- Prodavinci - https://historico.prodavinci.com -

Turistas en Barcelona: las víctimas más recientes del terrorismo; por Jon Lee Anderson

Fotografía de Getty Images

Fotografía de Getty Images

Cada agosto, el tradicional mes de vacaciones para los españoles, aquellos barceloneses que pueden costearlo escapan de la ciudad y sus hordas de turistas, hacia las colinas verdes y hermosas playas de la cercana Costa Brava. El legendario bulevar de Las Ramblas, en Barcelona, que se desprende desde centro de la ciudad a lo largo del antiguo barrio Gótico hasta el mar Mediterráneo, es un sitio de parada obligada para todos los visitantes extranjeros y permanece constantemente atestado de personas. En la mañana del 17 de agosto, Las Ramblas se convirtió en el más reciente objetivo terrorista, cuando un hombre, evidentemente jurando lealtad al Estado Islámico, manejó una van blanca alquilada, por decenas de metros, golpeando a docenas de personas que caminaban a lo largo de la avenida arbolada. La van zigzagueó en un esfuerzo aparente para maximizar la tasa de muertos. El conductor asesinó a al menos 13 personas, e hirió a cientos.

Las primeras imágenes que surgieron eran horriblemente reminiscentes: una de ellas era un video clip capturado con un iPhone, sin ninguna narrativa o comentario –y sin necesidad de tenerlos– evidentemente tomado en los primeros instantes de shock después del ataque. El video mostraba a varias personas, la mayoría en shorts y camisetas de verano, tiradas en el piso, muertas o inconscientes, heridas de gravedad, sangrando, en la acera, mientras que sobrevivientes aturdidos pasaban por las locaciones.

Todos hemos visto esta escena antes. Fue al menos la sexta ocasión en los últimos años que el homicidio vehicular ha sido el arma seleccionada por los terroristas en Europa. Hace unas semanas, una van arremetió contra multitudes de personas en London Bridge, y antes de eso, ocurrió en Westminster Bridge. El pasado diciembre, un camión se abalanzó sobre los compradores en un mercado de navidad en Berlín, y también sobre las familias que celebraban el Día de la Bastilla el verano pasado, en Niza. Y por supuesto, también ha habido otros incidentes. De forma más frecuente, estos episodios empiezan a difuminarse y a fundirse con otros ataques a personas inocentes que asisten a conciertos, hoteles y bares o restaurantes.

El ataque pudo haber tenido al extremismo islámico como motivación, pero, pisándole los talones al letal ataque vehicular ocurrido el sábado, contra una multitud de contramanifestantes en Charlottesville, Virginia –el cual fue llevado a cabo por un joven neonazi estadounidense– no puede ser visto como un caso aislado. Los terroristas se inspiran los unos a los otros e imitan el comportamiento de cada uno.

Charlottesville y Barcelona están también unidos por el discurso crecientemente extremista de Donald Trump, desde su equívoco moral sobre los supremacistas blancos y neonazis de Charlottesville, hasta la publicación de un tweet después del ataque de Barcelona, en el que empleó una cita aparentemente apócrifa, atribuida a John J. Pershing, abogando por la ejecución de terroristas islámicos con balas bañadas en sangre de cerdo. Semejantes palabras, obviamente, son sumamente ofensivas para los musulmanes en cualquier parte y de seguro inflamarán tensiones. Quizás esa sea la intención de Trump. Más temprano ese día, en una entrevista en la cadena Fox, recomendó “matar a las familias de los terroristas”, como un método para fortalecer la guerra liderada por Estados Unidos contra el Estado Islámico.

En contraste con las declaraciones de Trump, la oficina de la Presidencia del Gobierno de Cataluña, la región semiautónoma de España, de la cual Barcelona es capital, publicó el siguiente comunicado de prensa:

“Sabemos que todas las buenas personas, de todos los antecedentes religiosos y sociales, están con las víctimas. Ellos están de nuestro lado. La democracia y los valores intrínsecos a la libertad e igualdad son más fuertes que la violencia terrorista. Juntos derrotaremos a todos aquellos que intentan generar desconfianza a través de la violencia. Cataluña ha sido, es y será, un país de paz. Un país acogedor. Y no permitiremos que un pequeño grupo termine con nuestro estilo de vida forjado a lo largo de los siglos”.

La declaración del gobierno Catalán –evitando cuidadosamente la ruta fácil de incitar el miedo a los musulmanes– hizo un esfuerzo por ser incluyente y abarcar a todos los miembros de su población políglota. Es el tipo de declaraciones que antiguos presidentes de Estados Unidos hubieran hecho, conscientes de su rol como guías morales y protectores de todos sus ciudadanos. Fue lo opuesto a las declaraciones del presidente actual.

***

Texto publicado en The New Yorker. Derechos exclusivos en español para Prodavinci.

Traducción de Diego Marcano.

***

Suscríbete al canal de Prodavinci en Telegram haciendo click aquí