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Votantes asisten a la consulta popular en la parroquia de Antímano. 16 de julio de 2017. Fotografía de Helena Carpio
Al comienzo de la noche del 16 de julio, circuló por grupos de WhatsApp un mensaje con resultados detallados de la consulta popular realizada por la oposición. El mensaje decía que más de once millones de venezolanos se habían movilizado para manifestar su voluntad.
Era falso.
Nunca sabremos la motivación de quien originó el mensaje, pero sí podemos conocer su efecto.
El número que circuló por las redes funcionó como anclaje a las expectativas que tenían los venezolanos sobre el resultado, al aprovechar la tendencia cognitiva de utilizar el primer número (es decir: la primera información) que tenemos sobre una variable o un evento para formar nuestros juicios. A partir del momento en que la gente leyó “once millones”, cualquier resultado sería juzgado a partir de esa referencia, como lo demostraron en su momento los fundadores de la economía conductual, Daniel Kahneman y Amos Tversky.
Si al anclaje le sumamos la tendencia a buscar y creer la información que confirma nuestros prejuicios (el sesgo de confirmación), podemos entender la potencia que tuvo distribuir por redes un número de votos que nadie ha obtenido en Venezuela en elección alguna.
El efecto buscado era la decepción: moderar el impacto emocional y político del resultado de la consulta popular.
Lo que sucedió el 16 de julio fue una actividad de protesta en la que más de siete millones seiscientos mil venezolanos apostaron por la restitución del orden constitucional y se pronunciaron a favor de la democracia. Y se sabe, por las encuestas y por las condiciones en que se realizó la consulta, que son mucho más: una clara mayoría, como bien explicó Eugenio Martínez en Prodavinci.
El resultado fue impecable, incluso desde lo numérico, incluso cuando no es posible comparar las estadísticas del evento con cualquier otro, por su carácter inédito (aunque también tengamos la tendencia a comparar, buscar referencias, aun cuando los eventos sean únicos).
La desinformación, la propaganda y la mentira son siempre utilizadas para promover intereses particulares. Y esos intereses pueden ser contrarios a la democracia. No se trata solo de la llamada “posverdad”. Se trata del uso de viejos trucos del poder, ahora reciclados y potenciados por las nuevas tecnologías y las redes sociales. El poder quiere controlar lo que sientes y lo que piensas. Ser ciudadano en estos tiempos nos obliga a identificar nuestros propios sesgos y prejuicios. Y, más importante aún, estamos obligados a derrotar a nuestros propios sesgos cada vez que alguien intenta utilizarlos. Porque el poder lo intenta siempre.
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19 de julio, 2017
Muy oportuna la información. Gracias.
20 de julio, 2017
no cai en las sutiles redes que merecieron tu cita. Ese domingo 16 en Corpus Christi, Texas, donde estoy visitando a mi hija votaron 101 venezolanos que se ignoraban, los organizadores cumplieron en cuerpo y alma, la caja con la colecta para medicinas pudo llenarse. El efecto de la consulta fue de victoria, la pregunta real es si modifica el juego del otro. Ese domingo mi hijo en Maryland tuvo su fiesta entrando en el primer episodio de Games of Thrones, donde todas las previsiones se caen,como suele ocurrir. Por eso Ramos Sucre no cabe en las expectativas?
20 de julio, 2017
Muy importante y oportuno este análisis del Señor Angel Alayón. Entiendo que los intereses de la desinformación sabemos de quienes vienen. Por eso hay que esperar los resultados de quien es el responsable de darlos.
Especialmente hoy con la intoxiformacion…
20 de julio, 2017
Estimado, siendo Venezuela un país donde las bolas ruedan por las redes sin parar, donde las emociones están a la orden del día para lo que sea, donde la gente se deja llevar (aunque sea a raticos) por lo que se rumora; por qué le ha costado tanto a la MUD arrebartarle la agenda a este mediocre gobierno.
La MUD peca de inocencia muchas veces y siempre lo ha terminado pagando caro.
Aunque era contraproducente que La Unidad se pusiera a decir cifras o expectativas a priori, si debieron proyectar a mediados del domingo. Debieron dar una rueda de prensa y decir cuales eran las proyecciones del evento. A esa hora ya se sabía que la gente estaba respondiendo al llamado y que había buen ánimo.
Desde la madrugada, cuando comenzaron a circular fotos de gente participando en el exterior, ya se sentía la energía positiva de este lado y lo negativo del otro.
Hay que ser más precavidos, mas creativos y mas “malintencionados” para evitar que el gobierno sabotee lo que tanto ha costado.
20 de julio, 2017
Lo dicho en el comentario es verdad, pero se tenia que salir a la calle para ver y observar que;no es que votaron millonésimas de personas, sino que se movilizo esa cantidad por su propia iniciativa ,bien sea para votar u observar lo que se estaba realizando.ya que el gobierno por su lado ese mismo día anuncio un simulacro de votación. insisto se tenia que estar allí para ver la verdad. imagínese si se les ocurre obviar o pasar por encima de esta inquietud de un pueblo olvidado, seria un desastre total. interpreten bien la constitución.
20 de julio, 2017
porque hacer un reportaje sobre la jornada del 16J y usar 2 parrrafos para hablar de “11 millones”
20 de julio, 2017
Piensen en lo siguiente: fueron cerca de 7.535.000 venezolanos que se movilizaron a pesar de 1.- la desinformación 2.- el miedo a ser descubiertos 3.- los problemas logísticos… amén de todos los factores en contra.
Eso significa que esos 7.535.000 personas son la punta de un iceberg. Son el grupo de los que: 1.- se enteraron 2.- no tuvieron miedo de expresarse y 3.- tuvieron la fortuna de poder llegar a un lugar en dónde votar. Cada uno de estos es una fracción del total en desacuerdo que ha pasado por uno de estos filtros.
Mucho ánimo.