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¿Qué está pasando con la economía venezolana?; por Asdrúbal Oliveros y Nayaurí Rivera

Fotografía de George Castellanos para AFP

Fotografía de George Castellanos para AFP

Culminan los primeros tres meses de 2017 y todavía no tenemos cifras oficiales sobre el desempeño de la economía. Al momento de escribir estas líneas solo se tiene una revisión de las cifras de cierre de 2015 publicadas en las estadísticas oficiales del país ante el Fondo Monetario Internacional (FMI). Actualmente, Venezuela parece estar atrapada en un contexto en el que nada cambia; el Gobierno del presidente Nicolás Maduro ha ganado cierta estabilidad, en términos relativos, a pesar de que la situación económica parece estar lejos de mejorar.

No muy lejos atrás quedó el año 2016, un año difícil, en el que la crisis económica y social, además de una situación política compleja, dejó cicatrices profundas en cada uno de los venezolanos, quienes cada día se enfrentan a nuevos retos impuestos por una situación país malograda y deteriorada. En el 2016 la economía venezolana enfrentó múltiples distorsiones y el costo fue la destrucción del aparato productivo y una crisis que es una de las de mayor gravedad en términos de Producto Interno Bruto (PIB) de la historia de América Latina. En términos sociales, la destrucción del poder de compra generó un choque de demanda que junto con el choque de oferta hizo de 2016 un año en el que las estrategias de cobertura y la resistencia en el sector privado fueron las principales medidas a tomar para sobrevivir un año tan difícil.

Los números que nos dejó 2016, según estimaciones de Ecoanalítica, reflejan una aguda crisis y pueden ser indicio de que, en caso de que no se apliquen los correctivos necesarios, 2017 y los años venideros no serán fáciles. Por su parte, dada la persistente opacidad de cifras, distintas consultoras han apostado por la estimación de cifras que, si bien son distintas a las nuestras, muestran, al igual que nosotros, un rayo de luz en medio de la oscuridad.

De manera que, en este apartado compararemos nuestras estimaciones con las valoraciones que promedia el Consensus Forecast de Focus Economics, organización que realiza un compendio mensual de distintas fuentes y construye un estimado en base a los datos que les proporcionan distintas consultoras, bancos, encuestadoras, organizaciones, entre otras, para de esta manera superar los riesgos asociados a los pronósticos de una sola fuente. Los pronósticos luego son corroborados y analizados por un equipo interno de economistas y complementados con breves comentarios sobre las últimas tendencias económicas.

2016, un año marcado en la historia

Desde mediados del año pasado en Ecoanalítica mantuvimos una estimación de contracción económica para 2016 de 11,3% y en diferentes informes explicábamos cómo esta cifra reflejaba el peor resultado de la actividad económica desde que se recogen datos para medir el desempeño de la economía venezolana. Ahora, la revisión de nuestras estimaciones resalta valores aún más preocupantes.

2016 cerró con la materialización de la crisis más severa que haya enfrentado el país. El PIB se desplomó en su totalidad y la actividad económica se redujo 16,7% en comparación con el tamaño ya reducido de 2015. En términos acumulados, en un período de tres años (2014-2016), la economía venezolana ha perdido 24,5% de su tamaño real. En otras palabras, Venezuela tiene una economía similar a la que tuvo en el año 2005. Por tanto, podemos afirmar que Venezuela desperdició el boom de precios del petróleo más extraordinario de la historia y totaliza once años perdidos.

En términos trimestrales, los resultados son aún más impresionantes. La actividad económica venezolana alcanza doce trimestres consecutivos de reducción de su tamaño y con estimaciones preliminares de que esta seguidilla se pudiese extender por el resto del año, si no ocurre un cambio de rumbo en el modelo económico.

Estos resultados son la combinación de sendas de decrecimiento de la actividad no petrolera y la petrolera. Por un lado, la actividad no petrolera se contrajo 18,6%, lo que implica una variación negativa acumulada de 25,6% en el período 2014-2016, mientras que la actividad petrolera retrocedió 12,5%, 11,6 puntos porcentuales (pp) más que en 2015 y 16,9% desde el año 2014.

Por su parte, las estimaciones de los panelistas que participan en el Consensus Forecast nos indican cifras no muy lejanas a las nuestras: para 2016 Focus Economics estima que el PIB cerró con una contracción de 12,2%, 6,5 puntos porcentuales (pp), más que lo estimado por ellos en 2015 y 4,5 pp más que el estimado por nosotros para el año pasado. Al tratarse de un promedio de distintas fuentes y resultando éste inferior a nuestro estimado, es fácil deducir que, en cierta medida, las estimaciones del Consensus Forecast puedan resultar un poco conservadoras, pero siempre, al igual que las nuestras, coherentes con la coyuntura que nos rodea.

Hay que entender que no es solo precios

Si bien ha habido un colapso en los precios del crudo, el desempeño actual del sector petrolero es consecuencia de decisiones tomadas en tiempos de bonanzas, pero que, justo ahora están pasando factura. La estatal petrolera durante la gestión del chavismo pasó de ser una empresa especializada en la extracción, producción y refinación del petróleo a ser una corporación asociada a múltiples actividades económicas y sociales que no son su especialidad. Como resultado, la producción petrolera ha venido en picada hasta alcanzar, al cierre de enero 2017, una caída de 948.000 barriles diarios (948 kb/d), desde su punto máximo de producción en septiembre de 2008.

El factor producción y el factor precios han traído como consecuencia que la actividad petrolera acumule tres años consecutivos de decrecimiento. Si la tendencia en cuanto a los niveles de producción no cambia, es posible que dicha senda se mantenga y el efecto precio se diluya.

El colapso de los precios del petróleo y la mala gestión económica por parte del Gobierno ha provocado una caída de la economía y ha sumido al país en una crisis política, económica y humanitaria sin precedentes. Los precios de la cesta petrolera venezolana se han estabilizado en torno a 45,0 dólares por barril, pero siguen siendo demasiado bajos para reactivar la actividad económica. Esto son malas noticias, ya que el calendario de reembolso de la deuda del país se aproxima rápidamente y un pago de casi 3.000 millones de dólares se vence en abril, con pagos adicionales de varios millones en el resto del año. Con reservas internacionales por debajo de 11.000 millones de dólares y un fuerte perfil de servicio de deuda retador, es muy posible que las dificultades económicas empeoren.

Para 2017 el promedio arrojado por Focus Economics en su Consensus Forecast ubican el precio de la cesta petrolera en 44,8 dólares por barril. No obstante, en Ecoanalítica estimamos que el precio de la cesta cierre en 42,7 dólares por barril.

El desempeño de la demanda agregada es cada vez peor

Al igual que lo ocurrido con el indicador de PIB, los resultados por el lado de la demanda agregada han sido revisados a la baja. Con una contracción real de 20,9% en 2016, la demanda agregada acumula cuatro años consecutivos de reducción con un decrecimiento total de 36,4% durante el período 2013-2016. Esto según nuestras estimaciones.

En cuanto al consumo, en Ecoanalítica estimamos que en 2016 el mismo reflejó un retroceso de 16,0% respecto a 2015, 9,3 pp más de lo que se contrajo en 2015. Al desagregarlo, el consumo público fue el más afectado al retroceder 18,0%, y respecto al consumo privado, calculamos que se contrajo 15,4%, 7,6 pp más que lo visto en 2015. En términos de valores acumulados, el consumo privado presenta 3 años consecutivos de contracción (24,6%), mientras que el público exhibe 2 años consecutivos (19,9%).

Asimismo, los resultados de la formación bruta de capital fijo muestran valores de contracción severa. En 2016 estimamos una reducción de la inversión de 41,5%, lo que refleja una disminución acumulada en 4 años de 63,5%. Por el lado de la inversión pública, la caída en 2016 resultó ser mayor (46,2%) que la observada en 2015 (14,4%); sin embargo, en cuatro años acumula una caída de 65,2%. Caso contrario ocurre con la inversión privada, que en 2016 (21,1%) llega al nivel de contracción segundo más alto de los últimos cuatro años, 2,1 pp por encima del promedio observado durante ese período (19,0%). En términos acumulados, la disminución alcanza 57,7%.

Por su parte, el Consensus Forecast indica que en 2016 el consumo público y privado se redujo 7,0% y 14,0%, respectivamente, esto respecto al año 2015. Asimismo, la formación bruta de capital fijo para los panelistas sufrió una contracción de 22,2%, 4,6 pp más contracción que en 2015 y 19,3 pp menos que nuestro estimado.

La inflación y sus peligrosos efectos

Focus Economics Consensus Forecast estima que la inflación saltó de 562,3% al final del tercer trimestre de 2016 a 690,3% al final de año. Los grandes aumentos de la oferta monetaria, la fuerte depreciación del bolívar en el mercado paralelo, el agotamiento de las reservas internacionales y el disfuncional sistema de control de precios en el país, que ha provocado una grave escasez de bienes de consumo en la economía, son algunos de los factores que están detrás de la espiral inflacionaria en la que actualmente nos encontramos.

Podemos afirmar con certeza que la dinámica inflacionaria ha pasado a mantener un rol protagónico en el desenvolvimiento cotidiano de los distintos agentes económicos, tanto a nivel individual como empresarial. No obstante, esto era predecible, ya que, quebrada la estabilidad monetaria mediante la destrucción institucional del Banco Central de Venezuela (BCV) es simple concluir que el desequilibrio monetario tendería a profundizarse y que esto sólo podría traducirse en mayores niveles de inflación. Era de la misma manera predecible, porque los controles de cambio nunca han impedido un proceso de altos niveles de inflación y menos teniendo como protagonista una economía rentista.

La inflación es, en definitiva, cruel con lo más pobres, quienes se ven obligados a dedicar todos sus recursos físicos y mentales para tratar de escapar de sus impactos. Desde hace algunos años, hemos visto como el alza constante de los precios se adueña de los días de los venezolanos y condiciona de forma implacable todas sus decisiones. La variación acumulada del Índice de Precios al Consumidor (INPC), desde 2008 hasta 2015 es más de 480,0%, esto sin contar la inflación presentada en 2016, la cual en Ecoanalítica estimamos cerró en 525,1% (utilizando las ponderaciones oficiales publicadas por el BCV en 2007). Teniendo en cuenta esta estimación, la variación sería de más de 1.500,0%.

El bolívar está en caída libre

El tipo de cambio y toda la dinámica que lo rodea, ha permanecido en el eje de la discusión político-económica los últimos 14 años; tras seis devaluaciones del tipo de cambio oficial y cuatro intentos fallidos en ofrecer una ventana alternativa en materia de asignación de divisas, la unificación cambiaria persiste como una ilusión, al menos en el corto plazo.

Aunque se han hecho algunas modificaciones puntuales en algunos convenios cambiarios, a la fecha, el sistema sigue funcionando con dos tasas y con mecanismos de asignación ineficientes que se mantienen como unas de las principales trabas para los productores y empresarios locales, ocasionando los graves niveles de desabastecimiento que se perciben diariamente. Esto, sumado a la creciente liquidez e incertidumbre económica, impulsó una importante alza del dólar del mercado negro en los últimos meses de 2016, el cual, en algunas oportunidades, parecía no tener techo.

En algo sí coincidimos

El año pasado cerró como uno de los años más difíciles tanto en lo económico como en lo social en la historia de Venezuela. Fue un año en el cual el país se vio envuelto en una serie de acontecimientos y conflictos, en su mayoría políticos, que determinaron el rumbo de las condiciones económicas.

Las estimaciones y proyecciones en una economía como la nuestra, en la que la incertidumbre es el único factor constante, es una pequeña luz que nos permite conocer sobre el desempeño de la misma. Si bien pueden haber cientos de estimaciones diferentes a las nuestras, realizadas con criterios distintos o utilizando otros métodos, en algo todos podemos estar de acuerdo: el deterioro de la economía venezolana es una realidad tácita en la que los ciudadanos de a pie diariamente ven mermadas sus posibilidades de superación y  cada día es más difícil enfrentar los retos que impone la actual coyuntura.

A grandes rasgos, la economía venezolana presenta elementos que hacen pensar que 2017 será un año similar a 2016, aunque la fragilidad es elevada y cualquier evento pudiese conducir a un entorno totalmente diferente. De nuevo, estamos en un punto donde la voluntad política será la clave para visualizar el futuro de la economía del país.

La decadencia de la economía venezolana nos deja en una situación de reflexión, pero no dejamos de considerar la existencia de un futuro promisorio; para poder retomar la senda de crecimiento es fundamental que se realice un programa de estabilización macroeconómico creíble y de alto impacto que genere confianza y credibilidad en la capacidad productiva del país y, de esta manera, elimine los cuellos de botella que ahogan la actividad empresarial. Las desventajas y amenazas con el trascurrir del tiempo y, sobre todo, con dedicación y aplicando los correctivos necesarios, pueden convertirse en oportunidades.