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De ciudades, nostalgias y literatura; por Héctor Torres

Compartimos con los lectores de Prodavinci las palabras que Héctor Torres leyó el 24 de noviembre de 2015 en la Librería El Buscón durante la presentación de Ciudad y Exilio de Santiago Gamboa, Cuaderno 19 editado por la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana.

De ciudades, nostalgias y literatura; por Héctor Torres 640

El navegante, de Franco Alberto Bongianino.

La palabra “querencia” entraña un significado complejo y lleno de una riqueza ambigua y difícil de asir. Como la portuguesa “saudade”, y como todas las que aluden a esa peculiar circunstancia de tener el cuerpo en un lugar y el corazón en otro.

El hombre vive viajando. Por definición, la vida es un tránsito en el que no hay que desplazarse para ver el paisaje, o la percepción que tenemos de él, cambiar frente a nuestros ojos. No en vano, hace ya más de 2500 años Heráclito había notado que no entramos dos veces al mismo río. El hombre que echa un vistazo a su ayer siempre echará de menos algo que se quedó en el camino. Se quiera o no, la vida es un viaje entre el que fuimos y el que vamos siendo. No podemos evitar desplazarnos, ni podemos evitar echar de menos lo que va quedando atrás.

“La verdadera patria del hombre es la infancia”, señaló Rainer María Rilke para recordarnos que al abandonar la infancia ya nos sumergimos en un exilio. Ya pasamos a ejercer cierta condición de extranjeros.

Y si siempre echaremos de menos algo al que no hay manera de volver, la saudade y el despecho se duplican cuando además de ser en el tiempo, nuestro viaje es en el espacio. Es una doble distancia que acentúan el extrañamiento y el desamparo y que hacen a la vida tan dolorosa como fascinante.

De eso puede dar fe Santiago Gamboa, quien sabe de viajes y de radicarse en una ciudad desconocida, ya que le ha tocado hacerlo en Madrid, París, Roma y Nueva Delhi, desde aquel momento en que saliera a los 18 años de su natal Bogotá, rumbo a su primera estación, Madrid, con el fin de estudiar Filología, enfrentando el desarraigo, la tristeza y la sensación de soledad, como suele hacerse en esos casos: sin haber tenido ocasión de prepararse para ello.

En su conferencia “Ciudad y exilio”, organizada por la Sociedad de Amigos de la Cultura Urbana, señaló que en tanto transcurría el tiempo en aquel Madrid al que fue a parar en su primera juventud, “comenzó a aparecer de nuevo Bogotá, una Bogotá magnificada por el recuerdo, una Bogotá en la que yo siempre tenía 18 años y siempre era feliz (…) y también, cada día, veía la mejor película de mi vida”.

Bien que se padece y mal que se disfruta, fue la ingeniosa forma que encontró el poeta Manuel de Melo para definir esa compleja sensación que se conoce como saudade.

El viaje es uno de los dos grandes temas de la literatura. Homero lo abordó de una forma tan magistral, que pareció haberlo agotado. Pero el hombre siempre tiene necesidad de contar. Por eso las bitácoras. Por eso los diarios. Por eso la literatura.

Y vienen a ser las ciudades el caldero que más sazón proporciona a las historias que recogen la experiencia humana. El hombre se sabe en un viaje, se sabe solo, se sabe finito. Por eso cuenta su historia. Por eso las ciudades, esos espacios a los que unos llegan con temor y otros abandonan con dolor, son la fábrica por excelencia de la experiencia humana.

Y así como Santiago Gamboa sabe de viajes y de ciudades, sabe también de nostalgias y de historias. Sabe, además, que en nuestras ciudades latinoamericanas, la experiencia de vivir no se cuenta desde pechos serenos y miradas lentas. Y sabe que hay decadencia detrás del esplendor y ternura detrás del basural. Esa estupenda conferencia a la que ya se hizo alusión, ofrece una maravillosa demostración de esa íntima relación entre literatura y ciudad.

Ciudades, viajes, extrañamientos, exilios. La ciudad en la que sigue viviendo nuestro corazón. Cientos de miles de venezolanos han abandonado su ciudad natal, fatigando el camino de la incertidumbre, en busca de aquello que les está siendo negado en su país: la posibilidad de hacer su propia vida. Cientos de miles de venezolanos, muchos de los cuales echarán raíces en tierra desacostumbrada, llevando su condición y su imaginario allí en donde se asienten. Haciendo su pedacito de patria en el rincón del mundo que puedan hacer suyo. Cientos de miles de venezolanos sintiendo nostalgia por su querencia. Demoliendo en cada situación, en cada obstáculo, en cada soledad, ese ilusorio perfil que dibuja al caribeño como una caricatura sonriente, sin hondura, sin gravedad, sin dudas. Cientos de miles de venezolanos haciéndose adultos como suele hacerse en esos casos: sin haber tenido ocasión de prepararse para ello.

En “Ciudad y exilio”, Gamboa hace alarde de su fina mirada y su capacidad de síntesis, para dibujar con poderosas y breves pinceladas esas cuatro ciudades, distintas a Bogotá, en las que le ha tocado vivir, demostrando que el extrañamiento, la mirada ajena, el espíritu ávido, la soledad y, sobre todo, la necesidad de hacer suyo ese paisaje, develan aquello oculto a la mirada común.

A propósito de ciudades y literatura, Gamboa vino a Caracas para presentar El cerco de Bogotá, su único volumen de cuentos, el cual fue reeditado para Venezuela por la naciente Editorial Madera Fina. En él desborda su mirada de viajero y su capacidad narrativa para armar historias que se escenifican en diversas ciudades del mundo, esos lugares que, como ya se dijo, son el caldero que más sazón proporciona a las historias que recogen la experiencia humana.

Con la intervención de Econoinvest, la Fundación para la Cultura Urbana se vio obligada a paralizar de manera temporal esa importante labor de difusión de la expresión del hombre frente a la ciudad, dejando el testigo en manos de la Sociedad de Amigos para la Cultura Urbana, quien debió tomar sobre sus hombros esa importante labor y continuar actividades como el Premio Trasngenérico y la ya comentada Conferencia Anual, que nos ha acercado, además de la de Gamboa, otras privilegiadas miradas sobre las ciudades, como las de Fernando Savater, Jon Lee Anderson, Jorge Volpi, Adolfo Castañón y Oriol Bohigas, entre otros.

Esta visita de Gamboa es una ocasión propicia para releer este fascinante texto devenido en travesía, publicado en el Cuaderno 19 de las Conferencias de la Fundación para la Cultura Urbana, y encontrarnos con ese inagotable manantial en el que el esplendor y la miseria que es capaz de producir el hombre, confluyen para construir el gran testimonio de su paso por la tierra.