Perspectivas

La primera jornada de Obama en Cuba: Arre, que llegando al caminito; por Víctor Suárez

Por Víctor Suárez | 21 de marzo, 2016

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Hace 88 años un presidente de Estados Unidos fue recibido en Cuba en medio de aclamaciones. Calvin Coolidge en 1928 recibió entonces un “baño de flores”.  Se paseó por las calles de La Habana con su esposa Grace al lado del dictador Gerardo Machado y su esposa Elvira, pero en la VI Conferencia Panamericana (motivo de su presencia en la isla) los delegados de 21 países tímidamente criticaron la arrogancia imperial, sin mayores consecuencias.

En 2016 Obama está de visita en Cuba, con la familia al completo, suegra incluida. Fue recibido en el aeropuerto por el canciller Bruno Rodríguez (Bruno Díaz es Batman) y no por Raúl, el dictador de turno, ni por Fidel, el dictador emérito.

El 15 de enero de 1928, según el corresponsal de The New York Times, Richard Oulaham, cientos de miles de personas corearon el paso del #1 del mundo, mientras en la bahía transcurría el mayor despliegue de poderío naval, encabezado por los destructores Texas y Memphis, que habían visto los cubanos desde 1898, durante la guerra entre España y Estados Unidos, y que no sentirían otra vez su cercanía sino 34 años después con motivo de la llamada crisis de los misiles soviéticos, en 1962.

TODO LO QUe debe saber de la visita de Barack Obama a Cuba en 5 puntos 320

Obama, que ha heredado el título de #1, podrá ser visto y oído el lunes por TV al lado de Raúl Castro en conferencia de prensa y el martes desde el teatro Alicia Alonso; posteriormente en las gradas del principal estadio de béisbol del país. Su avío consta de tres acorazados, sólo que son automóviles Cadillacs acondicionados para soportar cualquier ataque, y de una troupe de congresistas y empresarios, decididos a propiciar la transición política y amarrar corto las potencialidades de la Zona Económica Especial de Mariel y del resto de una economía en ruinas. Las armas propias, esta vez, son casi invisibles, controladas por el servicio secreto de su majestad.

En sus primeros pasos en la isla, ante una lluvia pertinaz, un cielo bajísimo y una TV oficial y única pasando conciertos viejos de Silvio Rodríguez, la familia Obama visitó, primero, la Plaza de Armas, y se acurrucó con sus paraguas negros a un costado de la estatua del prócer Carlos Manuel de Céspedes. Después concurrió a la primera gran catedral que construyeron los colonizadores españoles en Cuba a mediados de los mil setecientos. Y en el museo colonial, Barack se detuvo buen rato ante un óleo de Abraham Lincoln, y quizá le recordaría al guía el significado de la palabra democracia.

Cuando salió de allí, aún bailando bajo la lluvia, se encontró con los vítores y los aleluyas de la gente concentrada. La consigna del gobierno ha sido sencilla: “mucho respeto, poco entusiasmo”. Pero cuando la algarabía comenzaba a subir en decibeles, la TV oficial cambió de tercio y empezó a hablar de La Ciénaga, de cómo un pantanal fue convertido por los españoles en un acueducto que llevaba agua a los mercantes surtos en el puerto. Las Damas de Blanco, que tienen por costumbre ir a misa los domingos y a la salida sacar a flote callejero su oposición al régimen, otra vez fueron reprimidas sin piedad, tanto por pelotones de repudio como por agentes de la Seguridad del Estado, con saldo de 50 detenciones. La ciudad está sitiada, no se la puede visitar sin permiso. Los disidentes, con quienes Obama ha prometido reunirse, no están muy seguros de que logren concurrir a la cita. Muchos no han podido llegar a La Habana, otros no se atreven a sacar la nariz. La disidencia es artificial, dice uno de tres espías que regresaron del Norte como parte de las negociaciones que se iniciaron el pasado diciembre de 2014. Una lista de representantes de organizaciones civiles, invitadas a la embajada de EE.UU. el martes a las 10 de la mañana, ha sido dada a conocer, pero a la hora pudieran estar todos detenidos, secuestrados en sus sedes o en sus residencias o simplemente impedidos de llegar por piernas al encuentro que tanto ansían.

Vea cómo fue el primer día de la histórica visita de Barack Obama a Cuba en imágenes 320Sin embargo, la Sala Oval había alargado ya sus tentáculos. Un día antes de su arribo a Cuba, fue publicado en YouTube.com el contacto telefónico que sostuvo Obama con el comediante Luis Silva, alias “Pánfilo”, protagonista del programa “Vivir del cuento”, el más visto en la cochambrosa televisión cubana (lunes, 9 pm). Así como admiran a sus artistas, literatos y jugadores de béisbol, de igual forma los cubanos idolatran al jubilado Pánfilo, que desarrolla en su barrio, en su casa, una variación de aquella célebre serie española llamada “Aquí no hay quien viva” que transmitió Antena 3 durante cinco temporadas (entre 2003 y 2006), con cotas de audiencia de hasta 7,5 millones de televidentes, el doble de los que captura hoy Pablo Motos con su “Hormiguero”en la misma cadena. Motos gana el rating español día de por medio. Los guionistas de “Vivir del cuento” se han esmerado en hacer colar ácidas y agudísimas críticas al modo de vida de la Cuba actual (la obsesión de Pánfilo es cómo estirar su tarjeta de racionamiento, y la de sus vecinos es cómo burlar la legalidad socialista). Esa llamada a la Casa Blanca fue realizada en medio o como parte del episodio que se transmitirá el lunes. Evidentemente ese contacto telefónico estaba pactado y autorizado por el gobierno cubano (tanto la embajada yanki como el oficialista Cubadebate.net y la propia TV oficial lo colgaron en sus respectivas páginas web). Los optimistas podrían llegar a pensar que si Obama pudo conversar con un comediante “disidente”, al que millones de cubanos siguen por TV semana tras semana, ¿qué razones de Estado habría para que se le impida reunirse con una oposición que oficialmente no existe?

La tarde desaparecía, pero la lluvia no. El atuendo y el peinado de Michelle eran par de ascos, pero su sonrisa de primera combatiente se mantenía tal cual subió al Air Force One en la base militar Andrews, en Maryland, y bajó en el aeropuerto José Martí. Obama entró con corbata en su embajada recién abierta luego de 50 años de clausura, pero no más salir de allí se desprendió de ella. Había dicho una tontería: “El presidente Coolidge tardó tres días en llegar aquí hace casi ochenta años (a bordo del buque Texas), y yo he tardado tres horas en hacerlo (a bordo del AF1)”. También sonreía.

BLOG_mires_obama_tango_19032016_640-320Habló largo rato con Jaime Ortega, cardenal-arzobispo de La Habana, le esperaba para una tripartita con Dios, auspiciosa, tal vez. Y luego siguió la rumba. Cenó en un paladar que le habían recomendado. Se fue a dormir en la inmensa mansión que ocupa el encargado de negocios Laurentis y soñó…

Con Pedro Infante cantando La Burrita, una chanza mexicana de los años 50 que también gozó Germán Valdez, el comediante azteca conocido como Tin Tan. Arre, que llegando al caminito,/ aquemuchú, aquemichú./ Pobrecita la burrita, ya no quiere caminar/ Da unos pasos pa´delante y otros pasos para atrás/ Arre, arre mi burrita ya no me hagas enojar…/ No te pongas tan arisca que te puedes tropezar… Una burrita hambrienta y sarataca (Cuba) ante un capitán que la seduce (Obama, EEUU).

Último juego

El otro Dios, Fidel, otrora omnisciente, no apareció en ninguna agenda, dictada por la gaceta Granma. Ni hoy ni mañana y quizá tampoco el martes 22, fecha final del viaje.

Ese día, ante los ojos de Obama y por estricta invitación al Estadio del Cerro (capacidad: 55.000; construcción: 1946), jugarán los Mantarrayas de Tampa Bay y la selección cubana de béisbol. Fidel ha visto pasar por su vera a 10 presidentes de EE.UU., pero sólo una vez ha presenciado un enfrentamiento entre ambas potencias beisbolísticas. En marzo de 1999 los Orioles de Baltimore derrotaron al seleccionado cubano en el mismo Estadio del Cerro, 3-2 en once innings. El pitcher perdedor de aquel juego (el primero después de 40 años de odios y rencores) fue el grandioso Pedro Luís Lazo, quien ahora lanzará la primera bola, junto a ese otro cubano estelar llamado Luis Tiant (los viejos aficionados de los Leones del Caracas deben recordar el No Hit No Run que les propinó Tiant en la temporada 1971-72 desde el montículo de los Tiburones de La Guaira).

En aquel juego del 99 Fidel estaba en el estadio, pero el presidente Bill Clinton no. 17 años después, los de Tampa Bay buscarán una nueva victoria, ahora con el refuerzo de Obama de cuerpo presente, quien quizá también participe en la ceremonia de los lanzamientos iniciales.

Eso no lo permitirá Fidel. Se saltará las ordenes médicas, se zafará de sus custodios, desafiará la consigna de Estado (Raúl es el jefe, cero protagonismo) y se presentará, a gatas, con su chandal Adidas, en el dugout de la selección cubana. “¡A mí no me van a joder, mariconsones!”.

Sería un bombazo. Aunque la pelota cubana se encuentre en su peor momento (deserción de sus estrellas, derrota en la Serie del Caribe de este año, desánimo interno), Fidel no se perdería ese juego por nada del mundo. Añeja ilusión de vida. Sería su última gran jugada.

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Este texto fue publicado en VenezuelaPress el 20 de marzo de 2016 y es reproducido en Prodavinci con autorización de su autor.

Víctor Suárez Periodista venezolano residenciado en Madrid [España]. Editor de Inside Telecom.

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