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Apuntes sobre “The Dance of Dragons”, un capítulo de #GameOfThrones; por Ángel Alayón

[ALERTA DE SPOILER]

Apuntes sobre The Dance of Dragons, un capítulo de GameOfThrones; por Ángel Alayón 640

Stannis cruzó una frontera donde todo es oscuro para siempre. Ha derramado su propia sangre con frialdad. La ha llevado a la hoguera bajo engaño. Ha matado a la niña que amaba y que esperaba, como toda niña, protección en lugar de fuego. Ha traicionado el pacto fundamental de la paternidad, la confianza que nos hace creer de niños que la vida vale la pena. En la escala del horror, el asesinato de una hija no tiene mucha competencia.

Stannis mató a Shireen y ella ya no podrá perdonarlo.

Se reveló como miembro de una peligrosa clase de personas: aquellos que creen estar destinados y sienten que el poder les ha borrado los límites.

Allí está Agamenón, quien sacrificó a su hija Ifigenia para calmar a la diosa Artemisa para que el  viento soplara y así la flota griega pudieran navegar hasta Troya. Allí está Fausto, quien vendió su alma al diablo a cambio de poderes terrenales y efímeros. Allí están quienes soportan odiarse a sí mismos a cambio de eso que desean. Allí están todos aquellos que ascendieron al poder sobre los cadáveres que consideraron necesarios. Para algunos, los otros importan en la medida que sus cuerpos puedan ser utilizados en la construcción de una escalera que los lleve al poder.

Shireen representa la inocencia. Y el poder no soporta aquello que no tiene. El consuelo del desamparado es esperar la llegada de la justicia, aunque sea poética: ésa que no dan las instituciones sino la propia vida.

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Apuntes sobre The Dance of Dragons, un capítulo de GameOfThrones; por Ángel Alayón 640A

Nadie sale ileso de la guerra, aun cuando no haya sido herido. “He visto la guerra, he visto los cuerpos apilados en los campos de batalla, he visto los huérfanos morir de hambre en la ciudad, yo no quiero llevar a mi pueblo al infierno”. Doran Martell sabe que la venganza sólo lo llevaría a la autodestrucción.

Fuera del terreno de la propaganda, las guerras nunca se ganan.

Martell usa su experiencia para gobernar. Es una de las virtudes claves de un gobernante: saber hacia dónde conducen las pequeñas decisiones; saber cuáles son los destinos que deben evitarse; saber que un inadecuado manejo de las emociones puede ser el camino al infierno.

Saber.

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Apuntes sobre The Dance of Dragons, un capítulo de GameOfThrones; por Ángel Alayón 640B

Tyrion se declara cansado de tanta muerte. “Puedo vivir sin ellas en mi tiempo libre”. Hizdahr se pregunta: “¿Cuáles son las grandes logros que se han realizado sin matanzas o sin crueldad?”. Y Tyrion le responde: “Es muy fácil confundir lo que es con lo que debería ser. En especial cuando “lo que es” ha trabajado a tu favor”.

Sufrimos del sesgo de confirmación, un sesgo cognitivo que nos hace buscar y seleccionar la información que procesamos, con el fin de reafirmar nuestras creencias y prejuicios.

Hizdahr ve la muerte y la crueldad como herramientas necesarias para la gloria. Tyrion las entiende como herramientas en algunos casos necesarias, pero no por ello imprescindibles. Ni siquiera cree que sean las más eficaces.

Reaparece el viejo planteamiento de Maquiavelo: un gobernante puede beneficiarse de ser temido, pero nunca se beneficiará de ser odiado.

La conversación entre Tyrion y Hizdahr tiene lugar en la arena, antes de las peleas. Se esperaba que el matrimonio de Daenerys con Hizdahr y las peleas a muerte le permitieran a la madre de los dragones gobernar Mereen en paz.

Pero nada de esto bastó.

Una rebelión con intento de regicidio se puso en curso. Ser Jorah Mormont mató al primero de Los Hijos de la Arpía que se acercó a Daenerys. Los rebeldes, que eran muchos y bien armados, lograron rodear a la reina y a sus asesores. Parecía inevitable que la sedición triunfara, pero Drogon, el hasta ahora díscolo dragón, llegó para imponerse y salvar a su madre.

La condena del poderoso es estar siempre bajo acecho.