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Apuntes sobre “Book of the stranger”, un capítulo de #GameOfThrones; por Ángel Alayón

[ALERTA DE SPOILER]

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Jon Snow: Nunca debimos dejar Winterfell.
Sansa: ¿No quisieras volver al día que nos fuimos? Quiero gritarme “¡No te vayas idiota!”

El tiempo siempre nos da la oportunidad de arrepentirnos, de preguntarnos qué hubiera sido diferente en nuestras vidas si hubiéramos tomado una decisión distinta. Es un ejercicio contrafáctico que nos acecha cuando las cosas no salen bien.

Los psicólogos y economistas conductuales han desarrollado las teoría de los múltiples yo. No siempre somos los mismos.

Ulises, el héroe griego, sabía que su yo futuro sucumbiría ante el canto de las sirenas, por lo que ordenó a sus marineros a que lo amarraran al mástil y no lo soltaran. Ni siqueira si él mismo se los ordenaba. Es el yo de ahora restringiendo las posibilidades del yo del futuro.

La propuesta de Sansa es inversa e interesante. Es el yo del ahora queriendo hablarle al yo del pasado.

¿Qué nos diríamos a nosotros mismos justo antes de tomar aquellas decisiones que ahora consideramos cruciales?

Quizás Sansa esté siendo víctima del sesgo cognitivo conocido como Hindsight Bias. Este sesgo nos hace ver un evento del pasado como predecible, aunque en su momento no hubiera ninguna posibilidad real de predecirlo.

Ahora Snow y Sansa han decidido marchar sobre Winterfell y soplan vientos de guerra. Ya no pueden evitar haberse marchado de casa, pero sí pueden intentar todo lo necesario para volver.

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Tyrion: La esclavitud es un horror que debe acabarse. La guerra es un horror que debe acabarse hoy. No puedo con ambas hoy.
Gusano Gris: No debes confiar en ellos.
Tyrion: No confío en los amos. Confío en su interés personal. Son de fiar si los convenzo de que cooperar conmigo les conviene.

Tyrion tiene un problema de decisión con múltiples objetivos. Al menos así lo ha planteado: el resultado ideal para él sería la abolición de la esclavitud y, al mismo tiempo, conseguir la paz en Mereen, acabar con la subversión. Sin embargo, su análisis de la situación lo lleva a entender que ambos objetivos son incompatibles. Los antiguos amos intentarán derrotarlos, a menos que les sea ofrecida una compensación que cambie la matriz de pagos.

La teoría de la decisión plantea que en estos casos deben ponderarse las alternativas estratégicas, con el fin de realizar los trade-offs adecuados entre los objetivos.

En este caso, Tyrion prefirió permitir la esclavitud durante 7 años en las afueras de Mereen a cambio del fin de la insurrección. Obviamente es un resultado perjudicial para muchas personas, pero desde la visión pragmática de un Lannister (ética consecuencialista) obtiene un resultado superior que si se dedicara a tratar de lograr ambos objetivos a la vez (ética deontológica).

“La paz siempre se hace con los enemigos, nunca con los amigos”, propone Tyrion ante la incomodidad de antiguos esclavos que ven a los amos cuando llegan a negociar. Es una propuesta básica del RealPolitik: si la paz es un objetivo superior, los enemigos deben negociar.

Recordemos a los vietnamitas y estadounidenses negociando en París durante la guerra. O las conversaciones de paz entre Palestina e Israel. O las negociaciones entre Mandela y el régimen del Apartheid. O la negociación entre Estados Unidos y Cuba. O la que está ocurriendo entre las FARC y Colombia. La paz es siempre entre enemigos.

Tyrion le advierte a Missandei y a Grey Worm que no confía en los enemigos, pero sí en que ellos tienen sus intereses propios. Sabe que la solución negociada es posible si los incentivos entre las partes contrapuestas están alineados. La visión planteada por Tyrion tiene una larga tradición en la política y en las ciencias sociales. Decía Adam Smith: “No es por la benevolencia del carnicero, del cervecero y del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés”.

Buena parte de la teoría económica está basada en este supuesto de comportamiento. También la teoría de juegos y la teoría de la elección pública.

Pero Tyrion debe recordar que no basta con que los incentivos estén alineados: también se requiere que la conducta acordada con el otro pueda ser monitoreada y que los desvíos del comportamiento sean castigados. Quizás los dragones sean los encargados de hacerlo.

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Daenerys, la que no se quema, se convierte en líder de un pueblo al salir ilesa de un incendio donde asesina a todos los jefes de los Dohtraki.

El arquetipo es claro. Max Weber dijo que el liderazgo carismático depende de que los seguidores le atribuyan al líder una condición especial que lo haga diferente, con “energías o cualidades sobrenaturales”.

Daenerys es la que no se quema y ahora tiene un ejército. Y ya sabemos que el carisma nunca ha sido suficiente para el éxito.

Incluso ya demasiadas veces ha sido una ingrediente en la receta del fracaso, en especial en este lado de Westeros, cuando se ha pretendido sustituir el conocimiento y el arte de la política por el amor (o por el temor) de un pueblo.

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