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La previa: DLG vuelve a Barquisimeto (y al silencio); por Nolan Rada // #DespachosDLGvsSanLorenzo

Barquisimeto en la previa y el calor jugando a favor por Nolan Rada a

Para llegar al Salón Agua Viva, en el Hotel Tiffany de Barquisimeto, se puede subir por escaleras desde el lobby o atravesar un pasillo que conecta las dos torres del hotel. Ni en las escaleras ni en el pasillo se escucha mayor sonido. Es mediodía del 29 de septiembre de 2016 y el cuerpo técnico junto a los futbolistas del Deportivo La Guaira se encuentran en ese salón preparándose para el partido de vuelta de los Octavos de Final de la Copa Sudamericana que disputarán contra San Lorenzo de Almagro.

Se trata de la charla técnica, así que deben estar analizando a los argentinos en detalle y preparando otros aspectos del juego. Mientras esto sucede, la mayor parte de los periodistas que cubrirán el partido se registran en la recepción del hotel.

Quien sale del Salón podrá ver (a su mano izquierda, hacia el pasillo) una peluquería, una agencia de viajes, las oficinas administrativas y una camiseta de fútbol enmarcada. Tiene franjas rojas y negras y está rematada por un escudo que muestra la silueta de La Divina Pastora y un balón de fútbol. Es la camiseta del Deportivo Lara y, por su tamaño, parece que en ella sólo cabría un niño. Debajo del escudo se lee “I Plan Vacacional” y, más abajo, el logotipo del hotel.

El Deportivo Lara no sólo es el principal equipo de Barquisimeto: también fue dirigido por Eduardo Saragó, el mismo director técnico que ahora, a las 12:59 de la tarde, está frente a los jugadores del Deportivo La Guaira explicando asuntos que la puerta impide escuchar. Detrás de él se suceden diapositivas con cuadros, textos y disposiciones tácticas sobre una pizarra verde.

No se escucha nada y los jugadores, vestidos con shorts y franelas con los colores del equipo, están muy atentos a lo que ahí sucede. Antes que palabras, Saragó parece estar dándoles las herramientas necesarias el día más importante de la historia del equipo.

Si Deportivo La Guaira supera a San Lorenzo, será su mejor clasificación histórica en un torneo internacional. También será la mejor de cualquier equipo venezolano en la Copa Sudamericana. Quizás eso explique que haya más de treinta personas acompañando al equipo, además de jugadores y cuerpo técnico. La cantidad sorprende incluso a periodistas con años en el oficio, quienes comentan que no es normal un despliegue de este tipo en un equipo venezolano.

En la puerta está Miguel Ángel Romero, uno de los asistentes técnicos del equipo. También va de blanco y, cuando advierte la presencia de uno de los periodistas, apoya su brazo en el marco derecho de la puerta.

No se oía nada. Ahora tampoco se ve. Hay que cuidarse de los espías.

En el Salón hay dos baños, un área de cocina, dos cuadros, un espejo horizontal y al menos veinte sillas con cómodos cojines de terciopelo marrón, casi beige, en combinación con los espacios del hotel. La charla técnica termina cerca de la una y media de la tarde con una breve ola de aplausos.

Recibidas las instrucciones, siguen el almuerzo en el comedor Macuto Guayamure, en el mismo nivel del lobby. Terminan de comer y salen. Salen todos. Algunos futbolistas salen conversando entre ellos. Otros, como Franklin Lucena y Vicente Suanno, salen revisando alguna clase de dispositivo móvil. Uno de los últimos en salir es Saragó, quien conversa con alguien por teléfono. Saluda, aún hablando por teléfono. Se nota ilusionado, alegre. No se sabe si eso que lo entusiasma se debe a lo que ha dicho o a lo que está a punto de vivir como técnico.

El último en abandonar el Salón Agua Viva es Vicente Arruda, asistente técnico y encargado del material audiovisual. Fue él quien, durante el vuelo hacia Argentina, procuraba que todos los jugadores vieran los videos en sus computadoras. Sale con sus equipos en brazos y con eso el salón queda solo.

Los jugadores partirán hacia el Estadio Metropolitano de Lara a las tres y cuarenta y cinco de la tarde. Quizás algunos, considerando el calor que hay en Barquisimeto, eche de menos alguna de las botellas plásticas con agua mineral que dejaron abandonadas aquí.