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Los resultados del #16J y la economía conductual; por Ángel Alayón

CARACAS (VENEZUELA), 16/07/2017 - Votantes asisten a la consulta popular, convocada por la oposicion en la parroquia de Ant“mano, historicamente Chavista, en el municipio Sucre. Los centros de votaci—n en Venezuela abrieron hoy sus puertas a las 07.00 hora local (11.00 GMT), y algunos de ellos minutos antes, con lo que comenz— la participaci—n de los ciudadanos en una consulta popular impulsada por los opositores del presidente, Nicol‡s Maduro. EFE/HELENA CARPIO

Votantes asisten a la consulta popular en la parroquia de Antímano. 16 de julio de 2017. Fotografía de Helena Carpio

Al comienzo de la noche del 16 de julio, circuló por grupos de WhatsApp un mensaje con resultados detallados de la consulta popular realizada por la oposición. El mensaje decía que más de once millones de venezolanos se habían movilizado para manifestar su voluntad.

Era falso.

Nunca sabremos la motivación de quien originó el mensaje, pero sí podemos conocer su efecto.

El número que circuló por las redes funcionó como anclaje a las expectativas que tenían los venezolanos sobre el resultado, al aprovechar la tendencia cognitiva de utilizar el primer número (es decir: la primera información) que tenemos sobre una variable o un evento para formar nuestros juicios. A partir del momento en que la gente leyó “once millones”, cualquier resultado sería juzgado a partir de esa referencia, como lo demostraron en su momento los fundadores de la economía conductual, Daniel Kahneman y Amos Tversky.

Si al anclaje le sumamos la tendencia a buscar y creer la información que confirma nuestros prejuicios (el sesgo de confirmación), podemos entender la potencia que tuvo distribuir por redes un número de votos que nadie ha obtenido en Venezuela en elección alguna.

El efecto buscado era la decepción: moderar el impacto emocional y político del resultado de la consulta popular.

Lo que sucedió el 16 de julio fue una actividad de protesta en la que más de siete millones seiscientos mil venezolanos apostaron por la restitución del orden constitucional y se pronunciaron a favor de la democracia. Y se sabe, por las encuestas y por las condiciones en que se realizó la consulta, que son mucho más: una clara mayoría, como bien explicó Eugenio Martínez en Prodavinci.

El resultado fue impecable, incluso desde lo numérico, incluso cuando no es posible comparar las estadísticas del evento con cualquier otro, por su carácter inédito (aunque también tengamos la tendencia a comparar, buscar referencias, aun cuando los eventos sean únicos).

La desinformación, la propaganda y la mentira son siempre utilizadas para promover intereses particulares. Y esos intereses pueden ser contrarios a la democracia. No se trata solo de la llamada “posverdad”. Se trata del uso de viejos trucos del poder, ahora reciclados y potenciados por las nuevas tecnologías y las redes sociales. El poder quiere controlar lo que sientes y lo que piensas. Ser ciudadano en estos tiempos nos obliga a identificar nuestros propios sesgos y prejuicios. Y, más importante aún, estamos obligados a derrotar a nuestros propios sesgos cada vez que alguien intenta utilizarlos. Porque el poder lo intenta siempre.