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Nicolás Cardona: “En el Rally Dakar hay que aprender a sufrir”; por Nolan Rada Galindo

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Fotografía de Gustavo Epifanio

Hay fotografías del Rally Dakar que parecen sacadas de la película Mad Max: Furia en el camino antes que de una competencia deportiva. Sujetos, solos o acompañados, atraviesan a motor inmensos parajes, donde parece más difícil resistir la tentación de detenerse a observar antes que seguir conduciendo un cuadriciclo, un camión, un vehículo o una moto, los medios de competencia que permite la organización. Como en “Mad Max”, quienes conducen por más de 8.000 kilómetros parecen estar buscando algo que les resulta esquivo nombrar o reconocer, quizá sólo huyen del fantasma del aburrimiento mediante una de las formas más extremas que existen o, como Nicolás Cardona, único venezolano en participar, van en moto a vivir un sueño.

Ese objetivo ya lo ha llevado en cuatro oportunidades a Argentina, donde habitan algunos familiares y se produce esta entrevista, a pocas horas de que deje el país. Contactar a Cardona es aproximarse levemente a la experiencia Dakar, cuando advierte que está descompensado y que por eso no se produjo antes de las ocho de la noche el encuentro. La lluvia ha desplazado el calor del verano en Buenos Aires. Cualquier lugar es bueno para conversar ante la amenaza de terminar empapado. En una extensa mesa de madera del Starbucks del Centro Comercial Alto Palermo se realiza la entrevista. No hay café ni comida de por medio: el emigrante no se puede permitir lujos y a Nicolás Cardona lo esperan para cenar. El cansancio es obvio en su rostro, que sólo se ilumina cuando habla del Rally Dakar, la mítica competencia que empezó a seguir hace aproximadamente 10 años:

“La revista española Moto verde tenía buenos reportajes; siempre los enfocaba en el Dakar. Yo los veía con gran asombro. Me parecía impresionante. Los pilotos. La aventura. Ahora, de camino para acá, venía en el carro pensando eso: lo veía y ahora he competido en cuatro, y los cuatro los he terminado. Increíble. Una gran satisfacción. Estar en un Dakar era como un tope”

Fue en 2011 cuando Cardona comenzó a orientar su carrera hacia el Dakar, tras apartarse de las competencias de enduro y hacer un curso de navegación para afrontar la modalidad de rally:

“En la historia de Venezuela ningún motociclista venezolano lo había hecho. Gustavo Querales, Rafael Erazo y yo creamos un equipo, Team Rally Venezuela, y nos preparamos. El Dakar era algo peligroso, difícil. Estuvimos preparándonos. Un año buscando sponsors. Todo, para poder cumplir nuestro sueño, el Dakar, la aventura más grande”

Gustavo Querales, quien es una de las personas que lo espera para cenar, advertía antes de la entrevista que el Dakar “¡es una locura!”. A la confesión le siguió la sonrisa de quien sabe que ha hecho algo peligroso y, a la vez, de alguna manera, divertido.

¿Qué cambió en la preparación física y mental para afrontar el Dakar, en relación con los mundiales de enduro?
Fue un cambio duro. Estábamos preparándonos para lo peor. No hay manera específica de prepararte para el Dakar. No puedes entrenar el cuerpo a no comer, a que hoy hacen menos cinco, menos diez grados y mañana hacen sesenta grados de temperatura en Argentina. Se trabaja sobre todo la parte mental. Para esta edición, me preparé en Mérida para afrontar de mejor manera las etapas en Bolivia. Fueron veinte días haciendo entrenamiento de altura profesional.

Fue en Mérida donde Cardona, para esta edición, acostumbró a su cuerpo a no desayunar o a sólo ingerir en las mañanas una merengada con bastantes proteínas: “Algo que fuera fácil de digerir para que el cuerpo no gastara tanta energía haciendo la digestión y así no me pegara tanto la altura”. Tanta energía. Cada voltio cuenta: el Dakar vuelve el cuerpo una máquina que puede comenzar a trabajar desde las tres o cuatro de la mañana, con sólo tres o cuatro horas de descanso.

¿En qué consistieron esos días de entrenamiento en Mérida?
Me preparé con Pedro Luis Rivero, quien debe ser el único venezolano graduado en Ciencias del Deporte en Polonia, magister, y un preparador olímpico. Me paraba temprano. Me tomaba la merengada y salía a entrenar a las siete de la mañana. Entrenaba dos veces al día: de siete a nueve, me quedaba tranquilo, hacía una merienda, almorzaba en la tarde, y volvía entrenar desde las cuatro hasta las seis de la tarde.

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Fotografía de Gustavo Epifanio

Ese entrenamiento no sólo consistió en estar sobre una moto. También estuvo presente la preparación con una bicicleta y el tracking por los páramos merideños, desarrollando el área cardiovascular, entre otras posibilidades. Cuando volvía a la moto, podía haber jornadas en que estuviera sobre ella durante ocho o nueve horas seguidas:

“Ese día me paraba en la mañana y no comía más hasta regresar. En moto entrenaba por todos lados. Llegué hasta los cuatro mil seiscientos metros de altura sobre el nivel del mar. Traté de buscar las partes más altas, más exigentes, para forzar el cuerpo a la falta de oxígeno para que no me pegara tanto en la competencia”

Para la recuperación del cuerpo, se servía de los recursos naturales y la infraestructura que le ofrecían los espacios del Parque Eco Wild, con sesiones de 15 minutos de crioterapia con la helada agua de ríos próximos. Cuando no había ruedas de por medio ni rutas inclinadas, trotaba en las canchas del parque, “un lugar perfecto porque está sobre los 3.000 metros de altura”. Ahí coincidió con la Selección Venezolana de Fútbol Sub 20 que se preparaba para el Sudamericano de la categoría en Ecuador. El encuentro le permitió recibir asesoría de parte Jeremías Álvarez, coach motivacional de la Selección. El presente del deporte de alta competencia invita a pensar que este tipo de contactos con profesionales de otras áreas son bastante frecuentes para Cardona, que le acompaña un equipo multidisciplinario. Pero no. Sólo le acompañaron directamente en el proceso el entrenador Pedro Luis Rivero, y el personal del equipo Pedrega Racing, conformado por un team manager y dos mecánicos.

¿Cómo te alimentaste durante la carrera?
Básicamente, con gomitas energéticas, PowerGel, barras de proteína, granola, frutos secos. Cosas fáciles de digerir. No hay mucho tiempo para comer.

Al hablar sobre la tercera etapa, esa pasada por altas temperatura de calor, lluvia y nieve, Cardona parece restarle importancia al hecho de que vivió todo eso durante las doce horas que estuvo sobre su moto. No parece falsa modestia, sino la comprensión de que a ese tipo de retos se expone quien entra al Dakar:

“Salimos de Argentina con mucho calor. Luego pasamos a cuatro mil novecientos metros de altura. Nos cayó nieve, nos cayó granizo. Fue súper fuerte. En las tres ediciones anteriores no me había pasado nada similar. Nunca. No veníamos preparado para el frío porque veníamos del calor. Venía un cruce en la parte alta de la montaña, pero jamás nos íbamos a imaginar que todo el camino se iba a poner blanco, que habría nieve, granizo, barro. Una etapa muy completa. Eso es parte del Dakar”

Remata, sin advertir que se le escapa una leve sonrisa en el rostro.

¿Cómo se mantiene la concentración en ese tipo de contextos?
Uno está enfocado en la carrera. Uno va sorteando las dificultades que se te presenten. No te puedes dejar llevar, debilitar ni nada. La fortaleza mental es muy importante en una competencia como el Dakar.

Ésa, la fortaleza mental, Cardona no tiene muy claro cómo la ha desarrollado. Por su mente parece no pasar un psicólogo, un método, una manera de afrontar la competencia desde la ciencia. Sólo se refiere a experiencias, las acumuladas en 27 años de carrera competitiva, o las de algunos amigos de profesión, algún libro que le recomiendan, como La guerra del arte de Steven Pressfield, sugerencia del coach motivacional de la Sub 20 y que lee en su teléfono inteligente, o los mensajes motivacionales que busca en Internet. Poco más. “No sé si será que tengo un don. Hay que aprender a sufrir”.

¿Cómo se aprende a sufrir?
La pasión y las ganas que tienes por llegar te hacen aguantar cualquier tipo de dolor, de sufrimiento. El Dakar es un sufrimiento.

¿Cuáles dolores experimentaste en el Rally Dakar?
Te duelen las manos, las piernas. La fatiga por sostener el volante de la moto tan duro, porque se va a mucha velocidad. Tensión. A veces dolor de estómago. Sueño, porque duermes poco, tres o cuatro horas al día. Te paras en la madrugada. La mente piensa mucho. Y uno va mentalizándose.

¿Y qué pasa por tu mente cuando estás en carrera?
Que tengo que estar concentrado cien por ciento porque puede ser peligroso. Me motiva llegar a la meta.

¿Cómo se asume la noticia de un accidente o un fallecimiento durante la competencia?
Uno se achicopala. Sé que eso también me puede pasar, porque estoy sometido a esos riesgos durante la carrera. Pero no hay que dejar que te invada. Se piensa en el momento, y ya luego uno se concentra en la carrera porque un error puede ser peligroso.

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Fotografía de José Mário Dias

¿Cómo es el proceso de recuperación física?
Llegas tarde. Tratas de comer, marcar la ruta del día siguiente y tratar de dormir el mayor tiempo posible para descansar. Es poco.

Parece simple pero delicado, entre el agotamiento y la comida se produce un punto clave de la competencia. Marcar la ruta le permite al piloto señalar en el libro de ruta las curvas, los peligros, las referencias necesarias del camino. El proceso, al menos en el caso de Nicolás Cardona, puede durar hasta dos horas. Los peligros los resalta con un marcador rojo fluorescente; el verde lo usa para las curvas; los controles de velocidad, con anaranjado.

Los motociclistas están más expuestos que los conductores de las otras modalidades. ¿Cómo se convive con ese riesgo?
Este fue el deporte que yo escogí. En las motos es más duro porque siempre salen más temprano que los carros. En la moto pasas frío, pasas calor, llueve y te mojas. En cambio, los carros van protegidos. Puede pasarles algo, pero es difícil porque van muy bien resguardados. Son dos. Pueden ir hablando en los enlaces. El piloto de moto no; es el que está más expuesto.

¿Qué concepto tienes de soledad?
Trato de vivir todas las experiencias, ser consciente de que estoy en el Dakar, cuando me veo solo en esos parajes. Nunca estás solo en el Dakar. Siempre está el helicóptero, hay pilotos atrás. Uno disfruta lo que hace, ve esos paisajes cuando tiene un poquito de tiempo y le parece increíble donde está. A veces da chance de ver algo. Es increíble.

Esos breves espacios de observación se pueden producir a 90 o 100 kilómetros por hora, la velocidad promedio en las etapas. Aunque a veces puede alcanzar 174 kilómetros por hora, dependiendo de la superficie. Cardona considera que las etapas más complejas, en especial donde hace mucho calor y los caminos son duros, son en las que mejor rendimiento ofrece. “No sé por qué. Por mi constancia, mi manejo… Es algo que me caracteriza. Cuando se ponen las cosas más difíciles, voy mejor”.

La entrevista se acerca al final. La grabadora hace obvio el hecho para dos argentinas que conversan al otro lado de la mesa. Al ver los sellos de la cacheta roja de Nicolás Cardona y escucharlo, intercambian comentarios entre ellas y algo de fascinación se advierte en los ojos de una rubia que volteaba frecuentemente a mirarlo, mientras sostenían lo que parecía ser una reunión de trabajo. Cardona se mantiene sereno en todo momento, incluso cuando recuerda que estuvo a segundos de lograr el subcampeonato en la Categoría Maratón, y que no lo logró por un descuido de un señor durante uno de los chequeos. “Iba segundo y hubo un error en el último control de paso. Al señor se le cayó el sello con el que marcan la tarjeta y ahí perdí unos segundos. Casualidad, perdí el segundo lugar por cuatro segundos. Puse el reclamo. Pero  dijeron que nada más perdí dos. Son cosas que pasan”.

¿Cuál fue la etapa más complicada?
Todas las Etapas fueron duras. La más complicada fue aquella saliendo de la Etapa Maratón, que ya teníamos dos días sin asistencia. La Etapa 8 entre Uyuni y Salta. Venía de la Etapa Maratón que fue La Paz-Uyuni. Nos desviaron por el deslave. Fueron mil doscientos kilómetros en la moto. Dieciocho horas montado en la moto sin parar. Luego, llegar de madrugada, dormir en el suelo porque no había llegado la asistencia, sin bañarte. Fue duro.

¿El Rally Dakar es un reto deportivo o personal?
Las dos cosas. Cuando lo terminas una vez, ya no es un reto personal, porque lo lograste. Entonces, pasa a ser un reto deportivo para buscar siempre mejorar tus posiciones.

¿Qué ha cambiado en Nicolás Cardona desde la primera participación en 2013 hasta ésta?
Creo que he madurado. Estoy más acostumbrado. No me pega tanto la presión porque sé a lo que me voy a enfrentar. Cada vez me siento mejor.

Quien comenzara a manejar una moto a los cuatro años en la urbanización Almariera de Cabudare, estado Lara, está a pocas horas de tomar un vuelo. Lo hará a las cinco de la mañana, probablemente sin recuperar ni la mitad de lo exigido física y mentalmente por la competencia, pero con la satisfacción de haberla terminado en el vigésimo séptimo puesto en la clasificación general sobre una moto KTM de 170 kilos de peso, y que hacen de forma exclusiva a algunos pilotos del Dakar, veinte en total.

Cuando cruzó solo la meta, en el acto de clausura en la sede del Automóvil Club Argentino (ACA), ubicada en Recoleta, inmediatamente sintió el respaldo de varios venezolanos que se acercaron al cierre del evento el sábado 14 de enero de 2017 y sus ojos se aguaron. Quién sabe si en esos breves instantes de satisfacción recordó su primera moto, una Yamaha Pigui 50, el esfuerzo de su familia, que vendió un carro, u organizar vacas familiares cuando el pequeño Nicolás necesitaba algo para competir, o revivió aquellas vacaciones en el Crossodromo Elías Coelho en Nirgua, donde aprendió a hacer los cambios de velocidad.

“Desde que me monté en la primera moto no me he bajado”. La frase le sirve para resumir su paso por el motocrós y el enduro hasta llegar al rally. Para sintetizar las tardes en las que entrenaba en un terreno baldío cerca de su casa, al que su papá, Gustavo Cardona, le construyó un pista donde pasaba sus tardes luego de hacer las tareas, cuando no se perdía pedaleando sobre una bicicleta. Atrás parecen quedar 12 mundiales de enduro, que es capaz de nombrar uno por uno, medallas de oro, plata, bronce, un campeonato latinoamericano en 2002 y los viajes que realizó a partir de 2011 a Egipto, Abu Dabi, Catar, Cerdeña y Marruecos para competir en distintos campeonatos como parte de la preparación para participar en el Rally Dakar 2013: el primero. Desde entonces, salvo la edición de 2015 a la que no pudo asistir por falta de patrocinio, Nicolás Cardona no ha faltado a ningún Rally Dakar e, incluso, en 2014, logró el campeonato en la categoría maratón.

Cuando alguien ha hecho de una motocicleta parte de su forma de vida resulta extraño verlo caminar.

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