del escalafón de su promoción por no obtener puntos en su actitud y compromiso político, lo que le impide el ingreso directo a la universidad y le obliga a optar por un puesto de trabajo.

A Claudia le ofrecen un cargo en el departamento de nómina del Ministerio de Educación, al que describe como un lugar muy oscuro, y, obvio, lo acepta.

Después se va.

Termina trabajando en una peluquería en la calle Calzada del municipio Vedado. Se aburre. Se hastía. Y después se va.

Vende ropa y alimentos en el mercado negro. Limpia casas. Empieza a estudiar francés en el Instituto Abraham Lincoln. Lo deja. Vuelve a comenzar, ya con 20 años, en la Alianza Francesa, donde su madre es profesora. Trabaja en la oficina de un historiador en la Habana Vieja.

Y después se va.

Ofrece clases particulares.

Quiere escribir. Quiere construir un periódico. Quiere pensar que existe un sistema político mejor que el comunismo y el capitalismo, ese que conoció durante quince días y le resultó extraño y excesivamente consumista y le arrancó lágrimas de impotencia en la mitad de una tienda en un centro comercial, sin dinero para comprarse ni unas medias, cuando visitó la Isla de Guadalupe, en 2006, invitada como profesora recién graduada de la Alianza Francesa.

Atención con lo que viene:

Claudia hace meses que ya no tiene novio, pero ese estado volverá a cambiar a partir de hoy, cuando salude a Ciro y se conozcan y comiencen a salir, a frecuentarse y a conocerse, a quererse y a vivir juntos, a acompañarse y a calmarse los nervios, porque es de noche, ha pasado un año exactamente desde ese encuentro en la acera frente al Cine Charles Chaplin y ahora la joven ex comunista tiembla sobre el colchón de su cama, junto a su no-tan-nuevo-novio-músico, pensando en que al día siguiente, por fin, dará el primer gran paso en su activismo político: saldrá con un trozo de sábana que dice “Gorki” a gritar “Gorki” en un “Concierto antimperialista” al aire libre que ofrecerán varios artistas cubanos en la Tribuna –también Antimperialista– José Martí, en La Habana.

Entre esos artistas figura el reconocido Pablo Milanés. Y sí, Gorki está detenido otra vez, desde hace tres días, si nos ubicamos aquí, o ahora, en el concierto.

Lo tienen en la estación policial de la calle 62, popularmente conocida como La Quinta. Se le acusa de “Peligrosidad social predelictiva”, una medida de arresto que se reservan los servicios de seguridad y justicia en Cuba, contemplada en las leyes de ese país, ante aquellas personas que aún no han cometido un delito específico. Esta acusación puede acarrear hasta cuatro años de cárcel.

Los escritores cubanos Zoe Valdés y Ernesto Hernández Busto, quienes viven en Europa, ponen a circular por Internet una carta abierta a Milanés que han firmado unas 150 personas de varias nacionalidades, en la cual le sugieren al cantante aprovechar la oportunidad de esa plataforma popular para pedir la liberación del director de la banda de punk Porno para Ricardo. Hablan en esa carta, sobre todo, de libertad de expresión y ejercicio político.

El documento rueda y se filtra a la prensa escrita y audiovisual. Es promovido por blogueros de Europa y América Latina, en su mayoría cubanos. Se genera una discusión intensa en foros de opinión por medios digitales. Imposible determinar la causa exacta que originó el resultado final del juicio a Gorki, pero la mayoría de los involucrados que ha declarado después del mismo, asegura que mucho tuvo que ver esta presión generada desde tribunas más públicas y virtuales.

El día siguiente al concierto, durante el juicio, la acusación sobre Águila es cambiada a “Desobediencia” y el músico pasa de creer que volverá a la prisión y cumplirá, ahora sí, cuatro años completos de condena, a pagar una multa de 600 pesos cubanos (unos 32 dólares), en 300 cuotas.

Volvamos unos días atrás.

Un par de noches antes de que Claudia tiemble de los nervios sobre su cama, decide llamar a una amiga para pedirle prestada su cuenta de correo electrónico. Aunque ya pronto se irá el 2008, son pocos quienes tienen acceso a Internet en el país. No son pocos. Son muy pocos. No exijan estadísticas ahora, más adelante las tendrán. Ella quiere entrar en contacto con los web master del grupo musical de su novio, que viven en Washington D.C., Estados Unidos, para describir con detalles precisos lo que ocurre con Gorki, y hablarles de la carta abierta a Milanés que rueda por allí.

Cuando Ciro llega, se sienta a su lado y deciden hacer una lista de las personas a quienes deben escribir dentro y fuera de su país, aparte de los responsables de la web del grupo. Entre los nombres de la lista figura el de una chica habanera que recibió el Premio Ortega y Gasset de periodismo en abril, por un blog que tenía exactamente un año de haber sido creado, y que menos de un mes después fue nombrada por la revista Times como una de las 100 personas más influyentes de ese mismo 2008 en el mundo, en el apartado de “héroes y pioneros”.

Esa chica es Yoani Sánchez.

De hecho, la idea de la sábana con la pinta del nombre Gorki en spray negro surge entre los tres, una vez que se conocen. Y entre los tres, junto a un pequeño grupo que los acompaña aquí en la zona izquierda de la tarima del concierto de la “Tribuna Antimperialista”, reciben una tunda de empujones y golpes y la pancarta dura apenas unos segundos en el aire y el grito sale un par de veces, pero se ahoga en el momento, según declara Yoani y se puede leer replicado y amplificado en varios portales digitales.

Ella y Claudia logran salir por sus propios medios. Ciro es detenido en la Estación de 21 y C junto a un compañero de nombre Emilio. En sus testimonios aclaran que fueron golpeados por  los policías.

De ahí en adelante cobran fuerza varias ideas: Asistirán al juicio de Gorki la mañana siguiente, Cadelo traducirá al francés el contenido del blog de Sánchez, Sánchez hará lo posible por convencer a Cadelo de que cree su propio blog, y ambas se unirán bajo el mote de blogueras, o bloggers, para comenzar una amistad inquebrantable.

Un año después, aproximadamente, están las dos en la sala del apartamento de Reinaldo Escobar, el marido de Yoani, junto a otro grupo entusiasta de blogueros (o bloggers), participando de la concreción de su nueva ocurrencia: la Academia Blogger.

Esta Academia busca formar a aquellas personas que tengan deseos de crear espacios en la red: redacción, conectividad, formas alternativas para la publicación de contenidos, en especial aquellos que puedan denunciar lo que detestan de su sistema de gobierno. Este detalle es algo que cualquiera de ellos negará sistemáticamente de forma rotunda, pero está a la vista, la empatía que agrupa a los asistentes se genera a partir del descontento y la crítica.

La mayoría de ellos –sillas de plástico, jugos, cuadernos de nota– tienen sus bitácoras personales en las cuales se descargan abiertamente contra Fidel y Raúl Castro y cualquier cosa que tenga que ver con el gobierno cubano. De ahí que otro grupo de blogueros que defienden los intereses del partido comunista de ese país, sus instituciones y sus medios de comunicación, se declaren en claro enfrentamiento ideológico contra ellos, llegándolos a acusar de asalariados de la CIA, conspiradores, contrarrevolucionarios o instrumentos del Departamento de Estado norteamericano, por decir lo menos.

En esa reunión en el apartamento de Escobar está también Rebeca Monsó, la linda artesana de París y Praga, que vivió de cerca dos de los sucesos históricos más importantes del Siglo XX para el mundo occidental, y que ahora tiene más de 70 años y un blog que se llama Por el ojo de la aguja. Crítico y, según repite, con mucho sentido del humor.

También están la arqueóloga Miriam Celaya, el periodista Iván García, la abogada Laritza Diversent, los activistas políticos Eugenio Leal y Silvio Benítez y otra veintena de entusiastas estudiantes, acompañados de cinco profesores, entre quienes destacan la propia Yoani y su pareja.

El pensum incluye manejo de Word Press y Blogspot como plataforma, cultura cubana, ética y derecho, periodismo interactivo y fotografía.

Allí también está un señor de importancia cardinal en este relato, porque fue hijo del tercer hombre más importante en el estamento del gobierno cubano. Fue hijo de quien fuera Primer Vicepresidente del Consejo de Estado durante muchos años. Fue hijo de Juan Almeida Bosque. Fue hijo de su propia rabia.

***

Juan Juan nació entre el poder de los militares, sus privilegios y sus riquezas, se enfermó, creció, se apartó de ellos después de casarse y ver nacer a su única hija, escribió un libro que terminaría de sellar su posibilidad de salir del país, fracasó dos veces tratando de fugarse de forma ilegal, vio morir a su padre, que nunca pudo ayudarlo a viajar al extranjero y mucho menos después de publicar el libro en España, trabajó como taxista informal y como vendedor de jabón en el mercado negro, abrió un blog, inicio una huelga de hambre en junio de 2010 que duró más de dos meses y ahora, después de siete años de intentos frustrados de salir de Cuba para ver su hija y tratar su enfermedad, vive en Miami. Ese hombre es Juan Juan Almeida, amigo de Claudia y de Yoani, y vecino de Rebeca.

Su historia comienza con un discurso famoso del propio Fidel Castro Ruiz:

“¡Pero todo lo que hemos hecho hasta hoy en medio de los peligros, de las amenazas, de los bloqueos y de las dificultades, nos enseña que nada nos impide progresar, que nada nos impide avanzar, y que avanzaremos y lo haremos cada vez mejor y más rápidamente!”, grita un joven Fidel desde su metro ochenta y cuatro de estatura en el acto de graduación de los primeros 764 maestros primarios del instituto pedagógico “Makarenko”, y la fiesta de fin de curso de la escuela de campesinas “Ana Betancourt”, el 2 de diciembre de 1965.

Es de noche. Fidel habla y se celebra también el noveno aniversario del desembarco del Yate Granma, cuando el líder de la revolución cubana se ubicó al frente de una expedición en Las Coloradas, provincia de Oriente en Cuba, y junto a un puñado de combatientes ganó la entrada a la Sierra Maestra para constituir el núcleo inicial de su Ejército Rebelde, el mismo que 25 meses más tarde, finalmente, asaltaría el poder que hasta entonces había detentado el dictador Fulgencio Batista.

En este discurso de Fidel Castro, que habla de la educación y el sentimiento, del trabajo en las montañas, del analfabetismo, la pobreza del pasado y el futuro del país, de la Revolución en mayúsculas, con ella todo, y sin ella nada, de la marcha victoriosa de los pueblos, Vietnam, la fuerza, la disciplina, las milicias serranas, el partido organizado, el prestigio, Vietnam, el progreso, Vietnam, con la multitud enfrente que aplaude cada tanto, continúa Fidel:

“Al cumplirse hoy el noveno aniversario del desembarco del Granma, que tanto nos recordó el programa de esta noche, y casi siete años de Revolución, podemos suscribir las palabras dirigidas hace unos minutos por el compañero Almeida a la compañera Elena Gil, cuando decía que un día como hoy se sentía más feliz que nunca. Mas no lo decía por la feliz circunstancia de que precisamente en el día de hoy, conmemoración del desembarco del Granma, el compañero Almeida —compañero del Moncada, y del Granma, y de la Sierra— haya tenido la buena noticia de que la familia se acrecentaba con la venida de un varón (aplausos), que nació no solo en la misma fecha sino casi casi a la misma hora del desembarco (aplausos), demostrándose en esto una puntualidad casi estrictamente militar (risas)”.

La trascripción completa de este y otros discursos de Fidel Castro a lo largo de su extenso mandato reposa en Internet y puede descargarse sin costo alguno, cortesía de la web oficial del gobierno cubano. Los paréntesis son textuales. Las alocuciones se agrupan por años, desde 1959, denominado el “Año de la Liberación”, hasta 2008, llamado “Año 50 de la Revolución”. Todas las fechas se acompañan de un nombre, bien sea recordatorio, como el “Año del centenario de la caída en combate de Antonio Maceo” en 1996, o celebratorios como el “Año del 40 aniversario de la decisión de Patria o Muerte”, en 2000.

Hasta 1997, “Año del 30 aniversario de la caída en combate del Guerrillero Heroico y sus compañeros”, hay 805 discursos, dos conversaciones con estudiantes, dos conclusiones de encuentros y congresos, dos informes oficiales. Todos en español. A partir del año siguiente comienzan a aparecer, junto a otro centenar de discursos, cartas, reflexiones, conversaciones telefónicas, mensajes fraternales a otros pueblos, acuerdos, comunicados, palabras de apertura, notas informativas oficiales, notas aclaratorias, fragmentos de programas de televisión con intervenciones del máximo jerarca y entrevistas de prensa.

La mayoría de estos textos están traducidos a tres, cinco o siete idiomas. Más del 90% de las trascripciones de las intervenciones de Fidel Castro entre 2007 y 2008 son sus columnas, que publica en la prensa cubana y se replican en centenares de páginas web y otros medios impresos en el mundo.

En total: 1456 documentos con las palabras, frases e ideas de un solo hombre. Contar hasta 1456 exige concentración y paciencia. Transcribir las miles de páginas que se desprenden de ese número, un ejercicio mayor de ambas. Producir todo este material a lo largo de cincuenta años, tener mucho qué decir.

El discurso en el que Fidel menciona el nacimiento del hijo de un compañero es el que cierra el “Año de la Agricultura”. Por supuesto, se refiere a Juan Almeida Bosque, vicepresidente y quien fuera uno de los líderes, junto a Raúl, del frente guerrillero que triunfó en los cerros años atrás. Almeida Bosque sería conocido durante décadas por los habitantes cubanos como el hombre número tres del régimen, detrás de los hermanos Castro.

Su hijo, el pequeño varón que decidió salir del vientre de su madre esa tarde-noche del discurso en el Hospital Naval de las afueras de La Habana, llevaría por nombre Juan Juan, un homenaje reiterativo a sí mismo: progenitor, guerrero, orgullo familiar y referente político.

Juan Juan nació fuerte y saludable mientras Fidel Castro daba un discurso y hablaba de él.

Con semejante antecedente, lo menos que se podía esperar es que en la sangre del muchacho que llegaba al mundo presentado por el máximo líder de su país, corriera el germen del antiimperialismo, del combate y la lucha armada.

No en balde, los regalos que recibió en sus primeros cumpleaños fueron uniformes de comandante y –previsibles– réplicas miniaturas del yate Granma.

Pero aclaremos, para despejar dudas: la indescriptible satisfacción que Almeida Bosque manifestó sentir esa tarde y que según Fidel no respondía directamente a su nuevo hijo, o al menos no de un modo tan íntimo y específico, se debía en realidad a la graduación de los nuevos maestros, y a la actuación de las campesinas que hasta entonces habían estado machacadas por la historia, descuidadas, descalzas y mal vestidas. (Aplausos).

En su polémico libro “Memorias de un guerrillero cubano desconocido”, publicado en 2009 por la editorial española Ediciones Espuela de Plata, Juan Juan escribe: “Mis estudios universitarios comenzaron en la escuela superior de la KGB en Moscú; en medio del frío, con la foto de Lenin acosándome todo el tiempo, hasta que una dolorosa enfermedad que haría historia en mi vida, determinó que los terminara en La Habana. Un año después de graduarme como Licenciado en Ciencias Penales, la decepción y la misma enfermedad barrieron con mi aburrida carrera militar”.

Según relata en el mismo libro, su entrenamiento bélico comenzó desde la temprana infancia, rodeado de fusiles y uniformes verde olivo, pero su primer enfrentamiento real con la imagen de la guerra se dio en los años setenta, cuando siendo un niño lo llevaron a presenciar de cerca una maniobra militar: “Por alguna razón que no recuerdo, todos iban de riguroso uniforme; pero mi madre, que soñaba con tener un hijo elegante, como esos chicos lindos que salen en las portadas de revista, me envió con unos jeans azules y una reluciente camisa blanca que me hacían lucir de categoría”, escribe.

En este mayo caluroso de La Habana, 45 años después de aquel discurso que lo ha acompañado toda su vida y frente a tres pequeños cubos de hielo que nadan en un vaso corto de ron blanco, Juan Juan viste de la misma manera: Jean azul. Camisa blanca.

Casi siempre suele ir de la misma forma, aunque a veces alterna el blanco con el negro y una camiza azul manga larga. El ron que se bebe y comparte lo compró en una bodega modesta, sin aire acondicionado pero con un pasillo corto bordeado por sus estanterías a medio llenar, a dos cuadras de su hogar.

Juan Juan es un hombre que camina serio pero saluda a todos con una amplísima sonrisa. Parece un muchacho joven, o un músico con carisma. Se deja notar y mezcla el silencio y sus ojos que escrutan con una risa elocuente. Se afeita la cabeza al rape. Es un personaje que recibe el cariño de los demás en su entorno, una figura conocida entre los vecinos que le gritan de acera a acera. Tiene una pequeña camioneta azul destartalada sin vidrios ni seguros, pero las compras por la cuadra las hace a pie.

Su apartamento es de unos cien metros cuadrados y está en Nuevo Vedado, una zona habitada por un sector de la población habanera que no vive tan bien como los gobernantes o los diplomáticos, o algunos artistas de fama mundial, pero tampoco tan mal como los pobres, la mayoría de la población. Una especie de clase media.

Para un cubano promedio, Juan Juan Almeida podría pasar por un privilegiado: aunque su nevera ha estado medio vacía durante las últimas dos semanas: agua, hielo, un bistec de cerdo escuálido y pálido, dos latas de cerveza, un puño de café en polvo; goza de una hora interdiaria de Internet y además del carro, tiene en su vivienda dos cuartos y dos baños. Todo un lujo.

Sentado frente a una mesa pequeña en la sala del apartamento, con la luz filtrándose de forma lateral y el sonido de un módulo de cerámica que se balancea despacio por el viento, sentencia: “Lo mío es la migratoria. Yo no me considero un blogger, tengo un blog pero no necesariamente soy un blogger. Ellos (los blogueros) hablan de la situación cubana actual, de los problemas, de esto y lo otro, refrescan su contenido con frecuencia, yo lo uso simplemente para denunciar el tema de los permisos de salida, pero nada más, nada más”.

Almeida se refiere a los trámites legales migratorios que hay en Cuba, a la imposibilidad que tienen sus coterráneos de ir a otros países por períodos mayores a un año y poder regresar a vivir en la Isla cuando les venga en gana. “¿Por qué Cuba no puede hacer lo que hace el mundo entero, que si tú eres chino y te vas a Singapur a vivir es tu problema, u holandés o ruso o venezolano o americano o irlandés, de donde tú quieras, te vas a otro lugar un tiempo a probar suerte, a ver si te va bien, y si no, pues viras?”, se pregunta y él mismo responde: “Hay una figura en el código penal que se llama salida ilegal del país, ¿qué es eso? Si no has cometido un crimen, del país se sale, punto. No legal, ni ilegal. ¿Usted se quiere ir, señor? Váyase, venga, no sé”.

Aunque no se considera un activista del blog, aprovecha sus conocimientos en derecho para ayudar a los que se han visto perjudicados por esta ley, exponiendo sus casos en el espacio “La voz del morro”. Allí trascribe testimonios o copia entrevistas, siempre con los nombres y apellidos de los protagonistas, que además aparecen retratados. Hay ingenieros, maestros, periodistas, deportistas, músicos y ciudadanos sin profesión u oficio, pero nunca anónimos. En su breve presentación, escribe: “No es mi propósito hurgar sobre la herida de nadie, solo quiero el testimonio de todas aquellas personas que por razón o capricho de un “Don Juan de los palotes” no pueden viajar a esta isla o salir de ella. Quiero el reclamo de todos los que tristemente compartimos esta absurda prohibición que, más que separar, nos une”. En los últimos meses ha publicado una serie de “secretos de pasillo” que comprometen la vida privada y el accionar de representantes del gobierno cubano, con acusaciones cuando menos delicadas.

Juan Juan padece una enfermedad reumatológica degenerativa por la que recibió tratamiento en el hospital Erasme de Bruselas, en Bélgica, desde comienzos de los años noventa, hasta que algo cambió en sus privilegios elitescos como hijo del comandante Almeida Bosque.

“Desde el año 2004, las órdenes del ‘alto mando’ no me permiten mi salida del país, sometiéndome así al consumo de calmantes que me afectan la salud tanto o más que la propia enfermedad”, escribió en una carta enviada en mayo de 2009 al diario oficial Granma después de ser arrestado junto a 60 personas, cuando viajaba en un autobús rumbo a la ciudad de Manzanillo con el fin de abandonar Cuba, y liberado con cargos por salida ilegal del país.

En ese momento, las autoridades le aplicaron una medida cautelar por la que debía comparecer cada martes en la sede de Villa Marista, una parte del Departamento de Operaciones de la Dirección de Contrainteligencia del Ministerio del Interior de Cuba (MININT).

Entre junio de 2006 y mayo de 2009, Juan Juan redactó 9 correspondencias abiertas a Raúl Castro, Ricardo Alarcón, José Ramón Balaguer y otros oficiales del MININT relacionados con su caso.

“Pueden meterme preso, ponerme otro capuchón o desaparecerme entre las casas secretas, pero solo estoy pidiendo poder visitar al médico y estar junto a mi familia”, decía. Antes de eso había sido asesor de mercado en la Unión Suchel, y entre 1998 y 2003 vivió en Cancún, México, contratado por la empresa de servicios aeroportuarios SEAT.

Según un trabajo publicado por Miami Herald luego de su detención, fuentes empresariales radicadas en México informaron que durante su estancia en Cancún, Juan Juan también fue encomendado por la firma Cuba Técnica para impulsar negocios del gobierno de su país en el extranjero, principalmente de la industria del tabaco. En 2003 regresó a la Isla en medio de acusaciones de desvíos de fondos de inversionistas, tráfico de habanos y participación en una red que proporcionaba pasaportes y visas ilegales a ciudadanos cubanos para entrar en México. Almeida negó estas acusaciones y las autoridades cubanas no pudieron presentar evidencias delictivas para encausarlo.

En 2010, luego de una severa huelga de hambre que le hizo perder más de 15 kilos y puso su salud en riesgo, logró obtener el permiso de salida y viajar a Miami, donde hoy vive junto a su esposa, su hija y su nieto.

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También son blogueros, o bloggers, la joven comunicadora social y profesora universitaria Elaine Díaz, estudiosa incansable del periodismo digital y un justo referente en el tema; el poeta, narrador y fotógrafo Orlando Luis Pardo; la editora Lizabel Mónica; el activista gay, profesor universitario y periodista oficial Francisco Rodríguez; el periodista de facto –comúnmente llamado independiente en Cuba– Iván García; y otros cientos de cubanos que decidieron ocupar un espacio activo en las redes digitales para publicar inquietudes, deseos, críticas y reflexiones en un país donde las computadoras en las viviendas no son algo común.

En Cuba la utilización de Internet se reserva al uso en centros oficiales y colectivos, como oficinas, escuelas y universidades; una hora de navegación en un hotel, la forma habitual para conectarse entre los habitantes de la isla que no tienen la opción de hacerlo en sus lugares de trabajo, cuesta (año 2010) alrededor de 10 dólares americanos, un tercio del salario promedio mensual en el país; y la prensa se autocensura e inhibe de señalar los errores estructurales del gobierno, entre otras cosas por ser monopolio del Estado.

Los medios oficiales hacen esto con el argumento de combatir de forma imperiosa y necesaria el ataque mediático al que es sometido el gobierno de los Castro por parte de empresas privadas internacionales, como emisoras de radio y periódicos de Miami y CNN, en Estados Unidos; el Grupo Prisa, de España; y diarios como El Mercurio, de Chile; El Tiempo, de Bogotá; El Nacional y El Universal, de Venezuela; y la Red O Globo, de Brasil, en América Latina, por mencionar solo algunos.

Nada nuevo. Hay una pugna que inició formalmente en 1958 entre los que están a favor y los que están en contra del sistema de gobierno cubano; pero la historia se puede partir en antes y después de Internet en términos de visibilidad, de discusión frontal, de careos con nombres y apellidos, de la posibilidad real de decir lo que opinas a una masa informe a través de un canal de comunicación con una brevísima biografía falsa, como anónimo, como el vocero de un grupo, como individuo y dueño de tu propio discurso, sin importar quién seas sino el soporte que tengas a mano.

Antes y después de Internet.

Actualmente se ha agregado un elemento fundamental a la batalla comunicacional y política para resistir al poder o ejercerlo, sin importar desde qué perspectiva se intente mirar el hecho.

Fronteras adentro, primero existen solo los medios tradicionales, propiedad de un Estado que controla el contenido y sostiene un monólogo sin graves conflictos aparentes sobre la realidad interna. Por ejemplo, a finales de 2010 un avión de Cubana de Aviación se estrelló en las afueras de La Habana. Hubo muertos. En los principales periódicos el suceso tuvo una mención mínima, con un centimetraje escaso y nunca señalado en la portada. Por el contrario, muchos “tuiteros” y medios internacionales se hicieron eco de la noticia, gracias a las agencias internacionales. Así “se lee” la realidad en Cuba.

El alcance de la radio, la prensa escrita y la televisión en la isla es casi total, marca la agenda y la pauta de las informaciones que consumen los habitantes. En medio de esta hegemonía de la información y la propaganda, cualquier agenda alternativa, máxime si es contraria a los intereses del Estado, es minimizada a través de acciones diversas.

Para 2010, en Cuba hay más de 20 periódicos provinciales y cuatro de tirada nacional (Granma, Juventud Rebelde, Trabajadores, El Economista de Cuba); hay dos agencias de noticia (Prensa Latina y la Agencia de Información de Cuba), y una treintena de publicaciones y revistas de diversa índole. En La Habana hay cinco emisoras principales de radio (Radio Habana Cuba, Radio Progreso, Radio Rebelde, Radio Reloj y Radio Taíno), y se escucha una frecuencia de una emisora con sede en Miami llamada Radio Martí, que realiza una franca oposición al sistema de gobierno cubano y sus acciones y representantes. También existen Radio Ciudad de La Habana, Radio Cadena Habana, Radio Ciudad del Mar, Radio Victoria, Tiempo 21, Radio Metropolitana, Radio Enciclopedia, CMHW Villa Clara, y Radio Sancti Spíritus.

Después hay una proliferación de individuos que abren espacios digitales para publicar sus reflexiones, desahogos y miradas personales, y no les queda otra opción que entrar a dialogar, a debatir, o a defenderse de aquellos que opinan distinto.

El juicio de quienes levantan la voz sobre Cuba para expresar su apoyo (casi) irrestricto al gobierno, versus las sentencias de los que manifiestan un rechazo (casi) absoluto. Dame que te doy. En países con medios privados y estatales, puede que no sea ni siquiera interesante. En un lugar como este hay un elemento de cambio y, eso, cuando existe un presidente que ha gobernado durante medio siglo, se enferma y es sucedido por su hermano menor, no es poca cosa.

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Elaine Díaz es comunicadora social, profesora de la cátedra Periodismo Digital en tercero y quinto año de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana, en la disciplina de Periodismo Multimedia, Comunicación y Sociedad, y trabaja en la Agenda de Información Nacional (AIN).

En una conversación realizada a dos tiempos, Elaine se define socialista y apoya con argumentos propios las bondades del sistema del gobierno cubano. También a sus mandatarios. Su tesis de grado, llamada “Entre el deber y el ser: Weblogs y periodismo en Cuba” posee entrevistas, citas, referencias y datos suficientes para hacer de este texto apenas una advertencia.

Gracias a su trabajo es posible recoger las múltiples e intrincadas variables del fenómeno: Cuba, principalmente por las limitaciones del bloqueo comercial al que está sometida, impuesto de forma unilateral por Estados Unidos, no puede conectarse a los canales tradicionales de fibra óptica que pasan muy cerca de sus costas, y tiene que hacerlo vía satélite, lo cual es más caro y limita considerablemente la expansión del recurso.

Según el estudio de Díaz, esa conexión satelital en 2009 es de unos 65 Mbps de ancho de banda para la salida y 124 Mbps para la entrada, lo que se traduce en una velocidad de navegación que para todo un país es similar a la que ofrecen algunas empresas norteamericanas o europeas para un solo usuario. Aunque en Cuba hay poquísimos beneficiarios de Internet en comparación con otros países, la diferencia en la relación sigue siendo abismal.

Depurando siglas y números de difícil comprensión: Abrir el correo electrónico en una computadora puede tardar varios minutos. Descargar una fotografía, otros tantos. Un video, muchos más. Utilizar Internet en Cuba es hacer un viaje a un pasado casi remoto, cuando el sonido de conexión del modem determinaba el inicio de un ejercicio de paciencia.

Estas circunstancias no han variado mucho en los últimos años. Una posible solución a tan baja velocidad es la proyectada conexión a la fibra óptica internacional en el marco de los acuerdos suscritos con la empresa ALBATEL, como parte de la Alternativa Bolivariana para Las Américas (ALBA), que impulsa, entre otros países, Venezuela.

Sobre esto no poseo un estadio con datos verificables.

Parafraseando a Elaine Díaz, la aparición de Internet en Cuba es tardía con respecto a la mayoría de los países del planeta, “especialmente por hacerlo en virtud de la Ley Torricelli, de 1992, cuando el gobierno norteamericano identificó a la red de redes como una vía más para tratar de alentar la subversión contra la revolución”.

Para el gobierno nacional, la fortuna de entrar a “la red” constituyó una estrategia de defensa “al permitir superar el aislamiento impuesto por Estados Unidos y enfocar, desde una mirada propia, el acontecer nacional y extranjero”.

Para entender mejor el párrafo anterior, vale decir que el Departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista Cubano (PCC) le solicitó expresamente a la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) en 2005, que todos aquellos periodistas que tuvieran acceso a la red debían crear páginas personales para difundir la realidad de la nación y participar de modo activo en la “Batalla de Ideas”.

Esta batalla plantea, sobre todo, contrarrestar lo que ellos definen como el discurso distorsionado o frontalmente opuesto al oficial; ese que publican grandes medios hegemónicos de otras partes del mundo.

Sus fines eran políticamente estratégicos. Así nacieron los blogs en Cuba.

“Para la mayoría de los periodistas nacionales que habitan la blogósfera, el nacimiento de su página personal estuvo signado por la convergencia del interés oficial, con el fin de multiplicar la presencia cubana en Internet y la posibilidad de acceso doméstico a la red”.

Esta última cita no es de Elaine, sino de Milena Recio Silva, otra profesora e investigadora cubana que realizó una Tesis de Maestría en Comunicación Social llamada “El límite de lo posible: un análisis de las transformaciones del periodismo en Internet”. Según ella, “en 2005, la UPEC contaba entre sus afiliados más de 1300 periodistas, en la categoría ‘redactores-reporteros de prensa’. De ellos, 872 tenían acceso residencial a Internet mediante un acuerdo con el ISP ENET, de la empresa estatal de comunicaciones cubana, ETECSA, para ofrecer a estas personas entre 80 y 100 horas de navegación mensuales, desde sus casas y con equipos de computación propios”.

Sin embargo, según un listado publicado en el sitio web de la Unión de Periodistas de Cuba, para 2008, de esos 872 periodistas, solo 170 había creado un blog. Y sigue el descarte: La investigación de Elaine Díaz refleja que de esas 170 bitácoras personales, solo 34 se actualizan al menos una o dos veces por mes en 2008.

Actualmente, la cifra de blogueros es una incógnita, pero aumenta mes a mes. Resulta imposible precisar el número de páginas personales sobre la realidad nacional realizados por cubanos que viven en Cuba, pero en líneas generales, ese es el marco numérico de la discusión.

Como sociedad polarizada en torno a su contexto político social, el enfrentamiento entre blogueros no viene medido de forma exclusiva por el contenido que publican, sino por –cotidianidad mediante– las facilidades o dificultades que representan para unos y otros conectarse a Internet, y también el hecho de que algunos de estos espacios se encuentren bloqueados dentro de la isla.

“Aquí el tiempo de navegación es muy corto, los que acceden a Internet es porque tienen la opción de hacerlo en sus puestos de trabajo, o en centros de estudio, o porque pagan un cyber café, que no es el caso de los periodistas oficiales ni de los trabajadores, porque el salario no nos da para pagar”, dice Elaine, en alusión a una acusación recurrente según la cual, los blogueros más críticos con el sistema y su realidad, que se hacen llamar alternativos, reciben recursos de fuentes anónimas o desconocidas, nacionales y extranjeras, vinculadas a personas o instituciones dedicadas a desprestigiar al gobierno cubano. Sobre todo, cómo no, Estados Unidos.

Sobre este punto, Yoani Sánchez, la sospechosa habitual, responde: “La mayoría de las personas que pagan una hora de Internet en Cuba chatea con su familia que vive en el extranjero, se mete en las bolsas de empleo o en sitios amorosos, o compra cosas; hasta que un pequeño grupo de atrevidos empezamos a decir: ‘espérate, no quiero solamente eso, yo quiero pronunciarme, opinar’, pero no creo que haya ese mismo grupo de atrevidos para hablar desde el sistema, los que hablan bien del sistema tienen una conexión subvensionada desde sus casas o en sus centros de estudio, por la que no pagan o por la que pagan en Pesos cubanos y eso marca una brecha, porque a la gente no se le ocurre por su propia iniciativa tomar sus pesos convertibles y dedicarse a eso. Nadie paga con su dinero una tarjeta de Internet para hablar bien de la revolución”.

En un país que promulga las mismas posibilidades para todos sus ciudadanos, este hecho resulta importante para, según la mayoría de los blogueros, establecer un debate en igualdad de condiciones. Para cerrar este capítulo, vale leer lo que escribe el bloguero cubano Luis Felipe Rojas, que vive en Holguín, un una entrada del 30 de agosto de 2010:

“Desde Villa Clara hasta la punta de Maisí solo hay dos hoteles que ofrecen servicios de Internet para cubanos sin pasaporte de extranjeros… Están ubicados en Santiago de Cuba y Guantánamo al precio de 6 CUC la hora. Tienen baja conectividad y algunos sitios de la web que el gobierno considera nocivos poseen candados electrónicos.
Las atentas recepcionistas de los hoteles en el afamado polo turístico de Guardalavaca en Holguín me explican que en la decena de hoteles y Villas Bungalow de mi provincia no tengo oportunidad de conectarme sin ser huésped. Pero en caso de hospedarme tendría, con el mágico pasaporte y carnet de residente en el exterior, que desembolsar no menos de 50 CUC en una jornada.
Tampoco hay caso con los hoteles Club Amigos, Las Brisas o Costa Verde, símbolos de la hostelería internacional que excluyen olímpicamente el derecho de los ciudadanos cubanos a las cálidas arenas, a una sala de computación o a un simple servicio de cafetería.
Todas las ciudades de la isla tienen Puntos de Tele Selección de las compañías de ETECSA. Son oficinas comerciales donde igualmente se reservan el derecho de admisión para aquellos que posean el documento de residentes en el exterior. Sin embargo, hace más de un año abrieron unos locales asombrosamente concurridos. En ellos, una larga fila de chicas y chicos esperan su turno para intercambiar correos con amigos y amigas extranjeros que han conocido en los hoteles antes mencionados.
 Por 1 CUC les permiten abrir una cuenta de correos desde un servidor nacional… Allí no se les permite utilizar dispositivos periféricos como memorias flash, ni discos compactos. Por 0.50 centavos CUC pueden estar una hora carteándose con el exterior bajo la estricta vigilancia de los funcionarios informáticos… Esas chicas pueden pasar con sus novios y amigos extranjeros a los hoteles, hacerles gastar una fortuna en los servicios internos pero cuando aquellos se marchan, tienen que volver al rigor del apartheid turístico… Los inconformes y protestones en esta cruzada también llevamos las de perder”.

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Este artículo fue publicado en Mijaragual.net y reproducido en Prodavinci con autorización.