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Meter el paro, por Lucas García

Por Lucas García París | 30 de abril, 2014

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─ Es como una especie de bluf, ¿sabes?

─ Un bluf…

─ Sí, como en las películas gringas, cuando juegan al póker…

─ Ajá.

─ Entonces uno de los tipos apuesta todo lo que tiene, como si tuviera la gran jugada, pero en realidad las cartas no valen nada…

─ Se está marcando un farol.

─ Más o menos.

─ Entonces es mentir.

─ Es más complicado. Acá, por lo menos, los límites empiezan a confundirse.

─ ¿Confundirse?

─ Bueno, sí. Tendría que ser psiquiatra para explicarlo y tal, pero acá le dicen “meter el paro”, ¿no?

─ Ajá.

─ En esa situación, usualmente, hay tres implicados.

─ ¿Que son…?

─ Bueno, está el tipo que “mete el paro”, que dice una cosa que no es así o se asume con unas capacidades que no posee o se atribuye logros que no se han producido…

─ Ya veo. Como ese señor que apareció en televisión diciendo que la economía de tu país era “profundamente exitosa”…

─ Esa dolió, pero sí. Ése podría ser. Después está el implicado número dos: el tipo que convalida “el paro”. ¿Por qué?  Porque a veces se lo cree, otras veces no, pero le pasa como al que lo “mete”: aunque sabe que no es cierto, sigue con eso.

─ ¿Y por qué?

─ Porque a veces necesita creérselo.

─ Guaooo…

─ Sí, sí. A veces incluso el que “mete el paro” se lo cree. No piensa que está mintiendo. Y el que lo convalida a lo mejor no resulta afectado directamente por las consecuencias. O al menos eso piensa. O es un intermediario. O un implicado y necesita creérselo o convalidar “el paro”.

─ Convalidar, ¿ah?

─ Convalidar, sí, ¿qué quieres qué te diga? No soy la RAE pero a veces…

─  “Metes el paro”.

─ ¿Ves? Lo vas agarrando.

─  Okey. ¿Y cuál es el tercer implicado?

─ El tercer implicado es el que resulta directamente afectado por las consecuencias del “paro” y al que sólo le quedan dos opciones…

─ ¿Que son…?

─ Una: si está en una posición cómoda, aceptar “el paro”.

─ ¿Y eso?

─ A lo mejor no quiere confrontaciones o no le gusta ser un pesado o piensa que eso no lo afecta o no se ha dado cuenta de que lo afecta y, bueno, eso, lo acepta. Hace como si no se diera cuenta de lo que está pasando. Mira hacia otro lado, ¿me entiendes?

─ Sí. ¿Y la opción dos?

─ La opción dos es la dura: no comprar “el paro”.

─ No “comprar”… no creérselo…

─ No sólo no creérselo, que en la escala de las cosas es casi lo de menos, sino que tiene que desmontar “el paro” y al que lo convalida, que es el trabajón.

─ ¿Cómo así?

─ Es que, usualmente, cuando se “mete el paro”, es porque no se quieren hacer las cosas como son o es muy difícil hacerlas como son o no están los que se necesitan para hacerlas como son. Y “el paro”  es la opción más cómoda…

Necesitas creértelo.

─ Aunque los efectos reales de “meter el paro” sean los más desastrosos,  aunque todo se esté cayendo a tu alrededor, tú sigues apegado al “paro”, te resistes a dejar de creértelo.

─ ¿Y en qué parte de esa situación están ustedes?

─ Depende de a quién le preguntes…

Lucas García París 

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