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¿Cómo influye la religión en el desarrollo económico en Asia?, por Juan Nagel

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¿Cómo influye la religión sobre las decisiones económicas? A principios del siglo XX, Max Weber fue el primero en postular que el Protestantismo explicaba el éxito del capitalismo a través del fomento de una cultura positiva y emprendedora frente a los riesgos. Desde entonces, los académicos han tratado de estudiar los canales a través de los cuales las creencias religiosas pueden influir sobre las organizaciones y los países.

Es poco lo que se sabe. Algunos dicen que la religión ayuda al desarrollo porque facilita la existencia de derechos de propiedad y sistemas de justicia eficientes. Otros, como Barro y McCleary (2003), encuentran que el desarrollo económico se correlaciona negativamente con la asistencia a los servicios religiosos, aunque su estudio presenta problemas metodológicos que aún se debaten. Autores como Hilary y Hui (2009) encuentran que en los países más religiosos las empresas tienden a estar menos expuestas a fluctuaciones de riesgo, invierten menos y crecen menos.

El mapeo de la profesión de una religión a la posesión de una actitud concreta en la vida, y de ahí hacia cierto determinismo en el ámbito de los negocios, presenta serios retos metodológicos. Esto no impide, sin embargo, que se estudie la mezcla entre religión y cultura corporativa en determinados contextos. Y uno de los más interesantes para ello se da en Corea del Sur.

Corea del Sur es un caso excepcional porque presenta una inusual mezcla de religiones y filosofías –el budismo, el confucianismo y el cristianismo son todos importantes– y a su vez una trayectoria de desarrollo con pocos paralelos en la historia reciente. Y en su libro Korea, The Impossible Country, el autor Daniel Tudor –corresponsal del The Economist– discute cómo la particular mezcla de religiones en Corea del Sur ha afectado la cultura corporativa de esa nación.

El budismo fue introducido en la península coreana en el primer milenio después de Cristo. La concepción budista de la reencarnación ha ayudado a que los coreanos tengan una creencia más fuerte que el promedio en su capacidad para vencer obstáculos y reinventarse. El autor postula que esto hace que la educación continua sea altamente valorada en la sociedad coreana, un legado quizás de la creencia budista del mejoramiento personal como forma de vencer el karma.

Si bien no es una religión per se, el confucianismo es altamente influyente sobre la cultura coreana. En el confucianismo, las relaciones personales se rigen por determinadas reglas jerárquicas. Esto hace que los empleados de las empresas valoren y respeten a los gerentes con mayor experiencia. También influye en que los jóvenes sigan las guías de sus padres en la búsqueda cada vez mayor de oportunidades educativas, lo que se ha traducido en que Corea del Sur sea el país que mejor desempeño tiene en muchas pruebas internacionales de educación.

Cerca de un cuarto de la población coreana es cristiana, en su mayoría protestantes. En las iglesias protestantes, los coreanos aprenden a sentirse parte de un colectivo y esto se traduce en una mejor filiación con su compañía. Las iglesias coreanas son muy vigorosas y los misioneros coreanos son de los más osados del mundo, una actitud que presenta grandes ventajas a la hora de hacer negocios. Además, las iglesias cristianas sirven como importantes redes de negocios y en Corea del Sur se asocia al protestantismo con el capitalismo, ambas cosas importadas de los EE.UU.

Las tres vertientes religiosas que analiza Tudor son todas ajenas a Corea del Sur, importadas de otras tierras. A esta mezcla se añade el “chamanismo” nativo, cuya principal manifestación es la creencia en los espíritus de la naturaleza. El autor postula que esta apertura a los espíritus naturales hace que los coreanos sean pragmáticos, abiertos a otras creencias y flexibles, actitudes que indudablemente ayudan en los negocios.

Es probable que no existan los determinismos entre las actitudes religiosas y el desarrollo de los países. Sin embargo, la religión indudablemente influye en la cultura de los países. La importancia de lo colectivo, la búsqueda del mejoramiento continuo, el respeto a los mayores, la lealtad hacia el empleador y la adaptabilidad pragmática son actitudes que, según el autor, caracterizan a los coreanos y su forma de hacer negocios. Éstas parecieran todas ser actitudes que merece la pena tener, vengan de donde vengan.