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“Algo huele mal en Dinamarca”: el caso DICOM; por Frank Muci y Douglas Barrios

Fotografía de Miguel Gutiérrez para EFE

Fotografía de Miguel Gutiérrez para EFE

En la larga y accidentada historia de los sistemas cambiarios chavistas, el DICOM es tan solo el invento más reciente. Pero es un invento curioso.

El Banco Central de Venezuela (BCV) no publica uno sino dos tipos de cambio DICOM diariamente bajo el “Convenio Cambiario Nro. 33”. Publica una tasa “ask” (para “compra” de dólares) y una tasa “bid” (para “venta” de dólares). Además publica estas dos tasas con cuatro dígitos decimales. A 675 bolívares por dólar, esto permite identificar variaciones en la tasa hasta un 0,000015% de precisión. ¡Vaya sofisticación!

Sin embargo, algo anda mal. Las cifras no concuerdan con lo que uno esperaría en un sistema en el que se encuentran oferentes y demandantes. En este sentido, la diferencia entre las tasas bidask, es decir el spread, es informativa:

Aunque el spread en bolívares ha aumentado en la medida que se ha depreciado la tasa, como debe suceder si no aumenta el volumen del mercado, el spread en términos porcentuales se ha mantenido en exactamente 0,2500% del ask desde el 12 de febrero 2015, la primera fecha para la cual existen datos DICOM (antes llamado SIMADI). Esto es totalmente irreal. En ningún mercado cambiario del mundo, y menos en uno tan volátil como el venezolano, el spread entre el bid y el ask puede ser un porcentaje fijo de una de las tasas. Al contrario, cuando hay mayor volatilidad cambiaria, el spread típicamente crece y viceversa. En todo caso nunca es un parámetro fijo.

Comparemos al DICOM con el cambio Euro-Dólar, uno de los mercados más transparentes y estables del mundo. En los últimos dos años, solo 10% de las cotizaciones del cierre Euro-Dólar han mantenido el mismo spread (%) del día anterior. Asumiendo que la probabilidad en dos días consecutivos tengan el mismo spread de 10%, la probabilidad de que esto ocurra en 688 días consecutivos —como en el DICOM— es un cero con 665 ceros más y después un uno y el signo “%”. Es más fácil ganar la lotería Powerball (0,0000006% chance de ganar) diez veces seguidas a que haya el mismo spread porcentual 668 días seguidos. Lo que publica el BCV es realismo mágico.

Solo podemos concluir que tras fijarse el tipo de cambio DICOM ask, el BCV le resta 0,25% a esa tasa y genera el DICOM bid de forma automatizada. Así mismo: con una fórmula de Excel. Ahora bien, si el DICOM bid es inventado, vale la pena preguntar, ¿qué validez tiene el DICOM ask?

Para empezar, si el DICOM ask fuera real —si uno de verdad pudiera comprar cualquier cantidad de dólares a 675 bolívares por dólar—, los compradores habrían inundado al BCV buscando divisas baratas para revender al paralelo y el DICOM y el paralelo habrían convergido en algún punto medio. El diferencial cambiario y el arbitraje habrían desaparecido. En este sentido, la tasa DICOM ask no es real. Pero veamos si el DICOM ask es un engaño en un sentido más literal. Probemos con exámenes estadísticos para detectar interferencia humana en las cifras.

Con ciertas series numéricas, uno espera que los dígitos decimales sigan una distribución uniforme. Las distribuciones uniformes son aquellas donde cada resultado es igual de probable (como cuando uno lanza una moneda, y las dos caras tienen 50% chance de salir). Como la data del DICOM supone ser el resultado de un promedio de varias cotizaciones, uno espera que los dígitos decimales sean aleatorios y que sigan una distribución uniforme. Es decir, en ausencia de manipulación, debería ser igual de probable observar cualquier número del 0 al 9 en cualquiera de los dígitos decimales[1]. Entonces, si observamos que algún número es sobrerrepresentado en algún dígito decimal, hay razón para sospechar que los valores de la cotización han sido manipulados, al menos parcialmente.

Típicamente, al evaluar si una serie numérica se ajusta a esta lógica, se realiza un análisis estadístico al último número entero o a los primeros dos dígitos decimales. Sin embargo, la inusual “precisión” de la tasa DICOM ask permite realizar este análisis al tercer y cuarto dígito decimal, además de los primeros dos.

Veamos, cuando le aplicamos el examen estadístico al tercer y cuarto dígito decimal del DICOM ask, la a distribución observada es bastante similar a la esperada. Es decir, el tercer y el cuarto dígito pasan la prueba estadística[2] ya que no pareciera haber números del 0 al 9 sobrerrepresentados. El examen no descarta que los números del tercer y cuarto dígito decimal sean aleatorios y provengan de una distribución uniforme:

Sin embargo, cuando le aplicamos el mismo examen al primer y segundo dígito decimal, los dígitos usualmente sujetos a este tipo de evaluación, fallan la prueba[3]. Las diferencias entre la distribución de dígitos que reporta el BCV y la distribución esperada son demasiado grandes. Dicho de otra forma, es evidente que hay números que están sobrerrepresentados en cada uno de estos dígitos y es estadísticamente improbable que sea producto del azar. El examen descarta que los números del primer y segundo dígito sean aleatorios y provengan de una distribución uniforme:

En el primer dígito decimal, el número 9 está claramente sobrerrepresentado y los números 0 al 4 están subrepresentados. En el segundo dígito decimal también es evidente la subrepresentación de los números 1 y 2. Más aún, las diferencias entre las distribuciones esperadas y las distribuciones reales parecen ser más patentes en ciertos períodos. Al revisar la frecuencia de los dígitos en ventanas móviles de 50 días, observamos que el primer dígito decimal del DICOM ask sobrerrepresenta al número 9 entre agosto 2015 y mediados de abril 2016, cuando la tasa se mantuvo “estable” entre 198 y 205 bolívares por dólares.

Asombrosamente, el mismo gráfico para el cuarto dígito decimal no indica nada similar durante este período.

Esa es la evidencia estadística. Ahora, ¿qué interpretación le podemos dar?

Dada las severas anomalías con los dígitos, estimamos que es muy poco probable que el DICOM ask provenga de un promedio de distintas cotizaciones de supuestos oferentes en el mercado.

El análisis de la data permite sospechar que el BCV fijó la cotización diaria hasta el segundo dígito decimal y luego le añadió el tercer y cuarto dígito decimal aleatoriamente, para que parecieran reales las cifras si se llegasen a someter a este tipo de análisis. Se hace difícil identificar otra explicación lógica que sea consistente con la data observada. No queda claro por qué harían este maquillaje tan sutil, pero queda bastante claro que es razonable pensar que lo hicieron, al menos en entre agosto 2015 y abril 2016.

Lo que sucedió con los datos es consistente con una orden “de arriba” de dejar la tasa en torno a los 200 bolívares por dólar y al mismo tiempo mantener algún movimiento en la tasa para alimentar la ficción de que había un mercado funcionando. Para barajear esas dos instrucciones, los burócratas probablemente decidieron fijar la tasa DICOM ask, en ese entonces SIMADI ask, a dedo con dos dígitos decimales y luego agregarle dos dígitos más para completar la ilusión.

Todo esto es tan solo un pie de página en medio de la actual crisis, pero vale la pena resaltarlo. Es asombroso: el DICOM bid es literalmente un invento y el DICOM ask no solo es un embuste teórico gracias a la existencia del diferencial cambiario, sino que probablemente le fijaron (para no decir inventaron) los primeros dos dígitos decimales y le añadieron el tercer y cuarto dígito decimal aleatoriamente.

Estas manipulaciones estadísticas indican que tenemos que estar preparados para el día en que la información estadística vital vuelva a ser publicada. Si es posible que exista este tipo de manejo para algo tan irrelevante como el DICOM, ¿qué podemos esperar sobre la información relacionada con la pobreza, ejecución de recursos, eficiencia de programas sociales, crecimiento económico y pare usted de contar?

1. Para evaluar este patrón se utiliza un examen estadístico llamado Chi-Cuadrado, el cual permite examinar la probabilidad de que la frecuencia de los números del 0 al 9 observada en una determinada muestra sea producto de una población que siga la distribución esperada, una distribución uniforme.

2. Esto significa que el examen Chi-Cuadrado no puede rechazar la hipótesis que los dígitos decimales provengan aleatoriamente de la distribución esperada. En otras palabras, el examen Chi-Cuadrado no descarta que los datos sean kosher a 95% de confianza.

3. El Chi-Cuadrado indica que con 95% de probabilidad, la distribución de los dígitos observada no proviene de la distribución esperada.

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