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“Aprender a contar una historia como si no doliera”
Alejandro Zambra
Formas de volver a casa (2011), novela del escritor Alejandro Zambra, cuenta la historia de la dictadura chilena durante los años ochenta y desde la mirada de dos niños que, mientras jugaban, veían en sus padres el reflejo del temor y de la lucha que se fraguaba a su alrededor, de los padres que decidían pelear o mantener silencio para proteger a sus familias, sin importar si se estaba a favor o en contra del régimen militar de Augusto Pinochet.
Esta tercera novela de Zambra, finalista del premio Rómulo Gallegos en 2013, es una novela íntima que conecta con el lector a través de su lenguaje sencillo y preciso, que nos traslada a nuestra propia historia, logrando demostrar que, en el fondo, las emociones de los hombres sobreviven, incluso, a las dictaduras más terribles. La novela comienza la noche del terremoto de Chile de 1985 cuando Claudia y el narrador se conocen, logrando que desde ese momento comience un juego detectivesco siguiendo los pasos y las pistas de Raúl, un vecino solitario que guarda un secreto, que los lleva a conocerse, a intimar y enfrentarse a la realidad a pesar de la diferencia de edades.
A partir de este punto, el narrador comienza a desdoblarse, entra y sale para poder contarnos en distintos tiempos, en sus formas más pertinentes, a veces a modo de diario, otras a modo de testimonio su historia, la de un padre y un hijo, la de la memoria y la nostalgia: la nostalgia de un hijo de la dictadura. Cuenta cómo los momentos que marcan nuestras vidas, pueden influir en nuestra forma de vernos frente al mundo: “Ha llegado el tiempo en que no importan las películas ni las novelas, sino el momento en que las vimos, las leímos, dónde estábamos qué hacíamos, quiénes éramos entonces”, dice el personaje.
Es así como explica que los hombres se alejan de esos momentos como quien decide irse para volver cuando menos se tiene pensado, cuando menos se sabe que se llegará. La novela es un transitar de vuelta por esas las calles, por esos recuerdos, que marcaron su infancia. Ya grande y hecho un escritor, hace del oficio de la lectura y la escritura una forma de volver a casa, un ejercicio para poder contarse, que resume de forma extraordinaria con la siguiente frase: “Leer es taparse la cara. Escribir es mostrarla”.
Las historias no las cuentan ni quienes ganaron ni quienes perdieron, sino quienes sobrevivieron. Las guardan en silencio durante años hasta que deciden repensarlas y vivirlas de nuevo (a veces por necesidad, a veces por nostalgia, a veces para escribir un libro).
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17 de septiembre, 2013
La narrativa de Zambra es única e irrepetible. la belleza de la sencillez está plasmada en cada uno de sus libros.