A la memoria de Eduardo García, poeta
En un amigo caben
—como en ese cajón donde se encuentra
de pronto lo perdido—
la linterna sin pilas
y la costilla rota,
el fósforo quemado
y el páncreas para nada,
los anteojos que no quisieran ver
o la pupila propia.Si metiera la mano
al fondo del cajón,
y revolviese, amigo, tu comienzo
¿acaso no malgastaríamos
con toda reincidencia
las mismas energías que te faltan?
Ese viento obstinado era deseo.
Ese empecinamiento se llamaba vida.