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El gobierno de Trump endurece el embargo a Cuba; por Gardiner Harris

A car passes by the Telegrafo Hotel in Havana on November 8, 2017. Tighter restrictions on US travellers to Cuba will go into effect on Thursday, officials said, almost five months after President Donald Trump vowed to crack down. The US Treasury said the measures are designed to steer American travellers away from Cuban firms tied to the military and towards the communist island's fledgling private sector. / AFP PHOTO / Yamil LAGE

Fotografía de Yamil Lage / AFP

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WASHINGTON – El gobierno de Donald Trump endureció el embargo económico a Cuba este miércoles al restringir los hoteles, tiendas y otros negocios a los que los estadounidenses pueden tener acceso según si esos establecimientos tienen vínculos a las fuerzas armadas cubanas.

La larga lista de reglas que Trump prometió implementar en juniocomo represalia a lo que considera un actuar poco democrático del gobierno comunista cubano fue dada a conocer justo cuando el presidente de Estados Unidos se encontraba de visita con los líderes comunistas de China, donde impulsó acuerdos empresariales. El anuncio es una de las maneras en las que la actual administración en la Casa Blanca ha ido revirtiendo el deshielo promovido entre Washington y La Habana desde finales de 2014, durante el gobierno de Barack Obama.

Los estadounidenses que quieran visitar Cuba tendrán, de nuevo, que hacerlo por medio de operadores turísticos autorizados y deberán ser acompañados de guías, lo que encarecerá tales viajes.

Las reglas entrarán en vigor el 9 de noviembre y solo serán aplicables para los viajes y transacciones comerciales en el futuro. Quienes ya habían pagado por un viaje sin acompañamiento podrán ir y también podrán completar sus transacciones con negocios que ahora están en la lista prohibida, según el gobierno. Hay 83 hoteles en esa lista.

Aunque las nuevas reglas desincentivan los vínculos para viajes y comercios entre Estados Unidos y Cuba, no los prohíben; de hecho, buena parte de la apertura impulsada por Obama todavía se mantiene, como los vínculos diplomáticos.

Funcionarios de alto nivel del gobierno dijeron, durante una llamada con reporteros, que las nuevas reglas pretenden evitar que el dinero y la actividad económica lleguen a los servicios militares y de seguridad del Estado cubano para en lugar de eso dirigirlos hacia los negocios de cuentapropistas. Los funcionarios dicen que la práctica de rentar habitaciones en casas particulares y de comer en los llamados paladares todavía será permitida, al igual que la renta de automóviles a civiles.

Entre los hoteles de La Habana que quedaron fuera de la lista está el Four Points de Marriott International, que es propiedad del gobierno cubano, pero un competidor operado por una compañía suiza, el Gran Hotel Manzana Kempinski, sí está prohibido para estadounidenses.

En octubre Trump expulsó a quince diplomáticos cubanos de la delegación estadounidense después de que se presentaran malestares misteriosos en una veintena de empleados de la embajada de Estados Unidos en La Habana, lo que enfrió algo las relaciones casi como en la Guerra Fría.

El canciller cubano Bruno Rodríguez dijo el 2 de noviembre que quienes han dicho que La Habana es responsable de ataques contra diplomáticos estadounidenses “miente deliberadamente” para “dañar la relación bilateral”.

Los funcionarios estadounidenses dicen que las nuevas reglas no tienen nada que ver con la disputa diplomática respecto a los presuntos ataques sónicos.

Obama intentó pasar de página respecto a la hostilidad y desconfianza que ha caracterizado desde hace años las relaciones entre los países y argumentó que medio siglo de ese tipo de políticas no había hecho mucho para traer cambio a Cuba, pero sí para empeorar la imagen de Washington en América Latina.

Sin embargo, la oposición al deshielo se hizo sentir con fuerza entre partes de la comunidad cubana en Florida, y la promesa de Trump de revertir las políticas posiblemente le ayudaron a ganarle a Hillary Clinton en ese estado.

Trump ha sido muy receptivo y ha celebrado la relación con autócratas como el rey Salmán de Arabia Saudita, campañas polémicas como la de combate a las drogas de Rodrigo Duterte y ha acogido los vínculos con el presidente chino Xi Jinping.

Sin embargo, en junio, prometió en un discurso: “No nos mantendremos en silencio de cara a la opresión comunista” en Cuba.

José Miguel Vivanco, el director ejecutivo de Human Rights Watch para las Américas, dijo que las nuevas reglas no ayudarán a mejorar las condiciones en la isla.

“Insistir en este enfoque que ha mostrado ser un fracaso total durante décadas no va a ayudar”, dijo Vivanco.

Daniel P. Erikson, un asesor de la Casa Blanca durante el mandato de Obama, dijo que los cambios probablemente confundirán a los viajeros estadounidenses, que tendrán dificultades para saber bien cuáles transacciones son las prohibidas. El gobierno de Trump indicó que actualizará de manera regular la lista de establecimientos prohibidos.

“La gran pregunta es si es posible que la presión económica por parte de Estados Unidos acelere el cambio democrático en Cuba; durante las últimas seis décadas ha habido escasa evidencia de que haya una correlación”, dijo Erikson.

Los funcionarios de la Casa Blanca dijeron que todos los que rompan las nuevas reglas podrían enfrentar cargos criminales.

El pasado 1 de noviembre, el gobierno de Trump volvió a retomar su rechazo a la resolución de la Asamblea General de la ONU que se debate anualmente en contra del embargo. En un discurso, la embajadora estadounidense ante las Naciones Unidas, Nikki Haley, dijo que “Estados Unidos no le teme al aislamiento en esta cámara o en ningún otro lado”.

En un tuit posterior, el senador Marco Rubio, republicano de Florida, celebró ese discurso. “¡Amén! Nikki Haley le recuerda a la ONU que no tiene poder sobre EE. UU. y por tanto ningún poder sobre el embargo a Castro”.

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Este texto fue publicado originalmente en The New York Times