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¿Por qué protestan los médicos en Venezuela?; por Indira Rojas

Por Indira Rojas | 20 de mayo, 2017
Marchas de médicos el 17 may

Profesionales de la salud marcharon el 17 de mayo en el oeste de Caracas para exigir al Gobierno soluciones ante la crisis hospitalaria. Fotografía de Indira Rojas

En la Maternidad Santa Ana de Caracas las recién paridas pasaban los primeros dos días del posparto en sillas de ruedas a la espera de camillas. A veces dos mujeres se veían obligadas a compartir una cama cuando la hospitalización rebosaba de pacientes. El Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) reconoció la unidad de cuidados intensivos neonatales como “la más grande del Distrito Capital” en 2013. Pero los especialistas la llamaban “terapia neonatal celestial” porque diariamente fallecían hasta tres bebés.

Estas son las anécdotas que cuenta el doctor Javier Ortiz sobre sus últimos dos años en la institución, donde fundó la Unidad de Endoscopia Ginecológica. De 50 años y actitud enérgica, el ginecólogo formó 18 promociones de especialistas en esta maternidad. Pero se despidió de su equipo con una jubilación adelantada en abril de 2016, tras pasar 4 años denunciando las carencias del hospital y ganar una demanda por acoso laboral contra el IVSS:

“Las condiciones eran infrahumanas y no podíamos seguir así. Tenía dos opciones: o armaba un lío para llamar la atención, aunque me despidieran o me tuviera que ir, o me quedaba callado y esperaba mi jubilación. De alguna manera me convertí en el doctor que enfrentaba a la Dirección del hospital y que no aceptaba las condiciones de trabajo. Era la piedrita en el zapato”.

La falta de insumos, la muerte de neonatos y el exceso de pacientes persisten en la Maternidad Santa Ana, así como los “mecanismos de intimidación” contra los médicos residentes y adjuntos que critican la situación interna del centro de salud, advierte Ortiz. “Viví amedrentamiento, persecución y acoso laboral”.

El especialista pidió el derecho de palabra en una asamblea del gremio médico en el Decanato de la Facultad de Medicina de la Universidad Central de Venezuela, el jueves 11 de mayo. Desde el podio del auditorio, exclamó: “¡No tengan miedo! Podemos ganar en las instancias legales que todavía nos quedan”. Ese día fue la primera vez este año que los galenos de Caracas plantearon una agenda de actividades para manifestar contra las carencias del sistema de salud.

Seis días después, el miércoles 17 de mayo, los médicos vistieron sus batas blancas y uniformes para concentrarse frente al Hospital de Niños JM de los Ríos, en San Bernardino, a las 10:00 de la mañana. No había franelas ni pancartas asociadas a partidos políticos. No querían vincularse ni con el chavismo ni con la disidencia. Pero la calle estaba agitada: la oposición acumulaba 47 días de protestas y se hablaba del asesinato de dos jóvenes en Táchira y Miranda en las revueltas del día anterior. Sin temor a represalias, esperaban entregar al nuevo ministro de Salud, el farmacéutico Luis López, un informe sobre la crisis hospitalaria.

La protesta organizada por el gremio médico no está vinculada a la agenda política opositora ni oficialista. Fotografía de Indira Rojas

La protesta organizada por el gremio médico no está vinculada a la agenda política opositora ni oficialista. Fotografía de Indira Rojas

“¿Y qué constituyente? ¡Si en los hospitales se mueren los pacientes!”, gritaban los galenos. “Los niños mueren mientras el Presidente habla con las vacas”, mostraba una pancarta. “La salud no es un regalo de Chávez sino un derecho constitucional”, se leía en otra. Por donde se mirara había un cartel con las etiquetas #CrisisHumanitaria o #NoMásMuertes. En el pecho y los brazos se colgaron con alfileres cintas negras de luto por los 11.466 niños y las 756 mujeres que engrosaron las cifras de mortalidad infantil y materna de 2016, por los dos niños que fallecieron en la Unidad de Nefrología del Hospital JM de los Ríos las primeras dos semanas de mayo y por todos los pacientes que han muerto por falta de medicinas.

Cada hospital tenía sus razones para protestar. En el José María Vargas cuatro de ocho pabellones están inoperativos por filtraciones de aguas blancas y negras que favorecen la proliferación de hongos en los pisos. En el JM de los Ríos no hay quimioterapia para los infantes con cáncer. En el Universitario de Caracas las máquinas de hemodiálisis no funcionan. Representantes de la ONG Médicos de Venezuela por la Salud, autoridades de la Federación Farmacéutica Venezolana, enfermeras, camareras de hospitales e incluso pacientes acompañaron a los médicos en la manifestación.

Enfermeras y camareras también marcharon el miércoles 17 de mayo. Fotografía de Indira Rojas

Enfermeras y camareras denunciaron que los hospitales no tienen suficiente comida para garantizar a los pacientes una alimentación balanceada. Fotografía de Indira Rojas

La Policía Nacional Bolivariana (PNB) impidió que la marcha avanzara más allá de La Candelaria, a pesar de que los médicos intentaron mediar con los uniformados. Dos horas después llegó un hombre moreno, de cabello canoso y lentes, vestido con uniforme médico. Se presentó como Maiqui Flores y dijo que estaba comisionado por el despacho del ministro de Salud para recibir el documento que los galenos habían preparado. “El ministro está ahorita en Miraflores con el Presidente de la República en un acto”, acotó antes de retirarse con el informe.  

Con la protesta en la calle, el gremio médico también pretende sensibilizar a la comunidad. “La lucha es con los pacientes y por los pacientes”, insistió Daniel Sánchez, anestesiólogo del Hospital Dr. José María Vargas de Caracas, durante la asamblea celebrada el 11 de mayo. Jaime Lorenzo, miembro de la ONG Médicos Unidos, declaró que varios colegas en el interior del país, entre ellos un anestesiólogo y un obstetra, fueron removidos de sus cargos por protestar. Frente a la indefensión jurídica en la que se ven los médicos hostigados, el Foro Penal Venezolano los asesora para fundar el Foro Venezolano de la Salud como una entidad que los asista legalmente en estos casos, indicó la doctora Moraima Hernández, presidenta de la Sociedad Médica de la Maternidad Concepción Palacios. “El responsable de la crisis sanitaria es el Ministerio de Salud, que no termina de asumir que el objetivo fundamental por el que estamos aquí son los pacientes y no la revolución”.

El médico contra el sistema

A diferencia de las marchas y los plantones en los hospitales, las batallas del doctor Javier Ortiz en la Maternidad Santa Ana fueron más bien solitarias. Los residentes temían perder sus estudios de posgrado si se pronunciaban contra las políticas del hospital, adscrito al IVSS, y los jefes de servicios no querían perder la jubilación. “Todo el mundo callaba, nadie reclamaba y eso no lo toleré”.

Protestó a través de cartas y comunicados. “¡El papel lo mata todo!”, dice. Redactó una primera misiva el 26 de noviembre de 2014, en la que señaló que la dirección de la Maternidad actuaba fuera de la ley por “intimidación, descalificación y persecución” del personal, y una segunda el 29 de marzo de 2016 en la que detalló las carencias del hospital y nuevamente advirtió el “maltrato emocional” hacia residentes y adjuntos.

Carta sobre crisis hospitalaria en la Maternidad Santa Ana 1 by prodavinciredes on Scribd

Carta sobre crisis hospitalaria en la Maternidad Santa Ana 2 by prodavinciredes on Scribd

Carta sobre crisis hospitalaria en la Maternidad Santa Ana 3 by prodavinciredes on Scribd

La dirección del hospital acusó a Ortiz de insubordinación y desobediencia a la autoridad después de haber referido a ocho pacientes hacia otros centros de salud en una guardia, porque carecía de materiales y medicamentos para atenderlos. “Ese sábado teníamos déficit de camas en la hospitalización y en la terapia neonatal. Sólo disponíamos de soluciones para diez pacientes”. Frente a la amenaza de ser despedido e inhabilitado para trabajar en otros hospitales públicos y con un expediente administrativo en su contra en marcha, su abogado le recomendó tramitar la jubilación. Con 23 años dedicados a la Maternidad Santa Ana, Ortiz tomó el consejo. Tres semanas después recibió un comunicado de suspensión de la baja y fue entonces cuando demandó al IVSS. “Cuatro meses después salió la sentencia y el tribunal falló a mi favor. Por fin les gané una”.

Cuando la opción es renunciar

El doctor K tiene prohibido entrar al hospital donde trabajó por cinco años. A seis pasos de la puerta se resguardaba de un aguacero en la entrada del edificio de consultas. Aunque ya no es parte del personal médico de la institución, se presentó a las 9:00 de la mañana para apoyar una protesta que sus colegas organizaron contra la escasez de medicamentos. “Si pudiera entrar iría piso por piso para invitarlos a participar”, dijo alicaído.

Hace tres semanas, el doctor K denunció públicamente las carencias del hospital y criticó los hostigamientos al personal. La directiva lo acusó de instigación pública y de hacer falsas declaraciones sobre la situación del centro. Renunció para evitar acciones legales en su contra y la destitución del cargo. “Ellos (la directiva) alegaron que dije cosas que no eran ciertas y que aquí contamos con todas las condiciones adecuadas para trabajar”.

Los pacientes que entran por Emergencia esperan hasta 12 horas o más para recibir asistencia porque la sala está abarrotada. No hay antibióticos ni medicinas para controlar enfermedades como la diabetes y la hipertensión. Los médicos ni siquiera disponen de papel membretado para recetar los tratamientos.

“Los residentes hacen vida en el hospital las 24 horas del día, pero temen afectar sus carreras académicas si alzan la voz. Muchos piensan que si protestan les van a quitar turnos quirúrgicos que son necesarios para graduarse. Hay quienes deben comprar los insumos con su dinero para hacer las cirugías. Los adjuntos tienen miedo de ser destituidos y hay médicos con una larga carrera en el área pública y no quieren perder su jubilación”.

Desde que renunció ha estado en contacto con profesionales de otros hospitales que también han sufrido acoso laboral. Asegura que han sido amedrentados de muchas maneras:

“Incentivas al médico a que renuncie y esto hace que los otros sientan temor de manifestar. Si el médico no renuncia, lo destituyen. A mí no me pasó, pero también sé de doctores que han sido amenazados por los colectivos. Simplemente les dicen que ya su nombre está rodando entre ellos y están dentro del hospital”.

Insultos y empujones

“Ojalá que lleguen personas armadas para ver quién te va a defender”, le dijo un miliciano a un residente del Hospital Dr. José María Vargas durante una protesta que los médicos organizaron el martes 16 de mayo. El doctor V escuchó la discusión entre el miliciano y su colega. No pudo evitar meterse en el lío. “Debe ser que tú nos defiendes mucho, tremenda seguridad”, objetó en tono provocador. “El miliciano se puso más agresivo y me ofreció unos golpes. Me empujó, ahí llegó el personal de seguridad del hospital y no pasó a mayores”.

El alboroto comenzó cuando los militares le negaron la entrada a un grupo de periodistas y algunos médicos intentaron ayudarlos a ingresar. El altercado avivó las tensiones que se acumularon desde que los médicos se declararon en asamblea permanente el 9 de mayo, debido a la carestía de insumos básicos y al estado de los quirófanos que, sin aire acondicionado, son caldo de cultivo para bacterias.

Cuatro de los ocho quirófanos del Hospital Vargas están inoperativos. Fotografía de Indira Rojas

Cuatro de los ocho quirófanos del Hospital Vargas están inoperativos. Fotografía de Indira Rojas

A diferencia de otros colegas, el doctor V no se ha visto obligado a renunciar o emprender una demanda. Él prefiere emigrar. “No creo que me quede en el país. Esto es horrible. Los pacientes se nos mueren porque no hay antibióticos, no hay insumos, y ellos no pueden costearse los tratamientos porque son muy caros”.

En la asamblea del 15 de mayo en el Hospital Vargas, los médicos insistieron en que es necesario dejar constancia de la escasez de medicamentos en actas y referencias médicas, así como las fallas de los equipos que les dificultan lograr diagnósticos oportunos. Una enfermera joven y de actitud decidida subió al podio: “No es posible que tengamos que administrar antibióticos vencidos y soluciones que causan reacciones adversas. Los pacientes no comen bien. Hay miedo de hablar, sí, porque en enfermería nos amedrentan mucho más. Pero estamos cansados y esto tiene que cambiar”.

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