- 0
─ Es como una especie de bluf, ¿sabes?
─ Un bluf…
─ Sí, como en las películas gringas, cuando juegan al póker…
─ Ajá.
─ Entonces uno de los tipos apuesta todo lo que tiene, como si tuviera la gran jugada, pero en realidad las cartas no valen nada…
─ Se está marcando un farol.
─ Más o menos.
─ Entonces es mentir.
─ Es más complicado. Acá, por lo menos, los límites empiezan a confundirse.
─ ¿Confundirse?
─ Bueno, sí. Tendría que ser psiquiatra para explicarlo y tal, pero acá le dicen “meter el paro”, ¿no?
─ Ajá.
─ En esa situación, usualmente, hay tres implicados.
─ ¿Que son…?
─ Bueno, está el tipo que “mete el paro”, que dice una cosa que no es así o se asume con unas capacidades que no posee o se atribuye logros que no se han producido…
─ Ya veo. Como ese señor que apareció en televisión diciendo que la economía de tu país era “profundamente exitosa”…
─ Esa dolió, pero sí. Ése podría ser. Después está el implicado número dos: el tipo que convalida “el paro”. ¿Por qué? Porque a veces se lo cree, otras veces no, pero le pasa como al que lo “mete”: aunque sabe que no es cierto, sigue con eso.
─ ¿Y por qué?
─ Porque a veces necesita creérselo.
─ Guaooo…
─ Sí, sí. A veces incluso el que “mete el paro” se lo cree. No piensa que está mintiendo. Y el que lo convalida a lo mejor no resulta afectado directamente por las consecuencias. O al menos eso piensa. O es un intermediario. O un implicado y necesita creérselo o convalidar “el paro”.
─ Convalidar, ¿ah?
─ Convalidar, sí, ¿qué quieres qué te diga? No soy la RAE pero a veces…
─ “Metes el paro”.
─ ¿Ves? Lo vas agarrando.
─ Okey. ¿Y cuál es el tercer implicado?
─ El tercer implicado es el que resulta directamente afectado por las consecuencias del “paro” y al que sólo le quedan dos opciones…
─ ¿Que son…?
─ Una: si está en una posición cómoda, aceptar “el paro”.
─ ¿Y eso?
─ A lo mejor no quiere confrontaciones o no le gusta ser un pesado o piensa que eso no lo afecta o no se ha dado cuenta de que lo afecta y, bueno, eso, lo acepta. Hace como si no se diera cuenta de lo que está pasando. Mira hacia otro lado, ¿me entiendes?
─ Sí. ¿Y la opción dos?
─ La opción dos es la dura: no comprar “el paro”.
─ No “comprar”… no creérselo…
─ No sólo no creérselo, que en la escala de las cosas es casi lo de menos, sino que tiene que desmontar “el paro” y al que lo convalida, que es el trabajón.
─ ¿Cómo así?
─ Es que, usualmente, cuando se “mete el paro”, es porque no se quieren hacer las cosas como son o es muy difícil hacerlas como son o no están los que se necesitan para hacerlas como son. Y “el paro” es la opción más cómoda…
─ Necesitas creértelo.
─ Aunque los efectos reales de “meter el paro” sean los más desastrosos, aunque todo se esté cayendo a tu alrededor, tú sigues apegado al “paro”, te resistes a dejar de creértelo.
─ ¿Y en qué parte de esa situación están ustedes?
─ Depende de a quién le preguntes…
- 0
Artículos más recientes del autor
- Sinceridad, por Lucas García
- Señal, por Lucas García
- Sin entender, por Lucas García
- Llamadas telefónicas, por Lucas García
- Crónica roja, por Lucas García
- Ver todos los artículos de Lucas García París