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El colapso de la producción petrolera continúa; por Armando Romero

Fotografía de Isaac Urrutia para Reuters

Fotografía de Isaac Urrutia para Reuters

El pasado lunes 13 de febrero, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) publicó en su portal web una nueva edición de su Monthly Oil Market Report (MOMR), de nuevo con noticias poco alentadoras para Venezuela. De acuerdo con la publicación, la producción de crudo en el país durante el mes de febrero descendió por debajo de dos millones de barriles al día por primera vez desde agosto de 1990 (poco menos de 27 años, sin considerar las irrupciones de diciembre de 2002 y enero de 2003).

Las fuentes oficiales (“Comunicación directa”) y no oficiales (“Fuentes secundarias”), publicadas por OPEP, evidencian la continuación en el colapso de la producción petrolera que comenzó a mediados de 2015. Esto ocurre aun cuando, apenas esta semana, Pdvsa ha solicitado recortes a sus operadores para cumplir con los recortes de producción acordados por la organización a partir de enero de este año.

Además, esta caída en la producción petrolera nacional se suma a una reiterada serie de bajas que causaron preocupación y fueron motivo de noticia durante 2016. La pérdida acumulada de producción desde enero de 2016 supera 320 mil barriles por día. La caída de 120 mil barriles en el mes de mayo de 2016 fue la mayor desde diciembre de 2002, cuando la industria atravesaba una paralización nacional.

Esta alarmante situación ha sido atribuida principalmente a problemas operativos en la industria, agudizados por la reducción de actividades de contratistas de servicios en el país. La acumulación de deuda con estos y otros proveedores ha afectado severamente las operaciones en todo el país.

Sin embargo, la reducción del volumen de crudo generado por la industria es una tendencia sostenida desde noviembre de 1997, cuando se alcanzó un máximo superior a 3 millones 300 mil barriles por día. De hecho, la cantidad de taladros operativos en la industria ha caído desde enero del mismo año desde niveles históricamente altos. Éste es un indicador claro de contracción de la actividad y las inversiones en la industria durante los últimos 20 años, arrastrando consigo los niveles de producción. De hecho, es la principal preocupación al evaluar el desempeño del sector.

Las cifras son el resultado de la acumulación de problemas operacionales, gerenciales y financieros que han deteriorado gradualmente el desempeño de la industria. La diversificación hacia actividades no petroleras, el incremento del endeudamiento y su costo, la reducción de la eficiencia operativa, deficiencias en el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco, la acumulación de deuda con proveedores y otros pasivos no financieros, el incumplimiento de los planes de inversión y el aumento de la carga fiscal son algunas de las razones del declive estructural de la actividad petrolera en el país.

Durante la época de altos precios del petróleo, la mayor parte de las necesidades causadas por estas limitaciones podían ser cubiertas con altos ingresos, ocultando sus ineficiencias. El colapso reciente de los precios encuentra sorprendida a una industria que no sacó provecho de la parte alta del ciclo para hacer las inversiones y mejoras pertinentes. Bajo las condiciones actuales, el sector petrolero debe enfrentarse a un entorno adverso con serias dificultades internas.

En meses recientes los resultados del modelo de gestión saltan a la vista, con graves consecuencias para el país. La caída en la producción petrolera implica una contracción en el ingreso de divisas a la economía, al caer más rápido las exportaciones que la producción, con una consecuente caída adicional en las importaciones. Esto ocurre a la par de un severo recorte por la caída de precios y la necesidad de cumplir con compromisos de deuda.

Además, la industria petrolera nacional pierde espacios, reduciendo su participación en la producción mundial e incluso convirtiéndose en un riesgo de suministro para el mercado global. Finalmente, todas estas aristas añaden problemas de confianza que pueden afectar el desarrollo futuro de la industria.

Desde junio de 2015 el alarmante declive de la actividad petrolera ha continuado. Ésta es una señal de que no ha habido cambios significativos en las operaciones y finanzas de la industria. Además, la aceleración de la caída en taladros operativos indica que la caída probablemente continuará en los meses siguientes de no ocurrir mejoras. La recuperación de la eficiencia de los taladros y la producción petrolera pasa por modificar cuanto antes el modelo de gestión, que representa un ejemplo de prácticas erradas para la región.

Los indicadores clave de la industria muestran en forma clara las razones de este deterioro y sus consecuencias. El Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA ofrece una mirada al sector de los hidrocarburos y sus principales indicadores en su reporte Energía en Cifras 2014-2015, incluyendo un detallado análisis de sus características, alcance e implicaciones.

En esta ocasión Energía en Cifras 2014-2015 se rediseña y amplía para mostrar un panorama completo, actualizado y crítico del sector. Además, el reporte incluye las perspectivas a futuro dentro del mercado energético, un mapa de actores clave en la Faja Petrolífera del Orinoco y las oportunidades y desafíos que enfrenta la industria en un entorno cambiante que genera nuevos retos para quienes se desempeñan en los sectores público y privado involucrados. Comprender estos elementos resulta clave para analizar el entorno económico, político y social que enfrenta el país en 2017.

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Armando Romero es economista egresado de la Universidad de Carabobo e investigador del Centro Internacional de Energía y Ambiente del IESA.