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¡Otra vez la UCV! ¡Nada de lástima!; por Gisela Kozak Rovero

Por Gisela Kozak Rovero | 5 de mayo, 2015
Otra vez la UCV nada de lástima por Gisela Kozak Rovero 640a

Reloj Universitario de la Universidad Central de Venezuela, diseñado por Carlos Raúl Villanueva en un trabajo conjunto con el ingeniero Juan Otaola Paván, en 1953.

En el momento que escribo este artículo, las actividades en la Universidad Central de Venezuela están suspendidas durante 24 horas. Aunque este paro es una respuesta inmediata a un aumento general de sueldos por parte del gobierno nacional que ha dejado a los profesores instructores y asistentes a tiempo completo ganando un sueldo inferior al mínimo, el motivo central que sustenta la suspensión no es estrictamente salarial: tiene que ver con la palabra dignidad. Y esta palabra no se come, pero se piensa, se vive, sustenta y es nuestro puente al futuro.

Una universidad no es su comedor ni su autobús, ni sus consultorios médicos para atender la salud de los profesores. Tampoco los tickets de alimentación ni la guardería para los niños de los empleados. Cualquier profesor, estudiante o empleado de una universidad seria en el extranjero cuenta con recursos para pagarse cada uno de esos servicios a precios sensatos, fuera o dentro del campus universitario.

Una universidad es un centro de creación de conocimientos, no un dispensador de servicios sociales.

La revolución, lamentablemente, ha tenido éxito en su política de estómagos agradecidos: las preocupaciones giran alrededor de la comida o las medicinas y, en años anteriores, hasta se promovió la imagen de un profesorado muerto de hambre con el fin de exigir mejores condiciones económicas.

Sin embargo, por esta vez, la UCV convoca en nombre de la dignidad y la razón: las universidades que funcionan en el mundo —sea en China, en Rusia, en Estados Unidos o en Brasil— no pagan menos del sueldo mínimo a un docente con estudios de cuarto nivel ni tampoco recompensan a sus profesores titulares con doctorados, publicaciones internacionales, idiomas y al menos quince años de experiencia con poco más de dos sueldos mínimos.

No, no funciona así.

Ni en los tiempos de la Unión Soviética, en pleno comunismo del siglo XX, se trató así a los cerebros —sí, como suena: cerebros— de la sociedad. Sólo Mao Zedong en China intentó arrasar con toda diferencia salarial, cultural y política, hasta que logró matar de hambre a decenas de millones de personas y le quebró el espinazo a la vida de su país. Y para poder convertirse en potencia, y no en un sumidero de cadáveres, China se olvidó de Mao y emprendió otros caminos.

Aunque no le guste a esa izquierda populista continental que ha contribuido al declive de la educación superior pública en América Latina y casi la ha destruido en Venezuela, hay que decirlo: las mejores universidades del mundo invierten recursos en investigación, pagan buenos salarios a sus profesores y escogen a sus alumnos por sus méritos.

Si se acepta que haya selecciones nacionales de fútbol, venezolanos grandes ligas o eximios directores de orquesta, ¿qué pasa en Venezuela que se desconfía de la excelencia en materia educativa superior? ¿Será que ese igualitarismo fascistoide y comunistoide que desconfía del intelecto desde los tiempos de la Guerra Federal no nos ha dejado en paz?

En todo caso, las universidades y los centros de investigación donde el mundo se piensa, se transforma, se crea y se recrea tienen por fuerza que escoger a los mejores. La educación pública no es sinónimo de piratería generalizada y de titulaciones masivas al estilo de la Universidad Bolivariana. No: vean Alemania, Finlandia, Canadá.

La izquierda populista no acepta esta realidad en nombre de la igualdad: una igualdad que en Venezuela se ha transformado en conformismo absoluto o en simple y absoluta penuria: tenemos los mismos niveles de pobreza de 1998. Los neoliberales desconfían de la educación pública y de las ciencias sociales, olvidando que es necesario financiar a quien piense, innove y cree. Se equivocan unos y otros: las grandes tradiciones intelectuales y culturales, los grandes inventos y visiones por las cuales vale la pena luchar no se construyen con el conformismo ni pensando sólo en productividad y ganancia.

Las humanidades y las ciencias sociales actuales, ciertamente, suelen darle mayor vocería y presencia a las tendencias que se enmarcan en una recusación permanente de la economía de mercado, de la herencia del liberalismo político, de los grandes logros artísticos y literarios, de la ciencia y la tecnología; pero sin ellas es imposible pensar el futuro.

Autores como Roberto Mangabeira Unger, Seyla Benhabib, Martha Nussbaum, Hannah Arendt o Amartya Sen tienen mucho que decirnos al respecto. El pensamiento crítico de nuestras universidades debe conectar con el liderazgo político opositor, no como “técnicos” sino como la necesaria ayuda para establecer un proyecto de nación, que no es lo mismos que lineamientos de gobierno, por cierto.

Si me preguntaran por qué vale la pena luchar por el país, diría que es el lugar donde podría vivir a plenitud todas mis dimensiones como ciudadana: comer se puede hacer mejor en otro lado, sin dramas, colas y falta de oferta.

Las universidades no son para pensar en llenar el estómago, sino para hacer la historia de la gastronomía, inventar nuevas formas de producir, crear patentes de nuevos productos y técnicas, reflexionar sobre la alimentación y la salud, pero también sobre la alimentación y la cultura.

Para decirlo de otro modo: en las universidades la necesidad se vuelve humanidad.

Por eso participar activamente en la lucha por una UCV digna y racional es mucho más atractivo que dar lástima: los profesores se están yendo porque en cualquier lado les pagan mucho mejor.

No me dan lástima mis colegas pues los mejores resolverán individualmente sus problemas. Me da lástima mi país, porque su juventud no contará con las oportunidades educativas que los convertirían en parte de una realidad mejor. Me dan lástima esos muchachos graduados de médicos de la Bolivariana en tres años a quienes les parece una maravilla que puedan ejercer en igualdad de condiciones con los que estudian seis años en las universidades nacionales. Me dan lástima los líderes políticos que sólo hablan de estómago y no saben conectar los problemas de la gente con las grandes causas, las grandes ideas y las grandes innovaciones. Me da lástima que los compatriotas chavistas tengan que celebrar la victoria de la miseria y la mediocridad absolutas para sostener su proyecto de país.

Y lástima me da que haya quienes piensen que sin dignidad y racionalidad puede haber educación.

Es imposible: sin dignidad ni razón, sólo habrá papeles firmados por rectores mediocres que si acaso servirán para que quien los tenga caliente el asiento de un ministerio, de esos en los que ahora se trabaja hasta la una de la tarde por racionamiento de la energía eléctrica.

La lucha en la Universidad Central de Venezuela enfrenta la dignidad al populismo. Y mi universidad debe ser líder en esta causa, porque su sometimiento a la izquierda antidemocrática desde los años sesenta ha prohijado el desastre en el que vivimos, tal como lo demuestra la nómina de egresados de la UCV con cargos directivos en el gobierno nacional.

La causa de la democracia entendida desde el pluralismo debe ser el norte de nuestra universidad más antigua.

Pluralismo es diversidad, derechos humanos, saber, libertad, creatividad.

Para dogmas, con la revolución basta.

Gisela Kozak Rovero 

Comentarios (10)

robertoteles
5 de mayo, 2015

Vzla es el pais magna cum laude en distorsiones un moto taxi gana 1200 % mas que un profesor universitario, y si la comparacion se hace con un bachquero profesional creo q el ratio es mayor

Maribel
5 de mayo, 2015

Excelente y valiente reflexión!

Fabian Requena
5 de mayo, 2015

Excelente análisis! Mueve la fibra humana.

Thais Diaz
5 de mayo, 2015

Excellence! Seamos dignos, no populistas.

Edgard J. González.-
5 de mayo, 2015

“China se olvidó de Mao y emprendió otros caminos”; Esa breve afirmación refleja lo esencial de nuestro drama nacional, quienes en mala hora arribaron al poder en 1999, se niegan a reconocer esa gran verdad (a la que sigue la caída del oprobioso Muro que encerraba hasta 1989 a los habitantes de Berlín, y el total colapso de la URSS 2 años después), y para colmo, los más dogmáticos y violentos persisten en el culto a Mao (y a Stalin, y a Fidel, y a sus sucedáneos, el agente castrista Chávez y el también agente cubano e indocumentado, Maduro), y en mantenerse en el mismo camino que fracasó todas las veces, ese Modelo nefasto y anacrónico en el que insisten con el ciego empeño de la cabra que tira pa’l monte y los Lemmings que corren hacia el abismo. Y es muy improbable que entre estos primitivos dogmáticos pueda surgir algo semi parecido a un Deng Siao Ping o un Gorvachov. El chavismo ha de colapsar sin previo aviso, y los mismos chavistas están empollando el huevo de ese Cisne Negro.

Lucho
5 de mayo, 2015

En diciembre del año pasado, a la salida de un supermercado tuve que esperar que me viniera a buscar alguien que había quedado de recogerme con paquetes de la compra. En la misma salida durante años se estaciona un lisiado con silla de ruedas que pedía limosna. Estuve esperando cerca de media hora como a las once de la mañana, y era un día de semana. Salían y entraban personas al supermercado a razón promedio de dos por minutos (después de unos minutos allí, se me ocurrió llevar una estadística del asunto). En media hora entraron y salieron como sesenta personas. De esas sesenta le dieron limosna al señor de la silla de ruedas como entre quince y veinte. Lo que le dieron iba de dos bolívares a veinte bolívares, pero la mayoría le dieron cinco o diez. En promedio bajo, calculo que en media hora el mendigo sacó unos 150 bolívares en limosnas. En una hora sería el doble: 300. Y el señor se estaciona allí desde las nueve de la mañana hasta las siete de la noche. Almuerza allí mismo en el lugar, mientras recibe limosnas. Está allí de lunes a sábado (el supermercado abre los domingos hasta las tres de la tarde, pero él no va). Son diez horas diarias seis días a la semana: hagan la matemática. Y OJO: entre 12 del mediodía y una de la tarde y entre seis y siete de la noche va mucho más gente. Son tres mil bolívares por día, por seis = 18.000 bolívares por semana. TOTAL: 72.000 Bsf. Ahí están los cálculos. Es verdad que diciembre es un mes especial. Es verdad que hay días con menos “ganancias” que otros. Si quieren quitarle veinte mil bolívares a eso, no hay problema: todavía son más de 50.000 Bsf. El salario, bastante nominal del prof. Universitario en la categoría que más gana (profesor titular a dedicación exclusiva) es de 15.800 aproximadamente. Pero, como he mencionado, eso es NOMINAL, pues no conozco a nadie, a ningún colega, que gane ese salario entero. Todo el mundo lo recibe con descuentos, a veces hasta de la mitad del sueldo o más. Yo soy uno de los que lo percibo sin tantos descuentos ni cuotas: mi ingreso mensual real es de 11.600 Bsf. Y es verdad que un mendigo no tiene seguros médicos (y desde hace años el gobierno realiza heroicos esfuerzos por quitarnos ese “privilegio”) ni tiene un club con piscina y restaurant donde ir, ni algunas otras prerrogativas. … Pero no puedo evitar mirar con cierta envidia a ese mendigo. Sobre todo a las siete, que lo viene a buscar el mismo taxi, seguramente de un familiar, para llevarlo adonde vive. Mientras uno sale a esa misma hora buscando el peligro de una calle y un transporte público para ver si puede volver a su hogar antes de dos horas… A veces pienso irracionalmente, que en Venezuela es mejor ser mendigo o político revolucionario que profesor de filosofía.

Gustavo Adolfo
6 de mayo, 2015

Soy egresado de la UCV. Hay muchísimo de cierto en tus comentarios. Pero la propia universidad es corresponsable de los problemas que afronta. No es posible que no se hayan cambiado los pensa de estudio, en muchos años en distintas carreras. Los horarios de algunas carreras solo son fábricas de perder el tiempo, las consideraciones con personas que permanentemente reprueban las materias hacen que una persona “viva” de la universidad hasta 14 años, la obligatoriedad de que los hijos de empleados tengan cupo sin considerar sus méritos, gran cantidad de profesores que no asisten regularmente a dar sus clases, por ejemplo; son responsabilidad directa de la comunidad universitaria. No es posible que siendo instituciones autónomas que deberían devenir en autárticas, tengan más de 60 años pidiéndo mendrugos ya que podrían suscribir convenios, convertir a las escuelas y facultades en entes productivos al tiempo que de enseñanza, modificar su estructura hacia la modernidad. Es por esto que, si bien es cierto que la “guerra a muerte” a la inteligencia y al debate que ha sido política de estado de este régimen, tampoco es menos cierto que hay una política totalmente “socializada” por parte de las universidades, donde ven al estado como la única fuente de ingresos y no ven que todos los huevos no se ponen en la misma cesta. Me despido de ud., dejándo constancia de la admiración que le profeso y el respeto que se ha ganado a punta de escritos inteligentes y de mucha profundidad. Gustavo Adolfo

Jorge Kwan
6 de mayo, 2015

Las universidades nacionales tienen problemas, muchos problemas y una gran capacidad para resolverlos, pero no con la asfixia económica y política que se les ha impuesto: el presupuesto, la eleccción de autoridades, el acorralamiento y persecución a sus estudiantes, sólo para mencionar algunos rasgos de este aplastamiento continuo. Baste sólo un rasgo anecdótico: la farmacia que nutre al IPP en la UCV no ha sido censada en la crueldad pública que llaman SIAMED: los profesores no saben si registrarse en cualquier farmacia o darse por registrado con la información que se posee en esa farmacia.En cualquier caso, formarán parte de los sectores más vulnerables por la escasez de medicina. Pero la historia es muy larga: En la llamada cuarta república bastaron ocho años (Betancourt-Leoni) para arruinar la educación primaria pública en aras de una educación masiva mal entendida. En otros ocho años (Caldera, Lusinchi) desmantelaron y arruinaron la educación secundaria pública. El resto del tiempo lo usaron para lograr el resultado perfecto: bachilleres analfabetas. En la década del noventa era moneda corriente niños de cuarto grado en la educación primaria que aún no habían aprendido a leer (la simple decodificación escrita, que no la comprensión de lo leído). Para esa época comenzó el ingreso universitario de estudiantes con dos o más niveles incompletos en asignaturas cuantitativas, pésima ortografía, y carencia total de destrezas básicas en comprensión lectora. Comenzó el ingreso de estudiantes que jamás habían presentado una prueba escrita individual. En estos catorce años de socialismo del siglo XXI se ha logrado coronar la tarea:comenzar la destrucción sistemática de la educación universitaria pública: cierre de posgrados, concursos desiertos para el ingreso a la docencia o el inicio de la formación de posgrado, progresiva disminución de la dedicación o simplemente renuncias en el cuerpo docente…

En un viejo periódico de la capital trujillana, de 1936 o 37 (no recuerdo bien) un columnista pedía que se prohibiera el ingreso a la ciudad de cualquier persona extraña a la misma. Había que evitar la vergüenza de que se constatara la completa ignorancia de su población. ¿Tendremos que repetir esa solicitud abarcando a todo el país?

Rebeca Briceño
8 de mayo, 2015

Yo llegué a la Universidad a los 16 años, por mi edad y a pesar de los esfuerzos de mis padres, donde me terminé de formar fue en la UCV. No sólo como licenciada, sino como persona, como adulto, como profesional, como ciudadana de Venezuela y del mundo. Fue una formación de años, en el pregrado, mientras trabajé allí y en el posgrado. Le debo muchísimo a la universidad y solo pensar que las personas a las que les debo tanto, mis profesores, ciudadanos ejemplares que además admiro, están ganando un salario indigno a su nivel de conocimiento y a su nivel de compromiso, me da una infinita tristeza. Ellos que deberían ganarse el premio de amor a Venezuela por su compromiso perenne con el país, con el futuro del país. Me da tristeza por nosotros los venezolanos, me da tristeza la injusticia con lo que estamos tratando a los que ayudan a construir el futuro del país. Este gobierno una vez más demuestra que no quiere a Venezuela, no nos quiere, no le importa nada sino quedarse en el poder. No hacen nada sincero para resolver ninguna de las múltiples crisis que vive el país y le da la espalda a los que están más comprometidos con el éxito y futuro de Venezuela.

Luis Aníbal Gómez
12 de junio, 2015

Suscribo lo que dicen y sostienen Gisez Kozak, Alejandra Martínez y demás protestatarios, de cómo lo profes no se respetan a sí mismos ¿Quién, perteneciente al cuerpo docente, podría estar en desacuerdo? Pero la pelea es peleando ¿Qué proponen Uds. como táctica de lucha? ¿Un paro indefinido o a plazo ante un gob. no necesita universidades? El Zar Nicolás de Rusia proyectaba eliminarlas antes de ser fusilado por los bolcheviques. ¿Hacer causa común por los estudiantes despojándose de reivindicaciones salariales? Sería una forma de reconquistar dignidad!¿Prenderle fuego a la Academia Militar? Reclamar el derecho al estudio, al conocimiento y a la investigación científica? Ha que definir la formas de lucha que no se agota con criticar. Remember Roger Steiner: “Al mirar hacia atrás, el crítico ve la sombra de un eunuco. ¿Quién sería crítico si pudiera ser escritor? (Lenguaje y Silencio. p. 23).

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