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El Check List del perfecto manipulador; por Rubén Monasterios

Ilustración tomada de Finance For Rentrep. http://financeforentrepreneurs.com

Pieza tomada de Finance for Rentrep.

En Internet corren falsedades a diestra y siniestra. Individuos sin oficio y con pretensiones de bromistas, es de suponerse, o tal vez inducidos por alguna velada intención perversa, se ocupan de introducir en el sistema información falaz.

Algunas son las llamadas leyendas urbanas. Historias imaginadas a partir de acontecimientos reales (¡Elvis Presley sigue vivo!). Otras son pretendidas “explicaciones alternativas” a las dadas oficialmente, respecto a un acontecimiento o encadenamiento de sucesos trascendentes; su leitmotiv es la existencia de un grupo secreto muy poderoso, una secta o similar, que maneja los hilos de la historia desde las sombras, animado por el propósito de dominar al mundo.

En la maquinación, sus autores suelen involucrar a personalidades notables con el fin de potenciar la relevancia y credibilidad del asunto. El modus operandi de los perpetradores de la patraña consiste en forjar cierta documentación con tanta minuciosidad, que es difícil ponerla en tela de juicio, y “descubrirla” en forma fortuita. Eventualmente, su intención es aparecer como héroes redentores de la humanidad, a la que han salvado de un destino atroz. Son las teorías conspiracionistas.

De un tiempo a estos días, figura en la red una de ellas muy bien tramada; se trata de un documento titulado Diez estrategias de manipulación entresacado de otro titulado Armas silenciosas para guerras secretas, fechado en mayo de 1979 y encontrado por azar ─naturalmente─ en julio de 1986, en una fotocopiadora IBM comprada en una subasta de material militar desincorporado, en cuyo mecanismo se olvidó el documento.

La impresionante advertencia TOP SECRET encabeza al texto, y en ninguna parte figura el nombre del autor o de la organización que lo originó. Algunos “indicios” conducen a suponer que fue el Grupo de Bilderberg. Se dice que este selecto y discretísimo “club de reflexión” reúne personas extremadamente poderosas de los ámbitos de las finanzas, la economía, la política, las fuerzas armadas y de los servicios de inteligencia de las grandes potencias. Sus encuentros ocurren periódicamente en altas condiciones de seguridad y sin presencia de la prensa. Un rumor hace saber que su propósito es controlar la economía mundial; de modo que es una teoría de conspiración enredada con otra, lo cual no es raro en estos aconteceres.

Atribuyen la autoría de las Diez estrategias nada menos que a Noam Chomsky, un científico de la comunicación calibrado por el NY Times como “el más importante de los pensadores contemporáneos” y probablemente el más influyente lingüista de la Historia.

Digamos, de plano, que en un mensaje destinado al estudioso de los mecanismos de control mediático y pornólogo Naief Yehya, el científico niega su participación en el documento en cuestión. “It’s a fake. I don’t know the source. Some of it is drawn from, or similar to, things I’ve said. But it is not mine”, Noam Chomsky.

Incluso admitiendo su condición de aspecto de una de teoría conspirativa, vale decir, de un proyecto de dominación falso, es interesante conocer las Diez estrategias, por cuanto son auténticas tácticas (mejor que estrategias) de poder.

El poder social es uno de los temas de estudio de la Sociopsicología; en su contexto las aludidas tácticas se definen como cualquier recurso de que se valga una entidad para influir en el comportamiento de otra en función de sus intereses. Efectivamente, son medios de manipulación; están a disposición de cualquiera y todos pueden valerse de ellas. Cuando la joven señora se muestra compungida y llorosita por quedarse sola, al percibir en su marido la intención de salir esa noche de farra con sus amigotes, se vale de una táctica de poder (emocional en este ejemplo: pulsión del afecto) a propósito de influir en función de su objetivo: que no salga.

Las tácticas operan en todos los niveles de la vida social, desde la pareja hasta la comunidad global. A partir de determinados niveles de extensión y complejidad de la colectividad, se administran por la vía de los medios de comunicación de masas, o mediante políticas de la entidad en el poder, las cuales muy rara vez se hacen explícitas. Por ejemplo, la actitud de lenidad ante la acción de la delincuencia es una táctica de poder de un gobierno, usada en correspondencia con su estrategia destinada a debilitar la estructura psicosociológica de la masa mediante el miedo, y en tal sentido hacerla más manipulable.

A continuación, en forma resumida y con algunas modificaciones, el que apropiadamente podríamos llamar Decálago de la manipulación de masas.

Sugiero al lector el juego de asumirlo como una check list, o lista de verificación, atribuyendo a cada ítem los valores “1” ó “0”, según las reconozca, o no, en la acción política propia de un ambiente cualquiera.

1. Distracción. Consiste en desviar la atención de la masa de los problemas importantes y de los cambios a su favor decididos por las elites políticas y económicas, mediante el diluvio de continuas informaciones insignificantes, la promoción de actividades recreativas (el antiguo “circo” de los romanos). También, originar crisis de gran magnitud con el fin de focalizar la atención de la masa en ellas, distrayéndola de los problemas cotidianos que la agobian, o de un objetivo contrario a los intereses del poder.

2. Problema-reacción-solución. Se crea un problema, una situación que causa alarma y angustia, prevista para lograr cierta reacción en la masa, a fin de que la gente clame por medidas que el poder desea implementar. Por ejemplo: permitir el desenvolvimiento o intensificación de la violencia urbana, o realizar atentados sangrientos, a fin de inducir en la gente la demanda de soluciones, las cuales vienen a ser leyes y disposiciones de seguridad en detrimento de los Derechos Humanos y de la libertad. O también, crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales.

3. Gradualización. Para hacer que la masa se someta a una disposición que causará repudio generalizado, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas. Expropiaciones, precariedad, devaluación de la moneda, desempleo, salarios insuficientes, etc.; tantos cambios que hubieran provocado una reacción opuesta al poder de haber sido aplicados de una sola vez. (Es la vulgarmente llamada “política de la vaselina”.)

4. Dilación. Es el “dejarlo para después”, el laissez passer. Ante el reclamo de una medida exigida por la masa o un sector de la colectividad, el poder no la niega ni acepta; responde que “la estamos estudiando”, “se someterá a consulta”; tratándose de crímenes y actos de corrupción, la actitud correcta es “estamos investigando”, sin llegar jamás a nada. El reclamo o supuesta indagación de actos delictivos, a la larga se disuelve en la vorágine de agobios cotidianos. Se olvida, deja de ser asunto de primera plana. También es otra manera de hacer aceptar una decisión impopular conveniente al poder. Se le anuncia como un “sacrificio doloroso y necesario” que habrá de hacerse en el futuro. Es más fácil aceptar un problema por venir que asumirlo de inmediato; se fundamenta en el principio de manipulación de acuerdo al cual la masa lo último que pierde es la esperanza; tiene la tendencia a esperar ingenuamente que “todo mejorará mañana”, por lo tanto, el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo a la masa para acostumbrarse a la idea del cambio desfavorable y de aceptarlo con resignación cuando llegue el momento.

5. Infantilización del discurso. El poder considera a la masa deficiente mental, o una criatura de poca edad. Cuanto más se intente engañar al receptor, mayor la tendencia a adoptar un tono infantilizante, simple, elemental.

6. Emotividad sobre reflexión. Hacer uso del aspecto emocional es una táctica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido crítico de los individuos. Para ello se emplea la exaltación de la Patria, de los héroes históricos, la creación de nuevos héroes, culto a la personalidad, triunfalismo (la entidad que ejerce el poder siempre sale y saldrá victoriosa de toda confrontación, de toda gestión), declaraciones enardecidas de “amor al pueblo”, implantación de la sensación de “estar en el poder”. Por otra parte, la utilización del registro emocional abre la puerta del subconsciente y facilita la siembra de sentimientos (amores fervientes, odios, temores…) cónsonos con los intereses del poder.

7. Promoción de la ignorancia. La calidad de la educación debe ser la más pobre y mediocre posible, falsificada en determinadas áreas en correspondencia con los intereses del poder. Cuanto menos culturizada sea una masa, más fácil es de manipular y más débiles los esfuerzos de las personas por modificar su condición social y de reaccionar contra los abusos del poder. Debe estimularse la mediocridad, haciendo creer a la masa que lo socialmente correcto es ser estúpido, vulgar e inculto; orientarla en esa dirección, dar el ejemplo, a propósito de activar el mecanismo mental de “él es como yo”, “me siento identificado, representado”.

8. Transferencia de culpa. Es la política del “yo no fui”. El responsable de una desgracia, de una crisis, siempre es otro, jamás la entidad en ejercicio del poder. La culpabilización del otro desplaza la energía de ira de la masa acrítica en esa dirección; asimismo, conviene hacer creer a la gente de ser responsable de su propia desgracia; con su efecto de autocompasión y consecuente generación de estados anímicos depresivos. Los vandalismos contra propiedades de entidades opuestas al poder, golpizas y asesinatos de periodistas, tampoco son culpa suya. Se trata de “reacciones espontáneas” de grupos de la comunidad fieles al gobierno, justamente irritados por el antipatriotismo de los afectados: son acontecimientos “lamentables” que serán “oportunamente investigados” (véase # 4, supra).

9. Promoción de sentimientos inertes. Todo cuanto contribuya a la inercia de la masa, en su sentido de falta de ánimo o moral, pasividad, apatía, desesperanza, conviene al poder manipulador, por cuanto son sentimientos bloqueadores de la acción de protesta. Es útil a la entidad en ejercicio del poder la implantación de las nociones de “nada podemos hacer”, “el sistema es omnipotente”. El fenómeno psicosociológico familiarización con el horror ayuda en este sentido. Consiste en la pérdida de sensibilidad de las personas ante las atrocidades en el entorno inmediato. Crímenes espantosos, robos violentos, corrupción evidente, escasez de lo esencial, represión policial y militar, atropellos y humillaciones por la acción de pandillas de choque patrocinadas por el poder y otros atentados contra los Derechos Humanos, inicialmente alarman a la gente. Con su repetición se hacen familiares. Son parte del ambiente. El riesgo de “vivir aquí”. Entonces, si tienen un efecto de inercia, ¿para qué evitarlos?

10. Retención del saber. La información debe ser controlada. Indispensable el acaparamiento de medios y la censura, aunque siempre bajo la sombrilla de la legalidad; la autocensura de comunicadores se estimulará mediante el soborno y la amenaza. El flujo de información debe ser unilateral, siempre favorable a los intereses del poder, y se omitirá o demorará la publicación de cifras y estadísticas que les sean desfavorables. Es apropiado, sin embargo, dejar rendijas de libertad de opinión a propósito de dar una imagen de democracia. Al fin y al cabo, la opinión no es tan peligrosa por circular en contextos sociales específicos; mucho más lo es la noticia. También es importante retener el conocimiento. El gang en el poder podrá ser inculto, pero siempre dispondrá de recursos para captar mentes ilustradas dispuestas a trabajar en favor de sus intereses. El poder tendrá así un acopio de saber tecnológico y científico de variada índole, en particular del concerniente al comportamiento humano, superior al de la masa. Conocimiento es una de las bases del poder: quien no lo posee depende de la entidad que lo tiene y lo administra a su albedrío.

¿Se ha omitido alguna? De reconocer el lector otra táctica de poder no reseñada, no vacile en exponerla; a su disposición está la sección “Comentarios”.