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El nuevo Dicom: Ver bandas para creer; por Asdrúbal Oliveros y Jean-Paul Leidenz Font

Fotografía de Miguel Gutiérrez para EFE

Fotografía de Miguel Gutiérrez para EFE

El martes 23 de mayo de 2017 se decretó la puesta en marcha del “Nuevo Dicom”: un sistema de reparto de divisas cuya novedad resulta dudosa. Este anuncio se realiza en contexto de protestas de calle motivadas en buena medida por la debacle económica que vive Venezuela. Crisis que en 2016 generó una pérdida de bienestar resumible en 525,1% de inflación, un recorte de 50,7% en importaciones y una caída de 15,1% del Producto Interno Bruto en 2016, según nuestros estimados. Esta tendencia no parece mejorar en 2017.

Huelga señalar la importancia del sistema cambiario como uno de los factores causales de la crisis. Siendo la industria petrolera la principal fuente de divisas, al verse coartada en su capacidad de venderlas a un tipo de cambio competitivo, ha propiciado un crecimiento de la base monetaria de 227,0% en 2016 en forma de pagarés al Banco Central de Venezuela (BCV), con el fin de cubrir su flujo de caja en bolívares y contribuir de manera notable a la espiral inflacionaria. A esto habría que sumar las restricciones sobre importaciones y las distorsiones en su distribución debidas a un tipo de cambio muy por debajo del equilibrio de mercado. Sin duda, una reforma al sistema cambiario sería un paso esencial para ajustar la macroeconomía venezolana. Pero el “nuevo Dicom” parece distar mucho de esto.

A continuación, presentamos algunos puntos relevantes acerca de este “nuevo” mecanismo.

¿Quiénes lo controlan?

El encargado del nuevo sistema cambiario es Pedro Maldonado, cercano al Vicepresidente de la República, Tareck El Aissami, quien además entra como director del BCV y sustituye a Franklin Méndez. Es un movimiento en dos direcciones: por un lado implica un mayor control del Vicepresidente sobre el régimen cambiario y por otro desplaza a dos actores claves dentro del chavismo-madurismo: Rodolfo Marco Torres (quien venía controlando las liquidaciones de divisas en el sistema Simadi/Dicom) y a Rafael Ramírez, pues Franklin Méndez era una ficha cercana a su entorno.

Sobre la oferta de divisas

Dado los problemas de flujo de caja que afronta el Ejecutivo, el nuevo esquema arranca en un entorno de restricción de divisas. Entre enero y abril, el sector privado recibió a través de Cencoex y el Simadi/Dicom el equivalente a 672 millones de dólares. Se estima que para el período junio-agosto se pudieran liquidar 1.250 millones de dólares, meses en los cuales el “nuevo Dicom” concentrará más del 50,0% de las liquidaciones.

A partir de septiembre, y en vista de los compromisos de la deuda externa previstos para los meses de octubre y noviembre (3.434 millones de dólares), el Ejecutivo volverá a restringir significativamente las liquidaciones de divisas al sector privado.

Además, es importante tener en cuenta dos elementos: alrededor del 65,0% de las importaciones este año serán controladas por el sector público. Y dentro de esta proporción, el 75,3% se realizarán a tasa Dipro, que no ha sido eliminada. En el caso del sector privado estimamos que el esquema Simadi/Dicom/nuevo Dicom concentre el 40,7% de las importaciones.

Sobre las cotizaciones

Respecto al tipo de cambio, los técnicos se inclinan por bandas más depreciadas que las del Dicom actual, aunque no a los niveles del tipo de cambio paralelo, pues éste es considerado especulativo. Las discusiones apuntan a bandas que podrían moverse entre 2.000 bolívares por dólar y 3.000 bolívares por dólar. Pero no hay nada dicho, pues las mismas deben ser aprobadas por el Ejecutivo y anunciadas por el BCV.

En las primeras semanas de arranque del sistema, y si las bandas son elevadas y los niveles de liquidación altos, podría haber algún impacto sobre el tipo de cambio paralelo, estabilizándolo o incluso generando una muy leve presión a la baja momentáneamente.

Sin embargo, guiándonos por el comportamiento de los diferentes marcadores del tipo de cambio paralelo desde los primeros anuncios del “Nuevo Dicom” hasta el día de su oficialización, no parece haber confianza de parte de los agentes. En efecto, nada indica que los participantes del mercado paralelo esperen un cambio estructural del sistema cambiario. Esto se puede observar en la tendencia sostenida de depreciación desde el 23 de marzo, fecha del primer anuncio.

Esta nula confianza ante los anuncios reduce la probabilidad de que el nuevo mecanismo pueda afectar al tipo de cambio paralelo (incluso a corto plazo). Quedaría en manos de las autoridades “sorprender” al mercado, estableciendo bandas más cercanas a las cotizaciones recientes del paralelo y depreciándolas a medida que aumente la inflación acumulada (si acaso desean que la medida tenga algún efecto).

A la fecha, los anuncios sugieren que serán permitidas cotizaciones mayores que las bandas establecidas, en cuyo caso se realizarán subastas contingentes (adicionales) los días viernes para intentar bajar el tipo de cambio de equilibrio por debajo de la banda superior. Si esto efectivamente se cumple, en conjunto con bandas realistas, podría ocurrir la “sorpresa” mencionada anteriormente. No obstante, desde la creación de Simadi en 2015 se ha prometido flotación del tipo de cambio de subastas y ya la historia es harto conocida y decepcionante.

Hablando de límites…

Motivadas por la restricción de divisas –y su dudosa voluntad para permitir flotación del tipo de cambio resultante–, las autoridades han establecido límites máximos a los volúmenes demandados mediante el “nuevo” mecanismo. Las personas jurídicas sólo podrán demandar hasta 30% de sus ingresos brutos declarados en el ISLR o 400.000 dólares mensuales, dependiendo cuál sea mayor. Las personas naturales enfrentarán un límite anual de 2.000 dólares y con un máximo trimestral de 500 dólares.

Además, las autoridades hicieron hincapié en la posibilidad de utilizar la cotización del nuevo Dicom para efectos de la estructura de costos de las empresas que recibieran adjudicaciones a dicho tipo de cambio.

Por otra parte, las personas jurídicas que deseen vender divisas a la tasa resultante, sin participar en las subastas, podrán hacerlo a través de operadores cambiarios. El límite por operación será de 10.000 dólares.

Incógnitas e inconvenientes adicionales

El sector privado petrolero sigue siendo una incógnita, pues, aunque los técnicos se inclinan a permitir su participación, la decisión pasa por la aprobación del Ejecutivo, que en el pasado ha impedido una participación libre de las empresas socias de Pdvsa en el esquema cambiario.

En caso de permitirse su participación como ofertantes, especialmente aquellas que poseen mejoradores de crudo como Petrocedeño, Petropiar, Petromonagas y Petroanzoátegui, esto podría aliviar considerablemente su flujo de caja en bolívares.

Una restricción preocupante en el funcionamiento del “nuevo” Dicom es la necesidad de poseer cuentas en divisas en la banca pública comercial (Banco Bicentenario, Banco de Venezuela y Banco del Tesoro), debido a la ausencia de bancos corresponsales en el extranjero para dichas entidades. Esto limitaría la posibilidad de realizar transferencias internacionales desde dichas cuentas, constituyendo un riesgo relevante para los demandantes de divisas quienes podrían verse imposibilitados de sacar dichos dólares del país.

Esperar y ver… Sin mucha esperanza

Para concluir, el “nuevo” Dicom no parece apuntar a un cambio estructural en el sistema cambiario venezolano. Ni la reacción del mercado ni los detalles sobre límites a los volúmenes demandados parecen dar razones para ser optimistas. Obedeciendo a la lógica política de los últimos años, es bastante probable que termine resultando en un segundo tipo de cambio fijo más depreciado que Dipro (10 bolívares por dólar) o la actual cotización del “viejo” Dicom.

Sin embargo, falta ver las decisiones que se tomen sobre las bandas a establecer. Si dichas bandas se aproximan a las cotizaciones del tipo de cambio paralelo, y se deprecian de manera cónsona con la inflación, podríamos estar ante otro escenario aunque esto sea muy poco probable.