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La Estrategia del Conflicto: una segunda parte; por Ricardo Villasmil Bond

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Fotografía de Margarita Boulton

Negociar implica por definición ceder, pero el objetivo de todo buen negociador es ceder lo menos posible.

En el post anterior, publicado aquí en Prodavinci, analizamos tres principios fundamentales de una negociación: 1) entender el conflicto como algo inevitable en las sociedades humanas e inherente a la vida misma; 2) abordarlo desde una perspectiva estratégica y no desde una perspectiva moral; y 3) desarrollar mecanismos que permitan generar credibilidad para convertir amenazas (es decir: anuncios no creíbles) en advertencias (es decir: anuncios creíbles). 

En términos simplificados, planteamos el conflicto político venezolano actual como un juego secuencial donde el gobierno juega primero y decide entre respetar a las normas democráticas (nd) o transgredirlas (t). La oposición juega después y decide entre aceptar la decisión del gobierno (a) o rebelarse (r). Además, asignamos premios arbitrarios que intentan capturar el orden de preferencia que tiene cada una de las partes por los posibles resultados del juego (como se puede ver en la Figura 1). Y en función de estos premios, el gobierno resuelve el juego desde la perspectiva de la oposición y concluye que le conviene la opción de transgredir, al ver que al estar en esa situación la oposición preferirá aceptar la decisión (y obtener 0) antes que rebelarse (y obtener -3).

En efecto, el gobierno decidió transgredir (es decir: cerrarle la puerta al Referendo Revocatorio y además poner en duda la realización de nuevos eventos electorales que el oficialismo podría perder).

Sin embargo, el pasado miércoles 26 de octubre (y en respuesta a la decisión del gobierno de transgredir), la dirigencia opositora en pleno anunció públicamente la decisión de avanzar con el juicio político al Presidente de la República y de convocar una marcha a Miraflores para el 3 de Noviembre.

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Visto desde una perspectiva estratégica, el carácter público de este anuncio puede interpretarse como una amenaza, pero una amenaza a través de la cual la oposición auto-eleva el costo de retractarse. Es necesario entender que transformar efectivamente la amenaza en advertencia requiere que la matriz de premios cambie hasta convertir la opción de sublevarse en la opción preferida de la oposición (como se puede ver en la Figura 2).

Pero a cuarenta y ocho horas de la Toma de Miraflores la oposición se retractó al transformar el juicio político en una declaración de apoyo al proceso de diálogo y canceló la marcha a Miraflores.

Con esta decisión, la oposición dejó ver que para ella los costos de rebelarse (como consecuencia de la violencia que se supone que desatarían) son aún más elevados de lo que el gobierno creía, pues demostró que estaban dispuestos incluso a pagar el costo reputacional de retractarse con tal de evitarla.

Las implicaciones estratégicas de esta revelación son muy claras: la oposición como un todo debilitó su propia capacidad de negociación y dentro del gobierno se legitimaron los halcones, aquellos que defendieron a toda costa la línea dura de transgredir.

Al momento de escribir estas líneas, se especula que la oposición tomó la decisión de retractarse a cambio de que el gobierno asumiera el compromiso de permitir la renovación del directorio del CNE y liberar a algunos presos políticos en el transcurso de las próximas semanas, así como realizar elecciones de gobernadores y alcaldes, así como del Presidente de la República en el 2017.

Sin embargo, esta promesa bien podría entenderse como vacía en función de su inconsistencia intertemporal: llegados a este punto, el gobierno no querrá cumplir y la oposición podría darse cuenta de que no cuenta con mecanismos para obligarlo.

Aún así, tal como dice el refrán, habrá que calzarse las alpargatas porque lo que viene es joropo, aunque sea tan complicado entender quién es el que va a tocarlo.

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