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Miguel Martínez Meucci: Mezcla de castrismo con autocracias africanas es la amenaza sobre Venezuela

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La instalación de una Asamblea Nacional Constituyente respaldada por más de ocho millones de venezolanos, según el Consejo Nacional Electoral, representa el inicio de un nuevo escenario político en Venezuela. Para Miguel Ángel Martínez Meucci, las soluciones lentas y graduales para salir de la crisis son poco tolerables. El experto en conflictos políticos opina que el papel de la comunidad internacional es esencial para impedir la consolidación del gobierno autocrático que denuncia la oposición desde hace cuatro meses, cuando iniciaron las protestas contra Nicolás Maduro.

—¿Cuáles son las características del juego político que se inicia en Venezuela tras la aprobación de la Asamblea Constituyente? ¿Cuáles son los principales desafíos del gobierno y de la oposición?

—Se trata de una nueva fase dentro del mismo juego político, pues este régimen siempre tuvo en mente perpetuarse en el poder. Mientras lo pudo hacer con dinero y votos permitió elecciones; ahora que no cuenta con tales medios recurre a la represión y a la implantación de un nuevo diseño institucional que evite elecciones dignas de tal nombre. Esta ha sido la situación desde hace al menos un año, aunque disimulada de diversos modos. Los principales desafíos del régimen serán conducir la Constituyente a un orden estable, evitar fracturas internas y obtener el reconocimiento perdido de las principales democracias del mundo, así como sofocar la rebelión popular. Por parte de la oposición, los retos pasan por mantener la vigencia y dignidad de la Asamblea Nacional como único cuerpo representativo y mecanismo de continuidad con el malogrado orden constitucional, mantener una estrategia unitaria y canalizar el enorme rechazo de la gente al Gobierno.

—El gobierno reprime las protestas, pasa a tribunales militares a los manifestantes y detiene a dirigentes políticos. ¿La Mesa de Unidad Democrática (MUD) corre el riesgo de perder la confianza de los electores opositores tras la aprobación de la Constituyente? ¿Cómo puede impedir que las manifestaciones se escapen de su control?

—Sobre todo existe el riesgo para la MUD de defraudar a la gente, que no son sólo electores sino personas de carne y hueso sometidas por el actual régimen a una situación desesperada. Las expectativas de la gente son altas y sus necesidades son aún mayores, lo cual hace que los retos del liderazgo opositor sean enormes. El reto más difícil de la oposición es canalizar las manifestaciones, las cuales se han convertido en el único medio de la ciudadanía para impedir su definitivo sometimiento a un régimen que no sólo es autocrático, sino también generador de una miseria atroz y estructural. Esta última característica hace que soluciones lentas y graduales (como fueron los progresivos tránsitos de España o Chile a la democracia) se hagan poco tolerables en el caso venezolano. En la Venezuela de hoy el tiempo cuenta mucho más que en esos otros casos en los que los regímenes autocráticos no impedían a la gente comer y acceder a la salud.

—¿Por qué la consulta del 16 de julio y más de 100 días de manifestaciones y fallecidos no bastaron para romper la unidad dentro del gobierno? ¿Cuáles son las alternativas para el futuro inmediato?

—El chavismo se constituyó desde tempranas fechas (tal como lo ha señalado Germán Carrera Damas) como la unión del viejo proyecto militarista venezolano con el de la izquierda revolucionaria, la cual logró infiltrar a la Fuerza Armada. Ya en el poder, la injerencia castrista ha sido sumamente profunda, al punto de ir desmantelando la estructura militar para integrarla en el proyecto socialista. La corrupción ha jugado un papel esencial para garantizar la lealtad de los mandos superiores, además de la presión constante del aparato de inteligencia cubano. Si ha existido un momento para que los militares se sustraigan a esa tutela extranjera y depredadora es ahora, pues el esfuerzo político y social de la sociedad venezolana en esa dirección ha sido enorme, pero si como organización no son capaces de dar ese paso, si como militares no tienen la visión de optar por la democracia y la defensa de la nación, al país le aguarda un futuro terrible que describiría como la mezcla entre el modelo político del castrismo y los regímenes autocráticos africanos, en los que una élite de militares que trafica con los recursos naturales del territorio nacional sobrevive con base en la pura represión de la población. El papel de la comunidad internacional democrática para impedir este destino es más importante que nunca.

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