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La economía venezolana: ¿qué dicen los indicadores?; por Asdrúbal Oliveros y Pilar Navarro

La economía venezolana ¿Qué dicen los indicadores; por Asdrúbal Oliveros y Pilar Navarro 640

Si bien en la mayoría de los países para esta fecha ya para el mes de julio se tendrían las cifras preliminares de los principales indicadores de la actividad económica correspondientes al primer trimestre del año, en Venezuela se ha vuelto costumbre el retraso, o incluso la ausencia, de la publicación de cifras por parte del Banco Central de Venezuela (BCV) y las otras instituciones encargadas. Por eso en hemos echado mano de las pocas cifras publicadas hasta la fecha para hacer un recuento de cómo ha marchado la economía venezolana en lo que va de año.

De la recaudación y la demanda

Una variable que va de la mano con el desarrollo de la actividad económica es la recaudación de impuestos, la cual está estrechamente relacionada con el comportamiento de la demanda agregada global. Las cifras oficiales desagregadas publicadas por el Servicio Nacional Integrado de Administración Tributaria (Seniat) muestran que el ente recaudó en los primeros cuatro meses del año 764.991 millones de bolívares, lo que representa un incremento nominal de 174,6%, pero que —a pesar de toda la alharaca oficialista sobre el incremento de la recaudación— al deflactarlo por inflación nos da una caída real interanual de 7,7%. Al analizar el comportamiento por trimestre tenemos que la recaudación cayó 9,2% en términos reales durante el primer trimestre de 2016 con respecto al mismo período de 2015. Lo que esta cifra no dice es que a pesar de los esfuerzos del Gobierno por mantener el gasto, tanto el consumo público como el privado están lejos de reactivarse.

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Los privados, los más golpeados

La aceleración del crecimiento de los precios ha afectado de manera importante el poder adquisitivo de los venezolanos, y por ende, el consumo privado. Durante los años del auge, el crecimiento de la economía venezolana estuvo impulsado principalmente por el consumo de los hogares; sin embargo, desde 2014 no fue así. Durante 2015 se estima que el consumo privado se contrajo 7,8% y parece que en 2016 la contracción será peor. Una variable que nos puede ayudar a estimar el comportamiento del consumo de los hogares es la variación real de la cartera de créditos, la cual tiene una correlación de 90,1% con éste.

De esta manera tenemos que la cartera de crédito es un indicador adelantado importante, pues desde el tercer trimetre de 2015 ha venido contrayendo en términos reales para cerrar el año con una caída de 18,4%. En 2016 se ha venido ampliando esta tendencia hasta registrar una contracción interanual de 25,7% durante el primer trimestre de 2016. Este comportamiento obedece a la menor expansión de la liquidez y la escalada de los precios, que han afectado tanto el crecimiento del sector financiero como el consumo de los hogares. En el pasado se vieron impulsados por un entorno líquido y de tasas de interés reales negativas, donde la expansión del crédito estaba a la orden del día. No obstante, las expansiones reales de 60,0% de la cartera de crédito y de 20,0% del consumo privado parecen haber quedado bastante atrás.

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El Gobierno sigue tensando la cuerda

En el ámbito externo tenemos nuestro estimado de importaciones mensuales, que cubren alrededor del 70,0% de las compras externas por país de origen. Gracias a esta cifra, podemos observar que el correlato del incremento generalizado de la escasez de productos en el mercado local no es otro que la fuerte caída de las importaciones.

Estimamos que después de cerrar 2015 con una caída de 22,3%, entre enero y marzo de 2016 las importaciones totales se han contraído a un ritmo de 42,9%, lo que contrasta con nuestro estimado para este año, que era de 28,1%. Como vemos, el Ejecutivo, bajo un nivel ya contraído, sigue apostando al recorte agresivo de las compras externas con el fin de liberar caja para hacer frente al servicio de la deuda externa. Por otro lado, bajo la luz de estas cifras, se nos plantea la necesidad de revisar a la baja nuestras proyecciones.

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Se cerró el chorro

Hoy en día las liquidaciones de divisas al sector privado por parte de mecanismos oficiales son prácticamente inexistentes. Según nuestros estimados, durante los primeros cinco meses de 2016 el promedio diario de liquidaciones es de 13,5 millones de dólares, que frente al promedio de 50,5 millones de dólares del mismo período del año pasado, nos da una caída de 73,4%. Más aún, en el mes de mayo las liquidaciones promedio diarias se ubicaron en torno a 12,2 millones de dólares, lo que representa una contracción de 67,9%. Como vemos, a pesar de la implementación de nuevos mecanismos cambiarios, el mercado oficial sigue seco, lo que configura la fuerte contracción de las importaciones privadas y la paralización técnica de la industria nacional.

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Mucho instalado y poco utilizado

Una de las actividades económicas más golpeadas en la actualidad es la manufactura. Según cifras preliminares del BCV, en 2015 la actividad manufacturera decreció 6,8%, impulsada principalmente por la caída de 7,4% de dicha actividad en el sector privado. Un factor que puede ejemplificar cómo ha venido decreciendo la productividad del aparato económico venezolano es el grado de utilización de la capacidad instalada.

En la Encuesta de Coyuntura Trimestral de la Confederación Venezolana de Industriales (Conindustria) que recoge las impresiones del sector industrial se publica una serie del grado de utilización de la capacidad instalada en la que se puede apreciar cómo desde el cuarto trimestre de 2012 éste ha bajado 15,6 puntos porcentuales, al pasar de 59,5% a 43,9% al cierre de 2015. La situación es más dramática si se analiza por tamaño de empresa, pues las industrias pequeñas parecen ser las más afectadas con un grado de utilización de sólo 36,4%.

Otro factor que cabe resaltar es que durante 2015 se dio una caída más acelerada del grado de utilización de la capacidad instalada, pues pasó de 48,3% en el segundo trimestre de 2015 a 43,9% al cuarto de 2015, porcentaje bastante por debajo del promedio de los últimos cinco años. Si tomamos en cuenta que las principales razones que los industriales señalaron como “factores restrictivos que impidieron el aumento de la producción” (incertidumbre política, escasez de materia prima, falta de divisas, controles de precios, racionamiento eléctrico, entre otros) son factores que, lejos de disiparse, se han potenciado este año (con una caída de 82,1% de las liquidaciones de divisas y una contracción de 42,9% de las importaciones), es de esperar que la disminución de la actividad sea aún mayor.

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Peor de lo esperado

Para 2016 todo nos indica que las cosas están peor de lo que esperábamos. Con una aceleración boyante de la inflación, el poder adquisitivo del bolívar es cada día menor, lo que golpea fuertemente al consumo y nos impone restricciones de demanda. No obstante, por el lado de la oferta el panorama no pinta mejor, ya que predomina el aumento de la capacidad ociosa, hay grandes restricciones para aumentar la producción (como el racionamiento eléctrico) e impera un clima económico, institucional y legal adverso. Es por esto que consideramos que la economía venezolana tiene todos los elementos para que la contracción económica en 2016 sea de dos dígitos.