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Chúpate esa, Arnold; por Lucas García

ArnoldSchwarzenegger textoLo del fin del mundo y el calendario maya no pasó, pero eso no frena a los productores de aquel medio millón de documentales sobre el apocalipsis y el acabose.

Algo hay que hacer con esas miles de horas de material para el chorreo.

En el canal de Historia pasan un reportaje sobre una organización de EUA conformada por cientos (¿miles?) de familias que, previniendo el gran colapso social en la Tierra, se reúnen para compartir tips de supervivencia, hacer cursos de primeros auxilios y manejo de armas automáticas, y comprar galpones y viejos bunkers de la guerra fría para atiborrarlos de alimentos no perecederos, medicinas y botellones de agua.

Uno de los entrevistadores no puede aguantarse y pregunta si esto del fin del mundo no es como muy exagerado. Es decir, con los mayas se hizo todo un alboroto y al final pasamos las navidades tan tranquilos, con el mundo en la locura de siempre pero completo.

El entrevistado es un tipo con una cara de buena vaina que contrasta con el hecho de que tiene el sótano lleno de escopetas. La pregunta no le extraña:

— El fin del mundo —dice—, no será un evento específico ni se producirá de inmediato. Será poco a poco y en escalada y aquellos que no estén preparados los cogerá de sorpresa.

Chúpate esa, Nostradamus.

Tres días después ando viendo la tele de nuevo y pasan Terminator III. Como todo buen hijo de los noventa siempre me pregunto por qué hicieron una tercera parte. ¿No era que en la segunda ya había quedado claro que con la destrucción de los chips se había alterado el futuro? ¿No era que ya no iba a haber una tercera guerra mundial y por tanto no había “Día del Juicio Final”?

Tras media hora de película Arnold me aclara el punto con ese acento de fisiculturista austríaco que lo llevo desde los gimnasios europeos hasta la gobernación de California, Dios bendiga a América:

— El Día del Juicio Final puede ser aplazado —afirma estoico—, pero no anularse.

Chúpate esa, San Juan.

Sí, bueno, malas noticias para los optimistas. No es que “tú lo que quieres es que me coma el tigre”, es que el tigre (no será hoy, no será mañana, a lo mejor ni siquiera la semana que viene pero ¡ay!) te va a comer, papá.

Le cuento esto a un pana del trabajo, mientras estamos comiendo. El pobre está nervioso por la situación actual: la crisis política, el ragnarok económico, la bendita delincuencia.

— ¿No era que con las elecciones dirimíamos ese problema? —me dice, medio atragantado con el arroz a la jardinera—. Elegíamos el presidente y respetábamos la vaina y nos dedicábamos a hacer patria, ¿no?

Mira su pasta con pollo como quién atisba en el abismo.

— ¡Y resulta que nada! —farfulla—. ¡Nada! ¡Dos elecciones presidenciales y una de alcaldías y gobernaciones y seguimos en la guachafita!

Le digo lo de Terminator III. Lo de “El día del juicio final puede ser aplazado pero…”. Y sí, ya sé que se me va la mano y que no es bueno analizar la coyuntura actual usando de ejemplo una película con guerra termonuclear y androides asesinos pero que te puedo decir: a veces me falla el sentido común y se me exacerba lo pop.

La bandeja de self service no me acaba en la cara de milagro.

— ¡Pero bueno, Lucas! —me chilla—. ¿Entonces tú me vas a decir que lo que viene es el Día del Juicio?

— Bueno —le digo como apenado—, yo soy de los que creen que el Día del Juicio no es que va a llegar en algún momento, sino que tiene rato sucediendo. La crisis económica mundial, el cuestionamiento de las democracias, la ecología, las guerras…

Miramos nuestro menú. La comida super adobada, los quesillos esmirriados, los juguitos, todo ello a un precio exorbitante. Yo poniéndole la guinda a aquello con mi retorica deprimente. El pana se me desinfla.

Soy un entrevistado en el canal de la Historia, otro actor de Terminator parte 3.

 Chúpate esa, Arnold Schwarzenegger.