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Clinton vs. Trump: la carrera por los votantes indecisos; por Flaviana Sandoval y Diego Marcano

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Igual que en un partido de fútbol, el encuentro entre Hillary Clinton y Donald Trump duró 90 minutos. Los candidatos se enfrentaron en el primer debate presidencial a sólo 43 días de la elección de presidente de Estados Unidos que está pautada para el próximo 8 de noviembre. El evento fue el primero de tres y estuvo moderado por Lester Holt, ancla del noticiero nocturno de NBC en la Universidad de Hofstra de Nueva York.

En promedio, en las encuestas más recientes Hillary Clinton está a la cabeza por casi un 4%. No obstante, en la última encuesta del LA TIMES, Trump gana por un 4%. A estas alturas de la carrera presidencial, las campañas se están enfocando en los estados que, según las mediciones, están en gran medida divididos y podrían definir quién será el próximo presidente de Estados Unidos: Colorado, Iowa, Michigan, New Hampshire, Ohio, Pennsylvania, Virginia y Wisconsin.

En las semanas previas, los candidatos han seguido una rigurosa preparación, entrenando para fortalecer su actuación en las áreas más débiles, y aprovechar sus ventajas individuales en los puntos fuertes. Para Donald Trump, el mayor desafío de cara a este primer debate era mostrarse presidencial, demostrar que está a la altura para ocupar la Oficina Oval de la Casa Blanca.

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Con su estilo estrambótico y frontal, el magnate de los bienes raíces logró imponerse dentro del Partido Republicano como el candidato de la autenticidad. No obstante, ahora que las elecciones primarias (y sus votantes republicanos) han quedado atrás, Trump enfrenta el reto de ganarse a una base de votantes independientes que no tienen ninguna preferencia partidista previa. La tarea no es sencilla: de acuerdo con una encuesta reciente del New York Times y CBS News, 64% de los electores considera que el multimillonario no tiene el temperamento adecuado para ser presidente. Cambiar esta percepción desfavorable, mostrando disciplina y dominio de los temas críticos, era el objetivo final del candidato republicano en el debate.

Por su parte, Hillary Clinton debía aprovechar la oportunidad de esta noche para trabajar en lo que ha sido su talón de Aquiles desde los primeros meses de la campaña: su confiabilidad. Con un 63% del electorado que piensa que no es honesta ni confiable, según la encuesta del New York Times y CBS News, Clinton necesitaba poner el foco en su amplia experiencia política para presentarse como la candidata mejor preparada, y enfatizar los resultados positivos de su gestión pública como prueba de que sí es digna de la confianza de los electores.

Donald Trump le apostó a su conocida estrategia de descrédito de los políticos tradicionales, tratando en repetidas ocasiones de dibujar a Clinton como parte de una élite política preocupada por sus propios intereses, que no ha sido capaz de gestionar los cambios que demanda el país. “Tienes 30 años haciendo esto y apenas ahora estás empezando a pensar en las soluciones”, acusó el millonario a su rival, cuando hablaba de su propuesta para reactivar y expandir la economía.

En contraste, y como ya lo había hecho antes en los debates republicanos, el magnate buscó presentar su éxito en los negocios como una garantía de que será exitoso en una eventual gestión presidencial. Además de defender su mérito propio, asegurando que construyó su compañía con base en un “pequeño préstamo” que le dio su padre en 1975, Trump hizo hincapié en que una mentalidad de negocios (valga decir: su mentalidad), es justo lo que el país necesita.

La respuesta de Clinton fue contundente. Pidió a la audiencia recordar la crisis financiera que enfrentó Estados Unidos hace 8 años: “Tuvimos la peor crisis financiera desde 1930, en gran parte por políticas que reducían impuestos a los más ricos y fallaban en invertir en la clase media”.  Y siguió, ahora contraatacando al candidato republicano: “De hecho, Donald Trump fue una de las personas que se beneficiaron de la crisis. En 2006, él dijo que esperaba que el mercado colapsara para entrar con facilidad y poder hacer algo de dinero. Y colapsó”.

La respuesta del magnate no fue la de un político de trayectoria y él mismo se puso la soga al cuello. “Eso es hacer negocios”, dijo.  A lo que Clinton remató diciendo: “9 millones de personas perdieron sus trabajos, 5 millones perdieron sus casas y 13 trillones de bienes familiares se perdieron”. A lo largo del debate, este tipo de intercambios fueron inclinando la balanza a favor de la ex secretaria de Estado, quién pudo explicar propuestas con gran avidez mientras lanzaba estocadas que desacreditaron fuertemente a su adversario.

¿Mentir o no mentir ante una audiencia nacional?

El Donald Trump que salió a enfrentar a Hillary Clinton en la Universidad de Hofstra se pareció mucho al que ganó las primarias republicanas a mediados de 2016. Recurrió constantemente al recurso de la interrupción, incidiendo unas 25 veces en los poco más de 90 minutos que duró el debate. Pero esta vez, no fue tan efectivo.

Durante el ciclo de debates republicanos, la táctica de la interrupción fue una de las más eficaces de Trump, pues le permitía captar la atención en un escenario con otros 9 candidatos que interactuaban directamente con él. En esta ocasión, en un enfrentamiento uno a uno, este recurso no surtió el mismo efecto. Con un único interlocutor, el nominado republicano no logró generar el tipo de interacciones que caracterizaron los debates de las primarias, y ciertamente no pudo hacer que la escena girara en torno a él.

La situación se agrava cuando e interrumpe para dar una afirmación falsa. La primera gran interrupción del magnate de bienes raíces se produjo cuando Hillary Clinton lo acusó de desestimar la existencia del calentamiento global, al afirmar que es una farsa inventada por los chinos. Trump se defendió con un corte  breve, diciendo: “Yo no lo hice. Yo no digo eso”.

En 2012, Donald Trump emitió un tweet en el que dijo exactamente eso. Recordemos: “El concepto del calentamiento global fue creado por los chinos para hacer a Estados Unidos un país no competitivo en manufactura”.

El candidato republicano que salió ante las cámaras de NBC y debatió frente a una audiencia nacional, tenía el objetivo de dar un giro a la tendencia de las encuestas para ganar a los electores independientes y Estados indecisos que podrían significarle la presidencia, pero falló en lograrlo. Manteniendo su estrategia agresiva de interrupciones constantes y explicaciones poco detalladas sobre sus propuestas políticas, es difícil que Trump pueda convencer a un electorado distinto del que ya lo apoya.

De acuerdo con un Focus Group dirigido por CNN, hubo momentos clave en los que Hillary convenció a algunos votantes por encima de su contrincante; por ejemplo, cuando lo exhortó a hacer pública su declaración de renta, cuando habló del arquitecto (que estaba en el auditorio) al cual el empresario aparentemente no le pagó por su trabajo, y cuando el candidato republicano habló de haber forzado a que Obama emitiera su partida de nacimiento, probando que nació en Estados Unidos.

Los equipos de campaña se están esforzando en conquistar al público indeciso, después de haber consolidado el apoyo del partido. En este punto de la carrera, las falacias tienen poco impacto. Una argumentación sólida y detallada es la herramienta más efectiva para llegar a los votantes. De acuerdo con el equipo de comprobación de datos del New York Times, Donald Trump incurrió en afirmaciones falsas en al menos 16 ocasiones, mientras que Hillary Clinton lo hizo 2 veces. Sin embargo, hay que tomar en cuenta que hasta el momento, la contienda política ha sido inusual, en tanto el análisis de los expertos no necesariamente ha resonado con las preferencias de una gran parte del electorado. Fenómenos como la victoria de Trump, o el furor causado por el excandidato demócrata Bernie Sanders, resultaron prácticamente impredecibles para los analistas políticos.

La carrera presidencial entró en la recta final. Se produjo el primero de los 3 debates que enfrentarán a los dos contendores que aspiran llegar a la Casa Blanca, y faltan menos de 2 meses para el día de las elecciones generales. Ahora, la atención estará puesta sobre las encuestas en esos 8 estados que podrían definir el resultado electoral, y que de seguro sentenciarán quién de los dos ganó a ciencia cierta el debate.

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