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¿Apagón cultural? Venezuela y el racionamiento eléctrico en cines y teatros; por Marcy Rangel

¿Apagón cultural Venezuela y el racionamiento eléctrico en cines y teatros; por Marcy Rangel 640

Fotografía de Gabriel Osorio.

La rutina de quienes hacen vida en los centros comerciales de Venezuela se ha visto alterada desde hace una semana debido la improvisación en la medida de ahorro energético que impuso el Gobierno de Venezuela para contrarrestar la sequía que ha producido el fenómeno climático El Niño.

Los primeros tres días de aplicación de la medida, los trabajadores tuvieron que abandonar sus puestos de trabajo entre la una y las tres de la tarde, pero tenían que cerrar antes del siguiente corte, que se producía entre las siete y las nueve de la noche. Bajaban las santamarías eléctricas de los negocios y se iban con sus luncheras a las ferias de comida, a los pasillos con donde pudieran hacer una siesta en algún mueble, e incluso a los rincones donde los cestos de basura sirvieron de soporte a las partidas de dominó.

Una semana después, el Ministerio de Energía Eléctrica consideró la propuesta que le hiciera la Cámara Venezolana de Centros Comerciales, Comercios y Afines, y flexibilizaron la medida. A partir del martes 16 de febrero, los centros comerciales que no posean plantas generadoras de electricidad podrán trabajar en horario corrido, desde el mediodía y hasta las siete de la noche. Sin embargo, en un nuevo comunicado, el ministro enfatizó que los hoteles también deben generar su propia energía durante cuatro horas diarias.

Desde que se nacionalizó la industria eléctrica en 2007, ésta es la segunda vez que el gobierno intenta un racionamiento por la misma causa: los embalses están en estado crítico y, además de no prever la crisis, el ministerio tampoco hizo mantenimiento ni construyó formas alternativas de obtención de energía eléctrica para satisfacer la demanda. En enero de 2010, pocos días después de ordenar la primera medida (que afectaba a todos los sectores productivos y no sólo a los comercios y hoteles, como ahora), el presidente Hugo Chávez Frías tuvo que suspenderla en Caracas y destituir al ministro de entonces.

En aquel momento, los centros comerciales lograron disminuir su consumo en 10% y todavía se mantienen en ese nivel.

Sector cultural

El miércoles 10 de febrero, cuando apenas se retomaba la rutina en Venezuela luego del asueto de Carnaval, el corte de luz tomó por sorpresa a todos los trabajadores de Teatrex, una de las cuatro salas de teatro caraqueñas que se encuentran dentro de centros comerciales y la primera que se vio afectada por la medida.

Corina Perera estaba en camerino preparando al elenco de El cumpleaños de Fulanito cuando se enteró de que la tercera de las ocho funciones programadas del show que dirige no se presentaría. Su obra de teatro es un espectáculo de improvisación que puede adaptarse a cualquier espacio y, aprovechando ese recurso, decidieron presentarse en una de las plazas contiguas como forma de protesta:

“Decidimos hacerlo a la gorra, porque nosotros comemos de esto y una función a nosotros nos duele en el bolsillo. Convocamos por redes a partir de la una de la tarde y como a las siete ya había más de cien personas en la plaza. No podía irme a mi casa a dormir como si nada hubiera pasado. Preferí presentarme en un lugar en el que podía no ganar ni un bolívar, pero me voy tranquila porque hice algo: lo único que sé hacer”

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Fotografía de Gabriel Osorio.

Con la nueva posibilidad que tienen los centros comerciales de operar entre las doce del mediodía y las siete de la noche se ahorrará 20% más energía, pero seguirá impidiendo que las actividades de recreación en teatros, cines y restaurantes puedan desarrollarse en el horario habitual.

Ya en 2015 los horarios de las funciones se redujeron a causa de la inseguridad. En Teatrex las funciones de las diez de la noche se eliminaron y ahora tendrían que eliminar también las que están programadas para las ocho y las nueve. Susana Baserva, gerente de los 55 empleados que laboran allí, es de quienes no creen posible que el recinto vuelva a su actividad regular mientras exista el racionamiento:

“¿A quién sacas de su casa después de las nueve de la noche, cuando vuelvas a encender electricidad? Esa posibilidad no existe. Esta medida va en detrimento de la actividad productiva y el desarrollo personal que significa la cultura”

Para que un teatro pueda operar a partir de las nueve de la noche, cuando se acaba el racionamiento diario, la directiva debe comprometer, además de la luz y la seguridad de los transeúntes, una cantidad de personal encargado de encender y trabajar con santamarías, llaves de seguridad, portones eléctricos, taquillas de pago, bombas de agua, aires acondicionados y entradas y salidas de los estacionamientos, entre otros empleados más.

El jueves inmediato al inicio del racionamiento había una función de Laureano Márquez en el Teatro Premium del Centro Comercial Los Naranjos. Ya habían logrado vender todos los boletos. Los encargados de programación pactaron con el centro comercial encender las luces de nuevo a las nueve de la noche, en vez de cerrar definitivamente con el corte de las siete. Los espectadores llenaron los pasillos a oscuras, a su riesgo, y la función de Sit Down se dio. Sin embargo, Érika Lander, la programadora del teatro, señaló:

“Pero el viernes no podíamos comprometer a todo el personal de nuevo. Tuvimos que suspender las dos funciones del viernes y tres de las cinco que tenemos los sábados porque la gente pensó que la medida también se aplicaba los fines de semana”

La Cámara Venezolana de Centros Comerciales, Comercios y Afines asegura que sólo el 1% de los centros comerciales del país tienen una planta eléctrica capaz de proveer energía durante cuatro horas diarias a todo el recinto. Trasnocho es de los principales centros culturales de Caracas y el único de los afectados que, además de las funciones de teatro, también tiene cines, librería, bares, restaurantes, un centro de yoga, sala de exposiciones y otras tiendas que deberían estar abiertas durante el horario de los cortes. Sin embargo, la nómina de 250 trabajadores (sin contar a los elencos de las obras y sus equipos de producción) ha tenido que apegarse a un estricto horario de ahorro propio, eliminando todas las actividades hasta las dos de la tarde.

Trasnocho es uno de los centros que, además, impulsa varios programas de apoyo a la comunidad cultural de Caracas. Uno de ellos es el Festival de Jóvenes Directores, dentro del cual seis nóveles creadores presentan sus propuestas con el fin de lograr una temporada completa en el recinto. También cada viernes se presenta Educine, un programa de proyección de películas infantiles para los estudiantes de primaria de las escuelas públicas, en la que expertos en valores discuten con los niños el aprendizaje de cada sesión. Educine es la única de las actividades matutinas que se ha mantenido, aun con el racionamiento, por ahora. Solveig Hoogesteijn, coordinadora general, dijo:

“Estamos viendo cuál es nuestro consumo, con un estudio técnico que demora dos semanas. Mientras tanto, el centro comercial tiene una planta de emergencia que nos ha permitido funcionar y, a pesar de no haber detenido la programación, vimos una disminución de público en los días de semana”

El cine también ha disminuido su cantidad de proyecciones. Andry Franco es estudiante de Publicidad y Mercadeo y trabaja desde hace tres años como operaria en Cinex de El Recreo, uno de los complejos de salas más céntricos de la capital. Trabaja para poder pagar sus estudios. Su horario va de diez de la mañana a las siete de la noche, pero desde el miércoles la cadena de cines sólo proyecta dos funciones por película al día y la última es a las cinco de la tarde. A esa hora se apagan automáticamente pantallas de taquillas, máquinas de servicio y proyectores digitales sin uso. Los vigilantes están atentos para no dejar que suban más clientes.

“Generalmente vendemos dos mil entradas diarias, pero hoy a lo sumo se vendieron trescientas”, señaló Franco el primer día del ahorro. Andry todavía no sabe si tendrá una disminución en su sueldo por la reducción del horario ni si la empresa decidirá eliminar algún turno laboral. El comunicado más reciente de la Asociación Venezolana de Exhibidores de Películas afirma que se están reduciendo en 50% las proyecciones en los días de semana y dos de los tres turnos laborales, sin contar otros perjuicios directos para los espectadores y la crítica, como la posibilidad de acceder a los estrenos que ya estaban coordinados en conjunto con otros países de la región.

La inseguridad

La Cámara Venezolana de Centros Comerciales, Comercios y Afines registra 400 centros comerciales afectados que le dan empleo aproximadamente a 580 mil trabajadores, además de la posibilidad de compras, recreación y esparcimiento a dos millones y medio de visitantes diarios. Muchos de estos tienen farmacias y supermercados que forman parte del peregrinaje para encontrar insumos básicos a diario, en un país donde el desabastecimiento alcanza el 80%. Este tipo de establecimientos, al igual que los bancos, pueden operar en horario normal: además de que algunos de esos productos deben estar refrigerados, existe una condición legal que impide su cierre. Sin embargo, que un centro comercial de 500 negocios (como el Sambil Caracas, por ejemplo) esté abierto desde la mañana sólo por un par de horas hace a los empleados de esas tiendas abiertas más propensos a la inseguridad.

Leonardo Martínez vende golosinas y cigarrillos en un tarantín improvisado. Trabaja desde hace doce años frente al centro comercial desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche y sus ingresos diarios promedian cuatro mil bolívares. Desde el miércoles, no pasan de dos mil. Desde ese día trabaja hasta las siete… o hasta que la calle solitaria lo mueva de sitio.

Fotografía de Gabriel Osorio.

Fotografía de Gabriel Osorio.

Lo mismo sucede con puestos de trabajos que se encuentran en las zonas aledañas a los centros comerciales y hoteles, como paradas de taxis, mototaxis, kioscos y vendedores ambulantes. Alirio Gallardo es uno de los socios fundadores de la Asociación de Conductores de Taxis del Centro Comercial El Recreo, con dieciocho años de servicio en esa parada. Hasta diciembre, Gallardo hacía hasta diez recorridos diarios, pero desde el miércoles sólo ha hecho cuatro en el mismo espacio de tiempo. No trabaja de noche, porque mientras más solas están las calles los oficios como el suyo están más propensos a la inseguridad. Desde el secuestro de uno de los conductores, la línea de taxis decidió fotografiar a cada cliente antes de abordar la unidad: “El pasajero debe tener buen aspecto, no ir a lugares peligrosos, ser féminas de preferencia y dejarse tomar la foto antes de montarse”. Gallardo no sólo toma en cuenta la inseguridad de la zona, sino el bolsillo: “Si la gente sale temprano del trabajo, prefiere irse en metro porque todavía está claro”. Recordemos que una ruta promedio en taxi puede costar mil bolívares, una parte importante del salario mínimo de un trabajador.

Lo que viene

Seis años después del primer racionamiento, el país está sumergido en una crisis que va en detrimento de la calidad de vida del venezolano. Además de los cortes de luz, los habitantes padecen un racionamiento de agua desde hace dos años que se ha recrudecido en los últimos meses. Además, recientemente el Consejo de Seguridad, Justicia y Paz de México nombró a Caracas como la ciudad con más muertes violentas en el mundo e incluyó a otras cinco ciudades de Venezuela en el ranking. Como si esto fuera poco, el Índice Nacional de Precios al Consumidor reporta la inflación más alta del mundo, según el Fondo Monetario Internacional. Todo esto se suma al desabastecimiento en casi todos los rubros básicos, la falta de producción y el control cambiario. Cada uno de estos argumentos influyen en la necesidad que tiene el venezolano de distraerse, la necesidad que tiene la empresa privada de producir y también la imposibilidad de hacerlo, ante el miedo y la falta de poder adquisitivo.

Solveig Hoogesteijn ve el panorama desolador:

“Estos no son problemas ni de creencias, ni de opciones políticas, sino problemas técnicos que hay que abordar con experticia. En lugar de tener un respeto hacia la ciudadanía y concertar acciones ante una emergencia climática, que es un proceso que ya se venía anunciando, se nos cae un país que irónicamente tiene las mayores reservas de materia prima, pero en el cual el factor humano es lo que decide. Una vez que se instituye la ineficiencia, nada puede ser temporal”

Fotografía de Gabriel Osorio.

Fotografía de Gabriel Osorio.