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Videos de Nicolás Maduro y Cilia Flores: el silencio como marketing político; por Elías García Navas

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El presidente Nicolás Maduro y su esposa, Cilia Flores, desde una cabina del teleférico de El Ávila luego de realizar el programa “Domingo con Maduro” en este parque nacional

Cilia Flores ha sido presidenta de la Asamblea Nacional y Procuradora General. Es miembro del Directorio Nacional del partido de gobierno y, por si fuera poco, es la primera dama de Venezuela.

Junto a su esposo, Nicolás Maduro, enfrentan una convulsión nacional que en las últimas semanas registra 38 muertos durante protestas contra la dictadura que ambos representan.

Una de las armas para combatir esta crisis y garantizar la supervivencia de la revolución bolivariana, ha sido una singular estrategia de marketing político extraída de los reality shows, donde Flores y Maduro son los protagonistas.

La estrategia

La estrategia en cuestión gira en torno a una apuesta simple, pero no por eso menos temeraria: repotenciar el liderazgo de Maduro como jefe indiscutible y salvador de la revolución.

¿Cómo lograr esto en medio de un país envuelto en llamas?

Primero, mostrando un temple a toda prueba (“el país está en calma”). Segundo, transmitiendo una seguridad avasallante, que invita a la mansa obediencia.

Para el primer punto, decidieron mostrar a Maduro en su agenda cotidiana, con actitud de business as usual, siempre trabajando y desentendido de los gritos opositores.

Para el segundo, optaron por una ecuación igual de simple: una figura se ve más poderosa si otras figuras fuertes y temibles le obedecen. ¿Y quién mejor que Cilia Flores, la primera combatiente, para lograr ese objetivo?

Los polémicos videos

Con ese razonamiento se produjo una serie de videos sobre la pareja presidencial que, en buena medida, describen la tragedia actual.

Si nos centramos específicamente en el material difundido entre el 11 y el 23 de abril, podemos resaltar cuatro piezas reveladoras del verdadero discurso oficial.

Video del 11 de abril

Esta pieza es posterior a un evento público realizado en San Félix, al sur de Venezuela, que culminó abruptamente cuando numerosos asistentes rompieron el protocolo y comenzaron a acercarse desordenadamente hasta donde Maduro oficiaba el acto.

El presidente debió salir de un modo aparatoso entre abucheos y una lluvia de objetos lanzados por los lugareños.

Luego de ese episodio, que se hizo viral, Maduro reaparece llegando de noche al palacio presidencial en Caracas, conduciendo él mismo un vehículo, con Cilia Flores como acompañante.

Maduro habla del aniversario número 15 del golpe a Hugo Chávez, de la unión cívico militar. Continuamente señala la hora y la fecha, como si se tratara de una fe de vida, luego de la debacle reputacional en San Félix.

El video dura 1´54´´ y aunque la cámara muestra en varias oportunidades a Cilia, ella no pronuncia palabra alguna. Solo asiente al escuchar cada comentario de su esposo.

Video del 21 de abril

Maduro maneja a lo largo de la plaza Venezuela, una zona céntrica de Caracas. Es de día y enumera las reuniones que tiene en agenda.

Habla de seguir gobernando con el pueblo, de vencer a los criminales enemigos de la paz y de la patria.

Conviene decir que el día anterior se había producido la jornada más violenta de las protestas hasta la fecha, dando como saldo fatal 13 víctimas confirmadas. Ni el primer mandatario, ni la primera dama, tocan el tema.

Durante el 1´20´´ que dura el video, Cilia Flores aprueba en silencio las palabras de su esposo.

Video del 21 de abril (en la noche)

Como una variante a los anteriores clips, Maduro aparece rodeado por quienes supuestamente integran su círculo más cercano.

En esta oportunidad su copiloto es Elías Jaua, ministro de Educación, y en el asiento de atrás, apretujados junto al camarógrafo, están el vicepresidente ejecutivo, Tarek El Aissami, y la primera dama.

Todos lucen incómodos en ese estrecho espacio.

Maduro relata reuniones que acaba de sostener con vecinos de la zona residencial de clase media por donde conduce, aunque nadie circula por las calles. El ambiente luce más bien sombrío, desolado.

Es el video del famoso grafitti “Maduro asesino de estudiantes”, que se ve en una pared mientras la cámara enfoca a un encandilado Jaua, quien viaja con su ventana medio abierta.

El video dura 1´06´´. Cilia Flores tampoco pronuncia palabra.

Video del 23 de abril

El video se realiza dentro de una cabina del teleférico del Waraira Repano, luego de realizar el programa “Domingo con Maduro” en este parque nacional.

El Waraira Repano es una de las pocas zonas escarpadas que se han reservado para el esparcimiento familiar cerca de Caracas, así como para la práctica del montañismo. Es también un destino frecuente para caminatas románticas de parejas juveniles, y otras no tanto.

En los 0´45´´ que dura el video, no hay el menor gesto cariñoso entre la pareja presidencial. No hay tiempo para eso.

Maduro se muestra satisfecho por su programa dominical número 85, e invita a los partidos de oposición a dialogar. En modo casual, les advierten que no se reúnan con paramilitares en Colombia, porque son asesinos.

Cilia, abrigada para el clima montañoso, apenas muestra una sonrisa enigmática.

Cuando difunden este video, la cifra de fallecidos durante las protestas asciende a 21.

Lo que dice la primera combatiente

Si el objetivo de estos videos era transmitir normalidad al país, resulta evidente su fracaso.

La actitud de Maduro no se corresponde con la conmoción nacional de esos días, recogida ampliamente por redes sociales, portales de noticias y medios internacionales. Más bien parece alinearse con una realidad paralela, mucho más laxa, reduciendo el efectivo formato del video a mensajes que no ofrecen ni por asomo contenido alguno que se relacione con la grave situación del país.

Sin embargo, es la actitud de la primera dama la que resulta más inquietante.

Sobre esto puede decirse: La actitud pasiva de Cilia Flores contrasta con el rol activo desempeñado por la mujer en Venezuela, especialmente en esta crisis sociopolítica. No es congruente con su epíteto de “combatiente”: es un enigma. Las mujeres en Venezuela constituyen el 49.9% de la población. Ninguna estrategia de marketing político dejaría ese segmento sin una figura natural que lo represente, o con quien pueda identificarse fácilmente.

Para apuntalar la virilidad y poderío de Maduro, la primera dama encarna el cliché de la esposa obediente, atenta y hasta sumisa. No habla, no opina; se limita a asentir y a sonreír mansamente. El error es doble: anula a la mujer y, en vez de poderoso, Maduro luce machista.

Carece de credibilidad. La carrera política y burocrática de Cilia en los 18 años de gobierno chavista ha sido notoria. Esa trayectoria contrasta con la imagen dócil que le quieren adjudicar.

Genera ruido. No refuerza el “poder” de Maduro. Al contrario, lo cuestiona. ¿Por qué una persona de tanto poder e influencia como Cilia Flores no desempeña ningún papel durante la crisis política que vive el gobierno que representa? Desperdicia incluso la oportunidad de hablarle a la militancia chavista, que en buena medida ha expresado su descontento a Maduro.

Silencio estruendoso

A pesar de las observaciones mencionadas, la participación de Cilia Flores en estos videos no puede tomarse solo como un error de estrategia. El silencio estruendoso de Cilia puede ser un mensaje muy claro de lo que viene.

Ha sido diseñado para expresar que es tiempo de lealtad ciega, a pesar de que las decisiones de Maduro parezcan -y sean- riesgosas.

La supervivencia de la revolución pasa por la obediencia absoluta al líder. Cualquier otra actitud es considerada traición.

De una manera cruda, su actitud de Mona Lisa nos advierte que la gravedad de la crisis es un costo asumido. Es el precio a pagar para mantenerse en el poder. Y con ello, las ofertas de diálogo o la reciente propuesta de Asamblea Nacional Constituyente lucen vacías de contenido.

Su sonrisa o su mohín ha de ser el piquete contra el cual chocará cada marcha en Venezuela.