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La ilegítima e inconstitucional Constituyente convocada por Maduro; por Juan Manuel Raffalli

Fotografía de Prensa Presidencial

Fotografía de Prensa Presidencial

Finalmente el presidente Maduro despejó las dudas y firmó el Decreto para convocar a una Asamblea Nacional Constituyente (ANC) que él califica de “ciudadana y popular”. La base de este decreto, según afirmó Maduro, es su competencia constitucional para convocar al Poder Originario y así conformar una ANC “plenipotenciaria”. ¿Cuál es la intención de este delicado paso en la coyuntura política actual y cuáles serían sus efectos?

¿Qué es una Constituyente?.

El llamado Poder Constituyente, es el poder supremo del pueblo como un todo. Es el llamado Poder Originario que da las normas constitucionales que lo rigen como sociedad, es un poder que brota de la propia existencia del conglomerado social. Para que ese Poder se exprese de manera orgánica, el pueblo elige una asamblea que precisamente se denomina Asamblea Nacional Constituyente. Este Poder Constituyente no requiere de un reconocimiento formal pues es la esencia misma de la Nación. De hecho no estaba previsto en la Constitución de 1961 y sin embargo la fuerza del voto popular que respaldó la oferta electoral de Chávez, hizo que la antigua Corte Suprema de Justicia abriera paso a un referéndum consultivo que permitiera al Pueblo decidir si se convocaba o no un proceso constituyente (Sentencia de la Sala Político Administrativa del 19 de enero de 1999). El pueblo resolvió afirmativamente y ese proceso trajo como resultado la perfectible pero vigente Constitución de diciembre de 1999.

¿Puede Maduro convocar una Constituyente?

La Constitución actual en su artículo 347 reconoce la posibilidad de que el pueblo convoque al Poder Constituyente para “transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva Constitución”, dando la iniciativa para impulsar el proceso al Presidente de la República, a la Asamblea Nacional, a los Consejos Municipales en Cabildos con el voto de las 2/3 partes, y a un número de electores superior al 15% del padrón electoral nacional. Esto implica que Maduro en principio sí podría iniciar el proceso, pero el verdadero convocante únicamente puede ser el Pueblo a quien habría que consultar mediante Referéndum si convoca o no a la constituyente. Ahora bien, las reglas del juego y el objeto de esa Constituyente son las que determinarán su constitucionalidad y, mucho más importante, su legitimidad.

En efecto, según el artículo 70 de la misma Constitución “La ley establecerá las condiciones para el efectivo funcionamiento de los medios de participación previstos en este artículo”, dentro de los cuales está la ANC; sin embargo esa Ley no existe. Debido a ello y siguiendo el precedente del proceso constituyente de 1998, el CNE produciría las reglas del juego para elegir a los Constituyentes, bajo la figura de una “Bases Comiciales”, o bien la Asamblea Nacional podría producir la Ley que regule este proceso, bajo la alta posibilidad de que la Sala Constitucional la anule por cualquier motivo. En definitiva, si el objeto y las reglas del juego no son legítimas y apegadas a la Constitución, la convocatoria sería ilegítima e inconstitucional y por lo tanto nula.

¿Cuál debería ser el objeto de una Constituyente?

Como mencionamos, conforme al referido artículo 347 de la Constitución, el proceso constituyente tutelado por una ANC, no puede tener otro objeto que “transformar el Estado y crear una nuevo ordenamiento jurídico y constitucional”, es decir, darnos una nueva Constitución. Es allí donde luce de bulto que la Revolución, a estas alturas, no plantearía sustituir integralmente su propio ADN, es decir, sustituir su gran logro, ese librito azul que tanto invocan pero no cumplen, por una Constitución totalmente distinta. Eso sería ni más ni menos una bofetada a la memoria de Chávez. Lo que permite concluir que el objeto de esa Constituyente no es darnos una nueva Constitución sino una revisión parcial de la misma con propósitos tácticos. Todo ello implica que desde el punto de vista de su objeto, la Constituyente convocada por Maduro transgrede claramente el artículo 347 de la propia Constitución. Para hacer esa revisión parcial el mecanismo sería la enmienda o la reforma constitucional pero en ningún caso una Constituyente.

¿Entonces cuál sería la verdadera intención
de Maduro al convocar la Constituyente?

Para responder esta pregunta debemos considerar la tensión política actual que ha conllevado a una represión brutal e incluso llevó al Presidente a intentar absurdamente salirse de la OEA. Estamos en un momento crítico que ha obligado a Maduro a tomar medidas extremas pero que no contribuyen a aplacar los ánimos sino todo lo contrario. Sin duda, la convocatoria a esta Constituyente no es más que otra estrategia para evadir las elecciones regionales e incluso las presidenciales. Recordemos que a Chávez, con todo el Poder en las manos, le tomó casi diez meses consumar este proceso. Una Constituyente como la que ha planteado Maduro que pudiera estar integrada por 500 constituyentistas, sería un elefante blanco que fácilmente podría demorar un par de años en concluir su misión.

Pero además, dado que Maduro en su cadena nacional recalcó que la ANC sería “plenipotenciaria” y que ningún poder público podría obstaculizar su misión, es evidente que lo que se pretende también es sustituir por esta vía a la Asamblea Nacional y a cualquier otro Poder (por ejemplo gobernadores) que le resulte inconveniente. Recordemos que en 1998 se instaló un “Congresillo” presidido por Luis Miquilena que sustituyó al Congreso con amplia presencia opositora, electo por el Pueblo.

¿Y dónde estaría la trampa?

En su discurso, Maduro enfatizó que la ANC sería ciudadana y popular. Acá es donde está el veneno. Maduro y sus acólitos no van a permitir que se instale una ANC “plenipotenciaria” que se le imponga y que esté integrada por una mayoría opositora. Si van a esa batalla es en la seguridad de que van a ganarla. La forma de asegurarse ese triunfo ya la dejó claro al decir que la ANC sería “sectorial y territorial”. Esto implica que por vía de la cooptación sus “Movimientos Sociales” y “Comunitarios” (Comunas y Consejos Comunales); los indígenas y los pensionados, entre muchos otros, designarían sus constituyentes. Lo que le aseguraría a Maduro una mayoría que no tiene. Esto implica que podría haber voto directo y secreto (un caramelo para la oposición) pero para elegir muchos constituyentes dentro de los sectores que el Gobierno maneja. Recordemos que ya en 1998 con el 40% del país en contra, Chávez con sus “llaves” tramposas manejó el 90% de los votos en la Constituyente.

La otra perla venenosa es precisamente el carácter “territorial” de la ANC. En las Bases Comiciales que establezcan las reglas del juego, no solo se podrá prever lo relativo a esa representación sectorial socialista, sino que seguramente se intentará diseñar un sistema de circuitos electorales que beneficie al gobierno, lo cual implica que en las zonas del país donde el PSUV es más fuerte, se elegirían mayor número de constituyentes recurriendo así nuevamente a la nefasta y antidemocrática táctica del Gerrymandering.

En definitiva, bajo estas estrategias la Revolución saldría muy favorecida, pero con una reglas justas, democráticas y transparentes saldría estrepitosamente derrotada. Por ello, con seguridad no se medirán sin los mecanismos que les aseguren una victoria que desconozca la verdadera voluntad de la gente.

¿Sería válida una Constituyente así?

Definitivamente no. Sería una constituyente inconstitucional, y peor aún ilegítima. De concretarse no sería reconocida por el país entero y sus resultas no serían aceptadas. Incluso el propio chavismo podría revelarse contra esta manipulación de su Constitución con fines electorales mezquinos. Pero más aún, si con una amplia mayoría del país en contra se insiste en imponer una Constituyente ilegítima e inconstitucional, se estaría alterando el orden constitucional y todos los ciudadanos, incluyendo la Fuerza Armada, conforme al artículo 333 de la Constitución estarían obligados a defender la Constitución ante esta iniciativa que sería fraudulenta por su objeto real y por su conformación. Incluso creemos que si esta situación se lleva al límite, sería imposible concretar pacíficamente cualquier referéndum consultivo o la elección de los constituyentes.

Debido a todo lo que hemos expuesto, el presidente Maduro debería reflexionar y abortar una convocatoria que hará más severa la crisis política y social actual.

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