Perspectivas

El laberinto de las cifras; por Marcelino Bisbal

Por Marcelino Bisbal | 11 de octubre, 2017
Fotografía de Diego Vallenilla

Fotografía de Diego Vallenilla

I

Desde las estadísticas, la gente y la realidad acechan parafraseando al mexicano Carlos Monsiváis: los números retan a las palabras, en definitiva, a la retórica. No hay nada más contundente que las cifras que, desde diversos frentes, se arrojan intentando explicar la realidad. “Los números, así se les disminuya, hacen palidecer a los vaticinios”, nos sigue diciendo Monsiváis. Es que el lenguaje escrito hablado se puede adornar con artificios lingüísticos y la realidad, por contundente que sea, aparecerá también decorada con esos mismos artificios. Por eso las estadísticas resultan siempre un lenguaje duro y contundente que intenta, a veces de manera dramática, explicar los hechos que se suceden en la sociedad, en la propia vida.

Sin embargo los números, en cuanto lenguaje, requieren de las palabras para hacerlos hablar, para que se expliquen. Un lenguaje –las estadísticas y las cifras– no puede estar sin el otro –las palabras–. Forman un matrimonio perfecto, casi indisoluble.

En los tiempos que corren, ante la retórica engañosa y la desinformación gubernamental –la “posverdad” la llaman ahora–, el ciudadano cree cada vez menos en las palabras y se siente más confiado, incluso diríamos que más a gusto, con las cifras. Los datos, arrojados por las encuestas, quieren reflejar la  situación social y económica, y  hoy se han convertido en las nuevas metáforas. Nuevamente Carlos Monsiváis acude en nuestro auxilio cuando nos dice “que los números no son poéticos pero su retórica se impone al ser objetos de la religiosidad contemporánea”. Antes nos expresaba que la retórica política, o la retórica social, hoy se considera irrelevante si no va acompañada de cifras, de datos, de porcentajes…en definitiva de los resultados que nos arrojan las encuestas:

“Ahora, y no solo entre políticos, las frases que dan relieve a discursos o conversaciones ya no provienen de la intención metafórica sino de las encuestas o las estadísticas”

 II

Viendo la realidad de Venezuela hoy, podemos apreciar el desplome de la vida social en general. El señor Nicolás Maduro y su gobierno viven a punta de posverdades, lo que no es más que sembrar falsas ideas del país y de cuanto sucede en él. En la era de las estadísticas y de los llamados nuevos medios podemos contrastar, contextualizar, filtrar y  visualizar las convulsiones en la que todos los venezolanos estamos envueltos y que son el resultado de estos casi ya diecinueve años.

Se nos ha dicho que el poder del lenguaje es el acto de imaginar y el de nombrar. Pero siento que en estos momentos el lenguaje resulta insuficiente para nombrar y entender lo que estamos viendo y viviendo. Necesitamos del auxilio de otros signos para imaginar y nombrar. Diríamos, entonces, que el poder de las cifras y los resultados de las encuestas pueden ser el vehículo-puente para hacernos conscientes de lo dramática que resulta la vida en sociedad en la Venezuela del presente.  Esas cifras nos dejan ver cómo el país se nos manifiesta trágicamente, cómo el país se derrumba ante la mirada impasible de los políticos del gobierno y de muchos ciudadanos. Estamos asistiendo al espectáculo de cómo la nación se está desvaneciendo ante nuestros ojos y todavía hay ciudadanos que creen que este modelo político, que se ha ido instalando poco a poco, nos va a solucionar el desorden y la irracionalidad gubernamental.

Viendo todo lo que estamos presenciando y padeciendo recuerdo aquellas palabras que alguna vez leí del alguien que citaba al novelista británico de origen polaco Joseph Conrad en El corazón de las tinieblas: “Estaba escrito que yo debería serle leal a la pesadilla de mi elección”.

III

Hagamos el ejercicio de ver algunas cifras, algunos datos producto de las encuestas,  para retratar una vez más la vida del presente.

 –Hace tan solo un par de semanas que el presidente de la República decretaba nuevas medidas extraordinarias en los ámbitos social, económico y político. Decía Nicolás Maduro que se trata de un “estado de excepción” ante la actual crisis, para superar así la pobreza. Pero hoy sabemos, por la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), que 82 % de los hogares venezolanos está en pobreza y que esta ha venido aumentando en estos años: 53% en 2014, a 75% en 2015 y 82% en 2016. En la misma encuesta Luis Pedro España nos dice que “la mayor de las causas de la pobreza es de origen económico, vinculado a la caída del ingreso y en segundo lugar a la precariedad laboral”.

–Esas llamadas “medidas extraordinarias”, que representan más de lo mismo por lo que hemos visto a lo largo de todos estos años, no podrán resolver la inflación acumulada que en lo que va del año 2017 alcanza ya la cifra de 249 % y que en 2016 cerró en 274 %. La medición que hacen los economistas nos dice que para diciembre cerraremos con una inflación cercana al 1400 %.

–Las cifras desmienten todo los discursos gubernamentales. Por ejemplo, en el tema del petróleo. Las divisas por explotación petrolera han descendido a 48.002 millones de dólares en 2016 y en este 2017 el descenso de las divisas petroleras fue del orden de 72.169 millones de dólares, es decir 24.167 millones menos. Los datos de la OPEP apuntan que nuestra producción se ubica en 2.1 millones de barriles. La pregunta: ¿Qué pasó con los 3.1 millones de barriles que se nos dijo producíamos en 2013?

–Sigamos con nuestra principal y casi única riqueza. Desde 2015 la industria petrolera ha perdido, según el economista Luis Oliveros,  8 millardos de dólares por caída en la producción. A pesar del aumento del barril de petróleo en estos meses, estamos percibiendo menos divisas debido a que nuestra producción ha venido descendiendo en los últimos años. En 2012, cuando Hugo Chávez lanzó con  bombos y platillos el Plan Siembra Petrolera se le dijo al país que nuestra producción se ubicaría en 5.8 millones de barriles de petróleo por día. ¿Qué sucedió?

–Recientemente la organización Transparencia Venezuela presentó una investigación que nos dice que desde 2001 hasta lo que llevamos de 2017 el Gobierno pasó de ser propietario de 74 empresas a 526. Este crecimiento se debió a confiscaciones, expropiaciones, nacionalizaciones, reestatizaciones y asociaciones. Hoy muchas de esas empresas tienen pérdidas millonarias, otras han dejado de producir y la mayoría están en banca rota. Una buena cantidad de esas empresas han requerido del auxilio financiero, que se ubica en un monto de 592 mil millones de bolívares. La conclusión del informe de Transparencia Venezuela es tajante:

“De acuerdo a los hallazgos de la investigación la sociedad venezolana ha sido la gran perdedora en la apuesta del Gobierno por hacerse empresario, pues la mayoría de las empresas no han reportado beneficios al país, ni en dividendos, regalías o impuestos, y mucho menos en bienes y servicios”.

Conclusión: hoy dependemos casi en un 100 % de las importaciones y estas se han visto reducidas por insuficiencia e insolvencia económica del Gobierno.

–El tema de la desnutrición infantil  nos muestra cifras escalofriantes. Susana Rafalli, quien es nutricionista de Cáritas Venezuela, ha venido diciendo que la mortalidad infantil se ha incrementado en estos últimos años, la desnutrición en niños se ha duplicado y la muerte por esa desnutrición en hospitales aumentó en 260 %.

–El investigador Roberto Briceño-León, en relación con el tema de la violencia, nos expresa que en estos años la inseguridad y la tasa de homicidios ha crecido de manera escandalosa: en 2016 se registraron 28.000 homicidios y en lo que llevamos de 2017 se ha dado una tendencia progresiva. El mismo Briceño-León, con relación a la inseguridad, nos apunta que 94 % de los encuestados afirma que Venezuela es el país más inseguro del mundo y 21 % afirmó haber sido víctima de la violencia en 2016.

…y un largo y dramático etcétera.

III

Cuando se instaló la inconstitucional Asamblea Nacional Constituyente (ANC) dijeron que “la Constituyente debe ampliar y perfeccionar el sistema económico venezolano para dejar dibujado e instalado un nuevo sistema económico postpetrolero”. Nicolás Maduro remató expresando que “el reto más grande que tenemos es lograr la prosperidad económica”. ¿Cómo? ¿Construyendo una nueva economía como nos han repetido en distintas ocasiones y actos? La fórmula que nos plantean: “Concentrarnos tanto en las políticas de control de precios como en generar alternativas de distribución para la producción nacional”. El plan –nos siguen repitiendo–  es levantar la producción para acabar con el desabastecimiento y en consecuencia con la inflación y el alto costo de la vida”.

Llevan un poco más de dieciocho años fuera de la realidad. Mi padre solía decir que “no saben por dónde les da el aire”. ¡Es cierto!  Con  ellos, como dice la estrofa de una canción, “no hay salida fácil”. La improvisación, la corrupción, la incapacidad, el despilfarro, el populismo llevado a extremos, el desfase y el trasnocho ideológico, la economía de la ilusión, el desperdicio… son las desdichas con las cuales estos señores gobiernan, mejor dicho, desgobiernan.

El país puede cambiar y debe de cambiar. Este domingo 15 de octubre puede ser el inicio del cambio. La salida no será inmediata, pero será el comienzo si usted que me lee y yo votamos. El desorden, que hasta ahora se ha instalado en la realidad del presente, puede tener los días contados.  De no votar y dejar que ellos sigan acaparando al país entero la resignación será la única alternativa posible. Al final, ojalá no tengamos que repetir aquello que nos escribía Monsiváis: “El tiempo se deja atrapar por el reloj para huir del fastidio de la eternidad”. Salgamos el 15 de octubre a votar y hagamos del voto, nuestra única arma, el inicio de la fiesta democrática. ¡Es posible!

Marcelino Bisbal 

Comentarios (1)

Antolín Martínez Allegue
16 de octubre, 2017

Ya hoy, 16 de octubre, se sabe que, entonces, la resignación es el camino. “Hay un camino”: ¿la resignación? Oigan a quien viene planteando una salida hace rato, alguien que tiene sobrada experiencia. Es un anciano, pero está mucho más claro que los dirigentes opositores jóvenes. Aristeguieta se apellida…

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