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El demagogo convierte al pueblo en populacho; por Wolfgang Gil Lugo

Por Wolfgang Gil Lugo | 11 de agosto, 2017
The Orator (1920), de Magnus Zeller

The Orator (1920), de Magnus Zeller

La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores”
Abraham Lincoln

Aristófanes (Atenas, 444 a. C.- 385 a. C.) fue el más grande comediógrafo de la antigüedad. La obra de Aristófanes destaca por ridiculizar, con mucha gracia, las costumbres de sus contemporáneos, pero más allá de eso fue un crítico de la cultura, y, sobre todo de la política.

En sus comedias denunció los males que llevarían a la democracia ateniense a la decadencia. Con perspicacia se dio cuenta cómo la demagogia es la enfermedad que corrompe la democracia, y cómo luego se convierte en tiranía.

En la comedia Las aves, nos describe el proceso de decadencia política. Para llevarla a cabo, asume una estrategia indirecta. Aunque muy consciente de su realidad, Aristófanes no ataca frontalmente a la política de su ciudad. Muestra su rechazo apelando a una solución utópica, la cual utiliza en forma humorística.

Las utopías tienen la función de denunciar las injusticias existentes. Las utopías son sueños, es decir, constituyen un espacio de la imaginación que permite que el deseo se realice sin ser reprimido en nombre de la realidad. Hay dos tipos: las serias y las cómicas. En el caso de las utopías serias, la función es mostrar alguna potencialidad presente en la sociedad que no se ha podido desarrollar. Tal es el caso de La república de Platón y la Nueva Atlántida de Bacon. Ambas muestran cómo sería una sociedad bien ordenada donde la jerarquía natural no está subordinada a la jerarquía de dominio, es decir, donde la moral guía a la política para que se cumpla la justicia distributiva.

En el caso de las utopías cómicas más bien habría que hablar de distopías. El autor hace una caricatura de lo que sería el sueño para algún tipo característico de mentalidad. En los Viajes de Gulliver, Jonathan Swift nos regala una parodia de una comunidad científica llevada al extremo. Swift describe la ciudad ficticia de Lagado, famosa por su Gran Academia de Proyectistas, donde se reúnen sabios de todas las profesiones. Lemuel Gulliver visitó la academia, donde pudo presenciar experimentos para obtener energía solar de pepinos, crear sedas de araña resistentes y reducir el lenguaje a un conjunto de sustantivos monosílabos. Todos los experimentos eran razonablemente coronados con el más absoluto fracaso, pero eso nunca echó por tierra la reputación de la academia.

Las aves de Aristófanes también es una utopía cómica. En este caso, la de un candidato a tirano. Las consecuencias de esta fantasía las llevará el comediógrafo al extremo para producir un efecto irónico que nos haga reflexionar.

Primera metamorfosis: de demagogo a pájaro

La comedia nos narra las aventuras de Pistetero (“persuasivo”, “convincente” o “charlatán”) y Evélpides (“esperanzado”, “ilusionado” o “crédulo”), quienes abandonan Atenas para buscar la felicidad fuera de ella, y fundan una ciudad suspendida en el aire. Ambos emprenden este viaje para encontrar un país libre de conflictos, donde pasar tranquilamente la vida. Buscan a Tereo, quien fue rey de Tracia antes de ser transformado en pájaro; por eso es que hay muchas aves que están a su servicio como esclavos. Cuando lo encuentran, le preguntan si en las comarcas que ha recorrido volando ha visto alguna ciudad como la que ellos desean.

Tereo enumera una serie de ciudades, pero ninguna llena las expectativas de este par de buenos para nada. Aquí tiene lugar un giro. Pistetero le propone a Tereo la construcción de una ciudad en los aires, con la ventaja de que así podrían gobernar sobre los hombres. La idea entusiasma al antiguo monarca, especialmente porque Pistetero le dice que podrá cobrar tributo a esos mismos hombres cuando estos hagan sacrificios a los dioses, ya que si estos no quisieran pagar, ellos estarían en condiciones de impedir que el humo de las víctimas atravesase la ciudad, que estaría ubicada entre el cielo y la tierra.

Aceptada la idea por Tereo de crear la ciudad, convoca a una asamblea constituyente a la cual acuden las aves quienes, al ver a los dos humanos, los reciben con desconfianza. Cuando los pájaros se preparan, en un primer momento, a embestir y despedazar a los temerarios mortales que han osado penetrar en sus dominios, Tereo logra calmarlos. Luego, la furia de los animales se transforma en indescriptible entusiasmo, cuando Pistetero exhibe su plan para devolver a los volátiles el cetro del mundo, que antes les había pertenecido.

Los dos atenienses son naturalizados inmediatamente y, por un acto de magia, convertidos en pájaros. La nueva ciudad es bautizada Nefelecocigia, nombre impronunciable que significa ‘ciudad de las nubes y los cucos’. La construcción de dicha ciudad se realiza en un abrir y cerrar de ojos, y a continuación se envían dos embajadores al cielo y a la tierra a informar sobre la nueva urbe y las condiciones de los que la gobiernan.

Lo primero que hay que entender es por qué los dos protagonistas buscan la felicidad fuera de la ciudad. Para los antiguos, no podía existir felicidad fuera de la ciudad. Por eso el destierro era considerado una pena más severa que la condena a muerte. Hay que entender que ese autoexilio no debe ser tomado en sentido literal. Los dos protagonistas se sienten enfermos por la cultura democrática. La democracia implica debate y diferencia de opiniones. Las libertades implican desacuerdos. Esa nueva cultura, la democrática, dio lugar al desarrollo de la retórica como virtud política, oportunidad que aprovecharon los sofistas para vender sus mercancías intelectuales.

Es muy significativa la búsqueda de la felicidad en un mundo de pájaros, es decir, un mundo inferior al humano. Su propósito evoca la vuelta a la naturaleza de Rousseau, lo cual supone un agotamiento de la civilización. Los antiguos tenían muy clara la jerarquía natural: dioses, humanos y bestias. Pistetero y Evélpides quieren un cambio involutivo, para lo cual debe tener lugar una trasgresión que, en este caso, toma la forma de la bestialización.

Paradójicamente, a pesar de su rechazo al mundo de los litigios democráticos, Pistetero posee grandes aptitudes retóricas. Con dicha elocuencia convence a Tereo, y luego a las aves. Así descubrimos que Pistetero es un demagogo. Con su elocuencia somete a los pájaros y los pone a su servicio.

Como decía Abraham Lincoln: “La demagogia es la capacidad de vestir las ideas menores con las palabras mayores”. Esa capacidad tiene el propósito de conducir al pueblo mediante la seducción. El demagogo convierte al pueblo en populacho. Como forma política es la dominación tiránica de la plebe. Su práctica consiste en atraer al pueblo mediante promesas imposibles, halagos o, simplemente, mediante el engaño, para conseguir o mantenerse en el poder.

El demagogo vino a ser el tipo de político irresponsable que explota las necesidades fomentando los instintos y los vicios de la multitud para erigirse en amo. El mismo Aristófanes colaboró a establecer el significado del término en su obra Los caballeros.

Una vez que Pistetero ha convencido a las aves de crear un reino, les ordena intervenir en el espacio intermedio entre hombres y dioses. Así crean un bloqueo entre el mudo humano y el mundo divino.

Segunda Metamorfosis: de pájaro a tirano

Pistetero hace realidad el sueño de cometer dos transgresiones más: someter a los humanos con sus promesas, y a los dioses con sus estratagemas: dos formas extremas de soberbia.

Cuando la diosa Iris atraviesa el cielo es atrapada por los pájaros. Iris tiene que retirarse mal parada, oyendo de boca de Pistetero, que no hay más dioses que las aves, y que el paso a través de la nueva ciudad queda prohibido, hasta nueva orden, a las divinidades olímpicas.

Los hombres, en la Tierra, decretan una corona de oro al fundador de Nefelecocigia. Las aves se han puesto de moda y hacen tal furor en Atenas, donde una multitud pide alas y plumajes.

Camino del Olimpo llega Prometeo, quien revela a Pistetero el hambre canina que aflige a los dioses, puesto que desde la fundación de Nefelecocigia, ningún mortal ofrece ya sacrificios a los dioses y no sube hasta ellos el humo de las víctimas.

Prometeo le asegura que pronto Zeus le enviará una embajada a Pistetero; pero que él no debe pactar mientras el rey de los dioses no restituya el cetro a las aves y no le dé por esposa a una hermosa doncella llamada Soberanía. Pistetero no duda de lo que Prometeo le comunica ya que este siempre ha querido a los hombres. No en balde les regaló el fuego.

Prometeo se retira con todo tipo de precauciones para no ser visto por Zeus. Una embajada, compuesta por Neptuno, Hércules y por el dios bárbaro Tribalo, presenta por fin sus proposiciones a las aves y se estipula la paz: se pacta el paso libre por Nefelecocigia. Pistetero exige como condición que Zeus entregue su cetro a las aves, y a él, Pistetero, la mano de Soberanía. La comedia concluye con un jubiloso canto de Himeneo.

Esta es la absurda síntesis de la comedia: el hombre, que primero se convierte en pájaro, hereda el poder del mismo Zeus usurpando su reino. Una transgresión llevada al extremo.

Pistetero es un hombre que combina los rasgos peculiares de un animal con los poderes reservados a un dios. Logra alcanzar estos poderes a través de sus habilidades políticas, las cuales le ayudan a persuadir a los pájaros a que persigan a los intrusos de la nueva ciudad celestial, y también a través de un deseo erótico abrumador, que lo lleva hasta la cama de la diosa Soberanía y hasta el cetro de Zeus.

Hay que destacar que, por medio de su matrimonio arreglado, Pistetero se hace soberano en el sentido eminente del término. Como lo describe Agamben: “Yo, el soberano, que estoy fuera de la ley, declaro que no hay un fuera de la ley”. (Agamben, Giorgio: Homo Sacer: el poder soberano y la nuda vida. Valencia, Pre-Textos, 1998, p. 27). El soberano impone la ley y no está sometido a ninguna ley. De esa forma es el dueño de las vidas de todos sus súbditos.

Cuando el crimen sí paga

Las aves es la realización del sueño del tirano. Según Freud, los sueños son proyecciones de deseos. Aristófanes da rienda suelta al inconsciente de un hambriento de poder. Nos describe cómo se bestializa, vale decir, cómo ocupa un lugar intermedio entre lo humano y lo animal. Luego vemos cómo su nueva condición le permite ocupar el lugar intermedio entre humano y dios.

Esta comedia tiene mucho de fantasía del superhombre nietzscheano. Gracias al diálogo platónico en Gorgias conocemos a Calicles, un discípulo del sofista Gorgias de Leontini. En Calicles se da la combinación tóxica de cultivo de la elocuencia, desprecio por la democracia y ambiciones de convertirse en déspota. Si conjeturamos cómo pudo haber sido su sueño megalómano, llegaríamos a vislumbrar algo muy similar a Las aves.

Aristófanes nos presenta un final obsceno. El protagonista no sufre la némesis o castigo de los dioses, por su soberbia, hybris. La estrategia de Aristófanes recuerda a la comedia La ópera de tres centavos de Brecht, donde un pillo simpático también se sale con la suya. Brecht, al igual que Aristófanes, busca este distanciamiento para despertar en el espectador un espíritu crítico. Ambos dramaturgos usan el humor y la ironía para alertar a la sociedad del abismo que le amenaza.

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Wolfgang Gil Lugo 

Comentarios (1)

Jose Pirela
12 de agosto, 2017

El muro de contención contra el demagogo se construye con la educación ciudadana. Educación para la libertad económica; educación para rechazar la política del poder; y educación para defender la República Democrática. Desde la segunda mitad de la Primaria y durante toda la secundaria.

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