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Conviasa: bitácora de un vuelo suspendido en Madrid / Día 1 y Día 2; por Daniel Fermín

22 de julio. Día 1

6:30 am. La pantalla del Aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid anuncia que el vuelo 3013 de Conviasa con destino a Caracas saldrá a las 10:30 am. El boleto original, comprado en Caracas, decía que el despegue sería a las 9:30. Una hora de retraso, pensamos. Los pasajeros hacen la cola de chequeo en los espacios de Air Europa. Se empiezan a escuchar algunos rumores: que nos mandarán a un hotel cercano, que embarcaríamos a las 6:00 pm. Uno a uno avanza. No se registra el equipaje. Al llegar al mostrador la empleada se limita a confirmar lo dicho: el vuelo se suspendió de forma indefinida.

Un autobús nos espera afuera para trasladarnos al Hotel Axor de Barajas, con comidas y habitaciones pagas. A las 6:00 pm, un representante de la compañía venezolana nos informará novedades. Lo más probable es que viajemos mañana y ya no hoy.

El Hotel Axor tiene los cuartos listos para las más de 200 personas varadas. En la recepción nos informan que cada pasajero tiene derecho a desayuno, almuerzo y cena en el restaurante y a una llamada de tres minutos al exterior. No hubo mención a un abogado ni a permanecer callado.

El día se limita a esperar noticias. Cada quien pasa el tiempo a su manera. Unos en el lobby, otros en el centro comercial que está en la zona. Al final de la tarde llega el Jefe de Escala de Conviasa en España. Fernando Riego, se llama. Que no hay avión, que la empresa italiana con la que trabajaban rompió el contrato porque decidió irse a los países árabes que tienen más dinero, que la situación es crítica, que hasta que no lleguen a un acuerdo con otra compañía no se puede viajar, que pueden pasar 30 minutos o cincos horas o un día y que mañana a las 11:00 am volverá a hablar con todos nosotros.

Las quejas empiezan a escucharse en voz alta. Las carteras se revisan. Ya no hay Cadivi. Ni en tarjetas de crédito ni en efectivo. Un padre dice que casi no tiene pañales para su hijo. Fernando Riego contesta que si los compra le pase la factura para reintegrarle el dinero. El señor responde que apenas le quedan cuatro euros. Otra señora avisa que no tiene ni para comprar agua. Riego asegura que el agua de las tuberías en Madrid es potable. Una pareja española reclama que tiene tres días pagos en Cuba y que ya perdió el primero. Riego le explica que debe pasar un reclamo por escrito. Se habla de ir mañana al Consulado de Venezuela en España. Mientras, esperar, comer y dormir.

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23 de julio. Día 2

11:00 am. Fernando Riego llega justo después del desayuno. Anuncia que ya hay avión. Una mujer aplaude, una señora da gracias a Dios. Otro la manda a callar. El jefe de Conviasa informa que el avión pertenece a la aerolínea española Privilege y que sólo falta concretar algunos detalles para salir, que a eso de las 8:00 o 10:00 de la noche despegaríamos, que es seguro que nos vamos hoy, que en el transcurso del día nos avisa la hora exacta para salir al aeropuerto.

En el transcurso del día sólo aparece esto en el lobby del hotel:

Foto Conviasa 640

5:30 pm.  Fernando Riego está otra vez en el lobby. Dice que no hay avión, que la compañía española decidió a última hora no viajar. La gente reclama. Se escucha por primera vez en voz alta la palabra arrecho, se habla de demandar y de ir a una embajada a la que al final no se fue. Un grupo decide trasladarse al aeropuerto a llenar una planilla de reclamo ante la oficina de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea. Se exige una compensación económica por la violación de los derechos de los pasajeros. La respuesta, dice el empleado, llegaría en 25 días.

La oficina de Conviasa está cerrada.

En el hotel los pasajeros se quejan de que ya no tienen ropa limpia, que deberían ofrecer un servicio gratuito de lavandería o una merienda con café en la tarde. Un chamo bromea con ir a pedir dinero en la calle. Uno se siente como una indigente o en un albergue para gente necesitada. A una española le cuesta entender qué es eso de Cadivi. Otra chica dice que le duele el vientre y que no tiene toallas sanitarias; una señora se lamenta al ver que se le acabaron los cigarros, un hombre habla que debe incorporase a su trabajo.

Mañana regresará el jefe de Conviasa a darnos otra noticia. O, quizás, la misma.

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