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¿Es PDVSA todavía una empresa petrolera?, por Marianna Párraga

Cuando los entendidos revisan los balances financieros de Petróleos de Venezuela (PDVSA), casi nunca se detienen en el montón de números que conforman los gastos operativos.

A diferencia de otras estatales, como las maltrechas Corporación Venezolana de Guayana (CVG) y Corpoelec, la relación histórica entre los ingresos consolidados de PDVSA y sus costos ha sido “sana”, dejando un superávit lo suficientemente cómodo como para que no queden dudas de que la empresa está en posición de apalancar sus gastos e incluso transferir casi la totalidad de sus recursos excedentes al Gobierno.

La discusión nunca ha sido “si puede”, sino “por qué” incrementa sus aportes sociales y fiscales a expensas de sus necesarias inversiones. Todo eso en el papel. Pero en la práctica, hay indicios suficientes para afirmar que hoy en día la empresa tiene dificultades de pago, llegando a acumular astronómicas deudas con sus proveedores que han terminado por dificultar sus operaciones medulares de extracción de crudo y gas.

Esto quedó en evidencia una vez más en 2012 cuando, a la par del aumento de 35% que registraron las cuentas pendientes con proveedores, la producción de crudo mermó a 2,91 millones de barriles diarios, su nivel más bajo desde 2007.

En un año en que los precios se incrementaron apenas ligeramente, PDVSA no fue capaz de mantener a raya sus costos: incrementó nuevamente su nómina de trabajadores propios y contratados en Venezuela para llegar a 126.945 personas, siguió adquiriendo compañías no relacionadas directamente con su actividad, incorporó nuevas empresas mixtas que administrar y no fue eficiente en sus costos de producción por barril, los cuales volvieron a sufrir un incremento apreciable.

En total, los gastos operativos de la estatal subieron 58%, para superar los 23 mil millones de dólares al cierre del 2012 en un año de ventas declinantes, por lo que llegaron a abarcar 18,5% de sus ingresos, una relación que no se veía desde 2009, cuando la abrupta disminución de los precios del crudo hizo tambalear a la estatal, obligándola a apretarse fuertemente el cinturón durante los años siguientes.

La compañía, en su balance financiero, argumentó que “el aumento de 8.459 millones de dólares viene dado principalmente por los costos de labor y beneficio y bienestar, los cuales aumentaron por el efecto de la convención colectiva petrolera 2011-2013, el ajuste salarial de la nómina no contractual durante el período 2012 y el incremento en el aporte de PDVSA en los planes de salud”.

El costo de producción por barril se incrementó a un promedio de 11,09 dólares, lo que significa un alza de 47%, poniendo en duda el mito expandido de que en Venezuela se puede extraer crudo a uno de los costos más bajos del planeta. En México, por ejemplo, el costo de producción por barril fue de 6,84 dólares en ese mismo período.

Otros datos misceláneos

– Un analista muy conocido en Venezuela afirma que, bajo el gobierno de Hugo Chávez, PDVSA se convirtió en una empresa “tutti-frutti”, haciendo referencia a las múltiples funciones que cumple por asignación oficial.

– Al día de hoy, PDVSA no sólo está abarrotada de tareas relacionadas con la importación de alimentos, construcción de viviendas, asfaltado de vías y financiamiento de todo tipo de misiones sino que, al intentar tener a la totalidad de la industria en su puño, está abarcando actividades que eran propias de contratistas especializadas, como los servicios a pozos y el transporte marítimo lacustre.

– Al cierre de 2012, PDVSA acumuló 46 empresas mixtas que debe administrar, gerenciar, supervisar, revisar y financiar. Es por eso que en los últimos años ha intentado transferir la carga de las inversiones a los socios privados minoritarios, que en medio de crecientes pasivos se resisten a volver a meterse la mano en el bolsillo.

– Firmas de países tan distantes como Angola y tan cercanos, pero carentes de músculo financiero, como Cuba se repiten a lo largo del reporte operacional de la estatal, sin logros tangentes pero con un rosario de buenas intenciones, destacadas en un plan de desarrollo que todos los años conserva las mismas metas numéricas, pero postergando los años de inauguración de los proyectos productivos.

– Los proyectos relativos a actividades misceláneas, no relacionados con la actividad medular, le restan dinero a PDVSA y desgastan a sus gerentes, quienes ejercen cinco, seis o más cargos simultáneamente, así como un malabarista que agrega pelotas a su número.

– Aunque la estructura de costos aún es soportable a expensas del plan de inversión y de la elástica transferencia de recursos a programas sociales, las bases que la soportan están sentidas. Muchos analistas se preguntan a qué precio del crudo el gasto de PDVSA comenzará a hacer aguas y aunque no existe una sola respuesta parece que no es mucho menos que los 100 dólares por barril de los que hoy disfruta el país.

– PDVSA se va convirtiendo así en una empresa sobredimensionada incluso para sus estándares, sobrecargada de responsabilidades que le son ajenas por naturaleza, con una estructura de costos creciente y poco flexible en tiempos de precios petroleros bajos que constituye un grillete para caminar hacia el cumplimiento de sus postergadas metas de incrementar sus operaciones productivas.