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Ante la adversidad, la lectura. No cabe duda de eso. La lectura es capaz de salvar la cordura de los hombres, salvarlos de la ceguera del mundo. Por eso es tan importante tener presente que ella ha sido una gran arma a lo largo de la historia para quienes tienen algo que decir o algo por qué luchar: hay en la lectura una forma de resistencia silenciosa como ninguna otra.
Decir resistencia silenciosa e imaginar a Auxilio Lacouture es inmediato. Personaje de la novela Amuleto (1999), de Roberto Bolaño, madre de todos los poetas que resistió trece días en los baños de la facultad de Letras y Filosofía de la Universidad Nacional Autónoma de México, en 1968, mientras los militares violentaban la autonomía y agredían a los estudiantes que salieron a defenderla. En esos baños resiste gracias a que logra contarnos su historia, la historia de los poetas mexicanos, la historia de aquellos que luchan afuera. Resiste gracias al pensamiento, al abordaje de sus lecturas y experiencias para tratar de desentrañar eso que sucede a su alrededor, mientras tiene, como única arma, la reflexión. Ella, desde el baño, en silencio, es una combatiente más:
Ese silencio del que habla Auxilio es la verdadera resistencia, libre de toda acción física, pero tan poderosa como una bala.: “y mientras esperaba a que el soldado revisara los wáteres uno por uno y me disponía moral y físicamente, llegado el caso, a no abrir, a defender el último reducto de autonomía de la UNAM, yo, una pobre poetisa uruguaya, pero que amaba a México como a la que más, mientras esperaba, digo, se produjo un silencio especial, un silencio que ni los diccionarios musicales ni los diccionarios filosóficos registran, como si el tiempo se fracturara y corriera en varias direcciones a la vez, un tiempo puro, ni verbal ni compuesto de gestos o acciones”.
La asociación de las ideas es otra manera de libertad, pero pensar en Auxilio Lacouture puede derivar hacia la Universidad Central de Venezuela, sus estudiantes, su Escuela de Letras, el paro que se mantiene latente y un semestre que amenaza con no saber cuándo empezar. Desde la palabra, la reflexión y el debate, durante esos días en la Escuela de Letras se hicieron actividades que daban nuevas perspectivas, asomaban formas de pensamiento, buscaban la solución al problema que enfrenta la casa de estudios para que venga de la cabeza y no de la sinrazón. Otra vez no tenemos otro camino que el de la lectura como resistencia. La universidad jugando su mejor carta: sus estudiantes, enseñándoles que la educación no sólo está en las aulas y en los libros, sino en uno mismo. Y en algún lugar de los baños, entre el pasillo dela Escuela de Letras y la de Filosofía, en algún cubículo, está Auxilio, como un amuleto, oculta, mirando cómo se desenvuelve todo, paciente, recordando algún verso o pensando en Arturo Belano, escuchando sin cesar ese canto “que por encima de todo, hablaba del valor y de los espejos, del deseo y del placer”. La lectura nos enseña un universo distinto al que vivimos y del cual podemos rescatar infinidad de circunstancias para sobrevivir, incluso a nosotros mismos. La literatura hecha por el hombre para el hombre. Saber que esto no es aquí: por eso leemos.
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2 de septiembre, 2013
Simplemente excelente