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Necedades, por Marco Negrón

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En estos días no he podido sino recordar una frase de mi abuela Flor de María: “hace el necio al fin lo que el tonto al principio”. Hoy viernes, cuando tecleo este artículo, me topo con que el presidente de la Asamblea Nacional, ejerciendo en el estado Zulia funciones de combate al contrabando de extracción que más parecerían competencia del Ejecutivo, descubre que “hasta la chatarra ferrosa se la están llevando para allá”, cosa que aun este distraído escribidor, nunca especialmente interesado en esos temas, sabía desde hace años.

Lo peor es que las necedades se repiten: no hace muchos días el derrotado candidato oficialista a la Alcaldía Metropolitana, quien como premio de consolación recibió el ministerio que hasta diciembre pasado ostentó Farruco Sesto, anunció que iniciarían una “revisión autocrítica” de las edificaciones de la Gran Misión Vivienda para “corregir lo que se tenga que corregir”, mientras que en los mentideros profesionales corren rumores de que, por presentar problemas estructurales incorregibles, se evalúa la conveniencia de demoler varios de los edificios construidos en Fuerte Tiuna y paralizar la construcción de otros en Parque Vargas.

Desde febrero del año pasado, hace ya casi un año, la Comisión de Desarrollo Urbano y Vivienda de la MUD alertó acerca de las numerosas irregularidades que eran evidentes en ese programa; en particular, en relación a los problemas estructurales que según muchos profesionales parecían presentar algunos de esos desarrollos, señaló que: “Dados los serios riesgos que, de ser ciertos, implican tales señalamientos para los bienes y la vida de las familias adjudicatarias, la actitud responsable del Gobierno sería la de convocar a una comisión de expertos independientes que se encargue de revisar los respectivos proyectos y, en todos los casos en que se estime necesario, recomendar las acciones correctivas que permitan enmendar los eventuales vicios. Sería criminal esperar que los mismos fueran puestos en evidencia por un evento sísmico o en el uso cotidiano de las viviendas”.

Hay que aplaudir la voluntad autocrítica, que ojalá se materialice, manifestada por el nuevo ministro, pero, ¿cuánto no nos habríamos ahorrado si la soberbia (según el Diccionario Avanzado de Sinónimos y Antónimos, “la necedad es ignorancia o tontería acompañada de presunción”) no hubiera impedido reconocer aquella temprana advertencia? Cuando era candidato a la Alcaldía Metropolitana, Villegas había ofrecido hacer de ella un ente ejecutor de la GMV; mucho lo ayudaría en su cruzada autocrítica si se la convocara para algo que está claramente entre sus competencias: coordinarla, supervisar los proyectos e inspeccionar su ejecución. Me temo, sin embargo, que esta sedicente revolución siga siendo una mera conjura de los necios.