Blog de Oscar Marcano

Charlie Hebdo y el reto de Francia; por Óscar Marcano

Por Oscar Marcano | 11 de enero, 2015

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Luego de los fatídicos hechos en los que un comando fundamentalista musulmán irrumpiera a los gritos de «Alá es grande» y «Vengaremos al profeta» en la sede del semanario humorístico Charlie Hebdo y asesinara a diez periodistas con fusiles Kalashnikov, el mundo, en todas las latitudes, se ha volcado a condenar sin miramientos el abominable acto, consternado por una acción en la que nuevamente el fanatismo religioso se vuelve contra la prensa y las ideas. Muy pocas veces se ha visto coincidir a medios como el diario de derecha Le Figaro, y L´Humanité, órgano del Partido Comunista, condenando un mismo suceso y compartiendo incluso el mismo titular: «La libertad asesinada».

El presidente Hollande dijo en su momento lo que tenía que decir. La cadena duró cuatro minutos. Enfatizó que doce personas habían caído por «la idea que tenían de Francia: una idea de libertad”. Que la nación respondería a la altura del crimen cometido y buscarían, juzgarían y castigarían a los autores. Que la libertad será siempre más fuerte que la barbarie, y que la unidad era la mejor arma.

Y así ha sido.

Las concentraciones en la plaza de la República de París y en otras ciudades del interior no han podido ser más contundentes. Tanto las de las vigilias iniciales como la de este domingo, a la cual asistieron, según los organizadores, entre 1,3 y 1,5 millones de personas. Sorprende de ellas la conciencia y altura de las opiniones de sus participantes quienes, solidarios con la respuesta de un estado que no pestañeó para abatir a los responsables haciendo buena la palabra del jefe del estado, se mantienen en alerta máxima contra cualquier brote de islamofobia.

Saben, y es un decir en las calles, que ése es el objetivo camuflado de la minoría terrorista: provocar la reacción visceral de la sociedad francesa contra la comunidad musulmana (que en ese país asciende a 6 millones de personas y que constituye la segunda religión), con el propósito de que, al sentirse atacada, se vuelque hacia su bando. En tal sentido, la respuesta democrática se ha cumplido a cabalidad: numerosos judíos marcharon junto a musulmanes portando letreros en los que decían «Soy judío y amo a los musulmanes» y «Soy musulmán y amo a los judíos».

El Consejo Francés del Culto Musulmán (CFCM), una de las principales entidades donde se organiza la comunidad islámica, señaló en un manifiesto que «Este acto bárbaro (refiriéndose al ataque a Charlie Hebdo) es de extrema gravedad y constituye también un ataque contra la democracia y la libertad de prensa». Y valientemente exhortó a sus seguidores a mantener la «más grande vigilancia ante las eventuales manipulaciones de grupos con visiones extremistas».

Durante la marcha de homenaje a las víctimas, el presidente francés estuvo rodeado por dirigentes internacionales como Angela Merkel, David Cameron, Matteo Renzi, Benjamin Netanyahu y el propio presidente palestino, Mahmoud Abbas, sumando la cincuentena la representación de jefes de estado, de gobierno y responsables de organismos internacionales presentes.

Una sola voz desluce en medio de la unidad, y el hecho no sorprende a nadie. Es la del líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional, quien afirmó en un video: «Yo no soy Charlie». «Me siento conmovido por la muerte de doce compatriotas franceses, pero no, yo no voy a luchar para defender el espíritu de Charlie, que es un espíritu anarco-trotskista que va contra la moral política». Cabe señalar que en numerosas oportunidades, el semanario satírico hizo blanco del Frente Nacional, del viejo político conservador y de su hija Marine Le Pen, llegando incluso a pedir la disolución de la organización ultraconservadora.

Los franceses no son nuevos lidiando con el terrorismo. Desde Ravachol, en el siglo XIX, anarquista y primer terrorista nativo, pasando por las acciones de los años setenta, ochenta y noventa, perpetradas por comandos vinculados a la causa palestina, en las que se pusieron bombas en el metro, en tiendas por departamentos, se lanzaron granadas a concurridos cafés y se atentó contra medios de comunicación, el país ha desarrollado una madurez política notable para enfrentar de un modo unánime la violencia.

En una «gesta» de este tenor se hizo célebre nuestro compatriota, Ilich Ramírez Sánchez, apodado «El Chacal” por la novela homónima de Frederick Forsyth, quien fuera perseguido durante veinte años por los cuerpos de inteligencia francesa, hasta que dieran con él en Jartum, Sudán, en 1994 y fuera sentenciado a dos cadenas perpetuas.

Hoy reaparece la intolerancia en su forma jihadista, y los franceses tendrán que lidiar con la posibilidad de un movimiento cuyos autores son también franceses, hijos de argelinos y de otras nacionalidades árabes del norte de África, los cuales, sublimando las creencias de sus padres, pueden caer en la oferta radical de ISIS y de Al Qaeda. Francia tiene como tarea integrar esa juventud bajo su ala y protección, y sacarla del denominador común de la pobreza de la banlieue, que la convierte en una bomba de tiempo.

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Oscar Marcano  es un escritor venezolano. Fue galardonado con el Premio Jorge Luis Borges, otorgado en Argentina. Puedes leer más textos de Oscar aquí y seguirlo en twitter en @oscarmarcano

Comentarios (1)

Edgard J. González.-
11 de enero, 2015

Magnífico artículo, ilustrativo de la reacción valiente y solidaria de ciudadanos comunes y corrientes con Jefes de Estado, que marchan juntos por la causa de la Civilización contra la Barbarie. Complemento: “que doce personas habían caído”: Fueron 17 los asesinados en París, más los 3 energúmenos abatidos en 2 operativos policiales. “se mantienen en alerta máxima contra cualquier brote de islamofobia”: Hay que estimular la Yihadismofobia-Talibanismofobia-Terrorismofobia. Si parte de una comunidad “al sentirse atacada, se vuelca hacia el bando terrorista”, esa porción no merece estar en un país democrático y civilizado, por lo que acá llamamos “no aguanta una pedía” y en cualquier momento apuñala por la espalda a quienes han sido muy hospitalarios y abiertos hacia ellos. Esa excesiva confianza en todos los que mantienen estrechos vínculos con sus orígenes árabes, viviendo en Europa, ha facilitado los atentados de los gusanos dentro de las manzanas. Es útil que el líder ultraderechista Jean-Marie Le Pen declare que él no es Charlie Hebdó, pues demuestra que usa su Libertad de Expresión y NADIE lo agrede por eso, aunque sea criticado, en ejercicio de la libertad de quienes no apoyan su posición. Es el juego democrático en esencia, lo que más odian los fundamentalistas, anclados en el siglo 8 DC. Un recuento desde otros ángulos, de la reciente tragedia en Francia: http://www.noticierodigital.com/2015/01/charlie-hebdo-cronica-de-dos-masacres-anunciadas/

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