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Lecciones del juez Frank Minis Johnson y la segregación racial en EE. UU.; por Carlos Bellorin

Juez Frank M. Johnson en el Tribunal Federal en Montgomery. Fotografía de Frank M. Johnson

Juez Frank M. Johnson en el Tribunal Federal en Montgomery. Fotografía de Frank M. Johnson

“Ningún sistema judicial puede ser mejor que la sociedad a la que él sirve”
Sir Christopher Greenwood

Los cambios en los fundamentos de una sociedad no son muy frecuentes y tienden a producirse después de grandes eventos políticos. Estos pueden ser el catalizador para cambios estructurales aun más amplios que pueden encumbrarla o quebrarla.

Estos cambios muchas veces se originan en la sociedad misma o dentro de alguno de los poderes del Estado, en particular dentro del Poder Judicial y del coraje de los jueces que lo integran. Por lo general, este coraje se materializa en las sentencias y órdenes dictadas en momentos o situaciones históricas críticas.

Un ejemplo de estos jueces movidos por la justicia y el coraje es el del Juez de Distrito del estado de Alabama y después Juez de Apelaciones, Frank Minis Johnson (1918-1999), quien con sus decisiones durante una carrera de casi 40 años ayudó a abolir la segregación racial en los estados del sur de los Estados Unidos, donde los afroamericanos eran tratados como ciudadanos de segunda clase y eran privados o limitados en el ejercicio de sus derechos ciudadanos fundamentales. Durante su carrera, el juez Johnson ordenó la “desegregación” en numerosos espacios públicos incluyendo escuelas, parques, bibliotecas, museos, aeropuertos, restaurantes, baños y también en la policía estatal de Alabama. En 1965 dictó una orden que permitió una histórica marcha liderada por Martin Luther King en protesta por la negación del voto afroamericano.

Estas decisiones le costaron al juez Johnson numerosas amenazas, discriminación y recelo de quienes se sentían traicionados porque un blanco del sur quisiera cambiar un status quo de casi cien años. Estas mismas personas se oponían a sus sentencias que ordenaban un trato más justo e igualitario para los afroamericanos. Interpretar las leyes bajo un sentido de justicia y hacer caso omiso a las presiones y amenazas del grupo social al que él supuestamente pertenecía, le valió al juez Johnson llevar una vida reservada y aislada durante gran parte de su existencia, con pocos amigos y una vida social poco activa.

La extensión de la discriminación y recelo contra él llegaba a tal punto que nunca fue aceptado por un club de golf en su condado, ya que sus miembros y la junta de admisiones de estos clubes, integradas naturalmente por blancos en su totalidad, no estaban preparados para aceptar a alguien que estaba convencido de la injusticia e ilegalidad de la segregación racial, ni siquiera por su condición de ser Juez Federal, uno los cargos públicos más respetados en los Estados Unidos.

Los Jueces Federales pasan por un estricto proceso de nominación y escogencia antes de ser nombrados por el Presidente de los Estados Unidos. El juez Johnson, podía, sin embargo, jugar golf en la precaria cancha de la base militar aérea de Montgomery, ya que al ser un recinto federal tenían la obligación de dejar usar sus instalaciones a un Juez Federal. Por muchos sábados, durante muchos años se vio al juez jugar por sí solo su ronda de golf en la base militar, tal vez acompañado solamente por sus convicciones.

Aunque las piezas fundamentales que sirvieron para la “desegregación” social definitiva en los Estados Unidos fueron sin duda alguna, la sentencia de la Corte Suprema de Justicia Brown vs. Board of Education de 1954 y la Ley de Derechos Civiles (Civil Rights Act) de 1964, la extensión de sus efectos no hubiesen sido posibles sin el cambio en la voluntad política y judicial a nivel federal. Este fue un proceso simbiótico en el que el juez Johnson y otros pocos jueces jugaron un papel principal a través de sus sentencias y órdenes judiciales.

El juez Johnson sacrificó una vida normal y pacífica por sus convicciones y por la justicia. Sin embargo, la historia lo recompensa al haber logrado un afroamericano la Presidencia de los Estados Unidos en 2008 y al reconocerlo como el juez que cambio al sur y, probablemente, a los Estados Unidos para siempre.

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Este corto artículo fue inspirado por la clase magistral titulada “Can International Law Change the World?”, dictada en el London School of Economics en 2009 por el Magistrado de la Corte Internacional de Justicia, Sir Chistopher Greenwood, donde por primera vez escuché la historia del juez Frank Minis Johnson.