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David Smilde: “El diálogo fracasó. Solo queda la negociación”; por Elías García Navas

Por Elías García Navas | 12 de junio, 2017
David Smilde

David Smilde retratado por el equipo de Wola

Tibisay Lucena activó una bomba de tiempo que estallará el 30 de julio.

Con su tradicional parsimonia, la presidenta del Consejo Nacional Electoral ha dispuesto para esa fecha la elección de los miembros a la Asamblea Nacional Constituyente que tendrán como objetivo fundar un país a la medida del presidente Nicolás Maduro.

Y como era de esperarse, semejante anuncio de Lucena le ha dado nuevos bríos a los manifestantes, quienes ya acumulan más de dos meses de protestas continuas contra la dictadura que busca consolidarse en Venezuela.

Se siente en el asfalto de las principales ciudades del país una sensación de “punto de no retorno”, en una confrontación que semana a semana suma nuevas víctimas y mayor violencia.

¿Cómo desactivar esta bomba que amenaza con volar lo que queda de República?

Para David Smilde, profesor de Sociología y Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Tulane e investigador y senior fellow de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), la respuesta es iniciar un proceso de negociación.

Habla desde la perspectiva de quien ha estudiado a Venezuela durante 25 años.

¿Y con toda la experiencia que usted tiene sobre el comportamiento político en Venezuela, cree que es la hora de negociar? Cualquiera que mencione la palabra “negociar” en la oposición venezolana puede ser acusado de traidor en este momento.

–En este momento no hay disposición para negociar. Ninguno de los dos lados está listo para eso: la oposición siente que tiene al gobierno contra la pared y que podría provocar un punto de quiebre. Y el gobierno está pensando que si puede llegar a Asamblea Nacional Constituyente ya estará a salvo porque tendrá poderes de origen: eliminará el Ministerio Público, la Asamblea, y podrá formular un Estado Comunal. Es decir, construir algo muy distinto a lo que conocemos.

¿Usted descarta la negociación como solución al conflicto de Venezuela?

–Es difícil verlo en este momento, pero la gente tiene que vivir, estudiar, trabajar. Es difícil mantener un conflicto así por mucho tiempo.

¿Cómo plantear una negociación que evite más muertes y una salida pacífica a este conflicto antes de la Asamblea Nacional Constituyente? ¿Ve usted una manera hacerlo, sin proyectar debilidad?

–Hablamos de las razones que tiene cada uno para decir que no tiene necesidad de negociar, pero por lo general, lo que se dice públicamente no es lo mismo que ocurre entre los actores políticos de parte y parte en privado.

La energía que se percibe en las calles hace impensable en la posibilidad de un diálogo. ¿Cómo se imagina que eso pueda darse?

–Es que en Venezuela no puede haber diálogo. Lo único que puede haber es una negociación.

¿Por qué no hay posibilidad de diálogo?

–Luego del fracaso del diálogo a finales del año pasado, solo es posible la negociación. Y es importante que sea vista así, como una negociación, no como un diálogo.

¿Cómo diferenciarlo?

–Para empezar, debe enfocarse en acordar un calendario electoral, con mecanismos de monitoreo de todo el proceso. Y este calendario debe estar contemplado en el marco de la Constitución Nacional vigente. Hay mucha gente hablando de elecciones adelantadas, y no hay ninguna provisión en la Constitución actual para ello. Debe suceder fuera del país, en un terreno neutral, donde los representantes no se sientan presionados por grupos locales o por filtraciones de información. Creo que pudiera ser en el Vaticano.

¿El Vaticano? La representación del Vaticano también quedó chamuscada con la experiencia del 2016.

–El Vaticano está dispuesto a facilitar una salida en Venezuela, pero va a ser muy cauteloso, porque salió con las manos quemadas con el llamado diálogo del año pasado. Sé que están dispuestos a participar, pero serían muy cuidadosos.

Recientes declaraciones del Papa Francisco sobre Venezuela, le generaron fuertes cuestionamientos sobre su posición en este conflicto.

–Está claro que no tiene una aceptación unánime, porque hay gente que opina que el Vaticano ha sido ingenuo, no entiende a Venezuela y está engañado por el gobierno. También hay chavistas que no creen en la religión, y lo desconocen como institución. Sin embargo, el Vaticano tiene credibilidad y creo que es muy importante tenerlo en cuenta.

¿Quién convoca a las partes?

–Para eso necesitas designar a un grupo de cuatro o cinco países amigos que funcionen como mediadores, y que permitan construir una agenda en conjunto. Si hubiese un esfuerzo concertado, con gente de prestigio internacional, sí se podría lograr una negociación. Puede ser algo como el grupo Contadora en los 80.

¿Y qué hacer con los mediadores actuales?

–Ellos también se quemaron las manos en el diálogo. Hay que buscar otros que sean aceptados por ambas partes y que tengan intereses concretos en que la negociación tenga éxito. Si no pasa eso, no creo que haya éxito.

¿Quiénes pueden ser esos países amigos?

–Hay algunos países como Uruguay y El Salvador que han sido simpatizantes del chavismo, pero han marcado distancia. Otro país que pudiera participar es Colombia, que tiene un perfil de centroderecha, es vecino y trabajó con Venezuela durante el proceso de paz con las FARC. Posiblemente Ecuador, que ahora está sin Rafael Correa. También hay espacio para un país europeo, como por ejemplo Noruega, que tuvo un papel importante en el proceso de paz de Colombia.

¿Cuál es el papel de Estados Unidos? ¿Qué tanto ayudan las sanciones de Estados Unidos a altos funcionarios de Venezuela en estas circunstancias?

–Es un tema delicado. Por un lado, esta política de sanciones es una de las pocas cosas que pueden hacer los países para expresar su desacuerdo con otro, sin emplear la violencia. Por otro lado, las investigaciones sobre el uso de sanciones indican que, la mayoría de las veces, no logran su objetivo. En el caso de Venezuela hay varias razones adicionales que pesan.

¿Cómo cuáles?

–Por ejemplo, las sanciones ayudan al gobierno a jugar su carta antiimperialista y mostrar que está siendo asediado por Estados Unidos. También tienen un impacto negativo en los países de la región que quisieran presionar a Venezuela, pero que se inhiben para no verse como ejecutores de la política exterior estadounidense. Y también tienen un efecto delicado en la dinámica interna del país: dejan al funcionario sin margen de maniobra. Solo le dejan al chavismo como alternativa.

¿A qué se refiere?

–Hace tres años el senador de Estados Unidos, Marcos Rubio, quería sancionar a la Fiscal General, Luisa Ortega Díaz por violaciones a los derechos humanos. Y en este momento la Fiscal General se ha convertido en un actor político fundamental frente al gobierno. Si ella hubiese sido sancionada, puedes estar seguro de que no se habría manifestado como lo ha hecho en las últimas semanas.

A menos de dos meses para las elecciones de la Constituyente, ¿quién se encuentra más fuerte para sentarse a negociar?

–En el 2014 hubo un ciclo de protestas intensas. Desde entonces el gobierno ha comprado equipos antimotines, carros blindados, bombas lacrimógenas, perdigones. Tiene todo para enfrentar este tipo de rebelión que vemos ahora.

Pero desde el punto de vista de apoyos, ¿con quién cuenta Maduro?

–Maduro cuenta, hasta ahora, con la cúpula de la rama judicial y de las Fuerzas Armadas, además de la administración de los ingresos petroleros. Está en una posición bastante fuerte para negociar. El gobierno tiene la ventaja. Tiene el tiempo de su lado.

¿Y en cuanto a la oposición?

–La oposición apostó a la presión sobre el gobierno desde la calle y desde la comunidad internacional, con el objetivo de generar fracturas internas entre quienes apoyan a Maduro, y han tenido éxito. Chavistas moderados como Gustavo Dudamel, la Fiscal General, y otros se han venido pronunciando en contra de la posición del gobierno. Si hay más reacciones de este tipo, podrían hacer que el gobierno se retracte de la Asamblea Nacional Constituyente.

No parece mucho.

–Tiene las movilizaciones y la Asamblea Nacional, que aun cuando sus decisiones están neutralizadas, se encuentra activa. Por eso, pienso que las relaciones internacionales van a ser un punto clave.

Además de las fortalezas, el cómo se negocia tiene relevancia.

–La oposición tiene más posibilidades para negociar, porque es más diversa en los objetivos que persigue. Hay gente que quiere que renuncie Maduro, otros quieren elecciones anticipadas. El gobierno, en cambio, no tiene. Solo quiere permanecer en el poder.

Según el activista Gene Sharp, hay 198 métodos de protesta pacífica. En Venezuela se han concentrado en las marchas. ¿Cómo se le sube la presión a Maduro?

–Para que las protestas pacíficas sean más efectivas el liderazgo deba incrementar el control de las mismas. Luego de que la marchas son reprimidas por la Guardia Nacional o la Policía Nacional, hay muchachos que tratan de pasar los piquetes con escudos, chinas, molotov, y terminan enfrentándose a la GNB. Eso no es una protesta pacífica, y es importante decirlo.

Los escuderos son vistos como un mecanismo de defensa durante las manifestaciones, y en términos de percepción, como unos “héroes de la resistencia”.

–La oposición tiene que hacer un esfuerzo mayor para que la protesta sea pacífica. Muchos de estos muchachos están actuando por su cuenta, fuera del control del liderazgo. La resistencia tiene que seguir siendo pacífica. Si no lo es, pierden el carácter masivo y se presta a imágenes o análisis que muestren una equivalencia moral con el gobierno y su represión. La violencia nunca jugará a favor de la oposición.

¿Los incidentes ocurridos en Táchira o Los Nuevos Teques representarían un quiebre del liderazgo opositor que pregona las protestas pacíficas?

–No lo veo como un quiebre del liderazgo de la MUD. Los líderes han disfrutado de un alto nivel de popularidad, y de unidad entre ellos.

¿Hay posibilidad de que los líderes políticos pierdan el control de la protesta?

–El país está en una condición miserable. El orden social depende de la situación de la gente y cuando sienten que no tienen nada que perder y no tiene nada qué hacer, porque están sin trabajo, están dispuestos a tomar el orden social con sus manos. Es imposible que la MUD mantenga el control de eso, y siento que se les va de las manos, porque hay un gran descontento y fuertes deseos de cambios. Hay lugares que se vuelven anárquicos.

¿Qué ocurriría en la práctica?

–Existe el peligro que en las próximas semanas esta situación se generalice, y se produzcan nuevamente guarimbas como las del 2014, pero más grandes y no tan enfocadas en sectores clase media, sino en sectores más populares. Si el gobierno no da señales de negociar o cambia de rumbo, se va a ver eso. Una vez que esto comienza, es difícil que el Estado lo controle, mucho menos el liderazgo de la oposición.

Se percibe al gobierno en una posición de fortaleza, reacio a negociar su salida, ¿qué hacer?

–La oposición debe conectarse con las bases populares en los barrios a través de mecanismos como ciclos de charla, visitas. Extender su alcance en estas zonas. Y adicionalmente, presentar proyectos e ideas sobre el proceso de negociación con el chavismo. Creo que debería presentar un proyecto de transición a las Fuerzas Armadas, donde explique cómo se imaginan la transición, qué tiene pensado hacer.

¿Cómo explicarle a las Fuerzas Armadas esa propuesta, sin que haya delaciones o neutralizados por los mecanismos de vigilancia implementados por el G2 de Cuba?

–Hay gente en la oposición que tiene cómo mandar esos mensajes a las Fuerzas Armadas, y ya han expresado públicamente planteamientos a los militares. Obviamente, hay asesoramiento cubano en cómo garantizar la lealtad de los militares. Al acompañar durante 18 años al chavismo, han depurado sus mecanismos para usar la lealtad como criterio máximo.

El ministro de la Defensa –Vladimir Padrino López– ha sido claro en su apoyo a Maduro, aunque ni el Ejército, ni la Aviación ni la Armada han participado en la represión.

–En las declaraciones del general Vladimir Padrino López no percibimos ningún quiebre, pero también es cierto que si hubiese esa disposición, no la veríamos. Las fuerzas armadas son una caja negra.

A la hora de negociar hay un punto de tranca: amnistía para funcionarios que tienen procesos abiertos por violaciones de derechos humanos o narcotráfico. ¿Cómo manejar eso?

–Sin algún programa de justicia transicional, es muy difícil imaginar un regreso a la democracia en Venezuela. Hay muchas personas muy comprometidas, hay miedo dentro del oficialismo, del chavismo, de que va a haber cacería de brujas y represalias.

Es difícil ver a algunos salir de este conflicto sin enfrentar la justicia. Hay acusaciones por delitos que no prescriben.

–Hay que negociar los términos, porque hay violaciones de derechos humanos, crímenes de lesa humanidad, crímenes por narcotráfico. Por ejemplo, en el proceso de paz de Colombia se acordó la no extradición. Es un mecanismo difícil, pero hay que tener en cuenta que estás cambiando la justica por la paz.

Supongamos que no se produce ni el punto de quiebre ni la negociación y llegamos al 30 de julio. ¿Qué pasa el día de las elecciones de los constituyentes?

–Creo que habría acciones para complicar esas elecciones.

¿Por qué lo dice?

–La oposición tendrá que pensar en acciones de mayor impacto para complicar la realización de esa elección. Por ejemplo, puede convocar a un paro nacional que impida la logística y la movilización de quienes vayan a participar en ese proceso.

¿Y qué pasaría el día después de elegirse los constituyentes?

–La pregunta es cómo actuará el gobierno. Puede comenzar a anular ramas del Estado que le son incómodas. Puede suspender derechos. Puede haber un incremento significativo de la represión.

Elías García Navas 

Comentarios (2)

Kondorito Konstitución
12 de junio, 2017

No es lo mismo Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que Asamblea Nacional Constituyente Regional y Sectorial (ANCRS). En el 2005 el Concejo Nacional Electoral Bolivariano (CNE)convocó a unas elecciones parlamentarias con la participación solamente de “oficialistas” y “pro oficialistas” y no estalló ninguna bomba de tiempo, “hoy” 30 de julio de 2017 la historia se repite.

nelson briceñon
2 de julio, 2017

Si la incontituyente la aprueban el pais se va a convertir en una guerra civil

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