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La única certidumbre del 6 de diciembre; por Alonso Moleiro

La única certidumbre del 6 de diciembre; por Alonso Moleiro 640

Para concretar una verdadera victoria política, una que otorgue al país un estímulo y una verdadera sensación de avance en las próximas elecciones parlamentarias, la única cuesta importante que le va quedando a la sociedad democrática por remontar consiste en creerse la posibilidad misma de su concreción. La Oposición tiene muy cerca una victoria grande que, hoy, muchos no creen posible.

En todo lo demás, por primera vez, los hados parecen configurarse en contra del gobierno y a favor de los partidos democráticos. Faltando muy poco para diciembre, sin liderazgo de ninguna clase, el oficialismo purga una enorme crisis, de carácter sistémico, que arrastra en silencio, que ha contagiado a la nación entera, y que lo único que hará es agravarse. Aunque se desplazan en medio  de una sociedad moribunda, y el ambiente proselitista es muy exiguo, por no decir inexistente, las fuerzas de la MUD han pactado en lo fundamental, logrando la unidad perfecta en todas las instancias necesarias.

La configuración de preferencias e identidades políticas ha cambiado dramáticamente, de acuerdo a todos los sondeos, a favor de las fuerzas de la Oposición, pero el grueso del país nacional a veces parece que no cree posible que la victoria se concrete. Todo el mundo prefiere atenerse a lo que pueda obtener en sus maniobras el chavismo. La MUD sigue teniendo una enorme dificultad para dirigirle mensajes al país. Perdió, por cierto, una enorme oportunidad para hacerlo mucho mejor cuando había medios disponibles.

No pretende lo anterior desmentir un aspecto fundamental, que completa el cuadro de este particular momento en la vida del país. Aunque el daño que ha recibido es muy severo, y probablemente sea irreversible, el chavismo ha logrado orquestar una eficiente campaña para demonizar a sus adversarios que ha logrado tocar en algo la percepción popular del liderazgo de la MUD, especialmente de aquellos que tienen tropa, como Henrique Capriles y Leopoldo López. Sus liderazgos, en lugar de ser complementarios, obran como si fuesen opuestos.

El agotamiento general, y la asfixia de la crisis, dificultará el encuentro de la campaña en la calle. El ambiente proselitista será débil, y en estas circunstancias, con un gobierno jugando a placer, respaldado de forma obsequiosa por el CNE, se puede concretar una campaña mortecina y obrando en favor de lo existente.

En cualquier caso, las posibilidades de la MUD de obtener una amplia victoria, que traiga consigo una lectura de carácter nacional inevitable, son hoy mayores que nunca antes. Baste afirmar que, con no hacer nada especial, con cerrar un rutinario ejercicio de fuerza tradicional, que oscile en torno al 45 por ciento del total de votos, sus posibilidades de ganar son de cualquier manera muy amplias, puesto que la identidad chavista ha sufrido una merma similar a un derrumbe.

La MUD puede llegar a su tradicional 45 por ciento de simpatías, pero es mucho más probable que pase del 50, y tome las dimensiones de una mayoría inobjetable, que no se había concretado hasta ahora, imposible de ocultar.

Si el gobierno chavista decide no hacer las elecciones, o desconocerlas, precipitará una gravísima crisis, y ésta puede terminan afectando su propia gobernabilidad. Lo mismo si escamotea de forma abierta el resultado. Pienso que hay sectores del chavismo que deben estar pensando seriamente en la posibilidad de darle la espalda a la realidad a los trancazos, y que algunos, incluso, se van a atrever a decirlo con amenazas.

Veo más probable, sin embargo, un escenario en el cual, arañando disposiciones y atenuando la caída con cualquier marramucia, esta corriente asuma ser minoría dispuesta a plantear conflictos institucionales o alternativas alternas de contrataque, no exentas de violencia.

Hay gente que no cree en el 6 de diciembre. La fecha, que por supuesto que trae sus naipes, va a llegar solita, con sus opciones y sus descuentos, más allá de que haya extraviados no le quieran prestar atención.