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Julio Borges y la estrategia del aguante; por Indira Rojas

Fotografía de Andrés Kerese.

Fotografía de Andrés Kerese. // Haga click en la imagen para ver la fotogalería “El día que Julio Borges asumió la presidencia del Parlamento”; por Andrés Kerese

Julio Borges desayuna una arepa con queso blanco, preparada por su suegra, cuatro horas antes de asumir la presidencia de la Asamblea Nacional para el período 2017- 2018, el segundo año de gestión legislativa de la mayoría opositora. A las 8:00 de la mañana, ya casi listo para ir al Capitolio vestido con una camisa azul celeste, se sienta en la mesa de la cocina de su casa en Caracas. Come sin prisa. Su esposa, Daniella Matheus, se mueve a otro ritmo. Ralla queso velozmente para las arepas de Juan Pablo, Juan Diego y Andrés Ignacio, y luego se apresura a sacar de la nevera queso fundido para Ana Sofía. Está atenta a que los cuatrillizos, que nacieron hace nueve años tras un tratamiento de fertilización in vitro, tengan los estómagos llenos. Toda la familia irá al trabajo de papá este jueves 5 de enero.

“Este año va a ser muy difícil. No sólo por lo político, sino por lo económico también. Nuestro papel no es sólo liderar, sino resistir”, dice antes de darle el primer mordisco a su arepa. Juan Pablo, que la familia llama cariñosamente Juanpi; y Ana Sofía, Anita, aparecen en la cocina con caras de sueño y abrazan a Borges. Al cabo de unos minutos, la pequeña vuelve a la sala y se sienta en las escaleras para jugar con su tableta. Juan Pablo decide quedarse al lado de su padre y desde ese momento, hasta que ingresan al Hemiciclo a las once de la mañana, el niño no deja al diputado ni un segundo. No quiere desayunar, tampoco jugar. Lo observa todo el tiempo. Borges está por terminar el desayuno y toma un sorbo de su estimulante matutino: gaseosa negra.

‒Para mí es como el café porque yo no tomo café. Llega un momento en el que es tan exagerado que pueden pasar días en los que no tomo agua, porque lo que tomo es Coca-Cola… Es una cosa que tengo que moderar más.

Daniela entra en la cocina. Lo mira, y agrega:

‒Puedo hacer jugos en la mañana y no hay forma de que los tome.

Fotografía de Andrés Kerese.

Fotografía de Andrés Kerese. // Haga click en la imagen para ver la fotogalería “El día que Julio Borges asumió la presidencia del Parlamento”; por Andrés Kerese

El diputado se ríe con un gesto idéntico a su padre, el doctor Julio Borges, pionero en el ejercicio de la Neurología en Venezuela, de quien se dice también heredó la calma con la que ejecuta cada tarea. Se levanta de la mesa y anuncia que salen en diez minutos. Entra al baño, un cuarto pequeño y con poca luz, y se hace el nudo de la corbata con expresión firme frente al espejo. “Usaré una corbata prestada. Es de color vinotinto, a ver si este año tiene suerte la Vinotinto”.

Camina hacia su despacho, al fondo de la quinta, y rodeado de al menos tres imágenes de vírgenes, dos tallas de José Gregorio Hernández y una del Arcángel San Miguel, repasa nuevamente, a vuelo de pájaro y de pie, el discurso que pronunciará en el Parlamento.

En cada tramo de su biblioteca, repleta de libros de materia jurídica en inglés y español, abundan fotografías de los cuatrillizos. Las paredes están cubiertas por copias de obras de arte, recortes de periódico enmarcados y un mapamundi gigante. En una cartelera cuelgan los dibujos de sus hijos. El legislador tiene a la vista sus memorias: los de la época de estudiante, los familiares, las batallas políticas en 25 años de carrera, un maratón que comenzó en 1992, cuando fundó la asociación Primero Justicia.

Fotografía de Andrés Kerese.

Fotografía de Andrés Kerese. // Haga click en la imagen para ver la fotogalería “El día que Julio Borges asumió la presidencia del Parlamento”; por Andrés Kerese

Borges fue electo diputado por primera vez en 2000, el año en que Primero Justicia devino en un partido político que se autodefine como centro humanista. En 2005 estuvo en desacuerdo con el llamado abstencionista de otros dirigentes opositores para los comicios legislativos. Votó sin llamar la atención. Una década después se convirtió en el jefe de la fracción mayoritaria en la Asamblea Nacional, luego de que la tarjeta aurinegra resultara la más votada de la coalición disidente.  

Medios de comunicación han registrado al menos dos golpizas contra Borges: una el 30 de diciembre de 2013, cuando Michael Reyes, el entonces suplente de Elvis Amoroso, le pegó en el rostro luego de que la bancada opositora se negara a reconocer a Nicolás Maduro como Presidente. Otra el 9 de junio del año pasado, cuando exigía el cumplimiento de los lapsos para la activación del Referendo Revocatorio frente a la sede del Poder Electoral.

‒Daniella, ¿los niños no preguntan por los golpes?

‒La primera vez los niños estaban muy pequeños. No entendían muy bien y les dijimos que papá se había golpeado con un libro. Pero con la última, Juanpi (Juan Pablo) quedó traumatizado. Yo pensaba: “los busco al colegio y quito el Internet en casa”. No quería que vieran las fotos que circulaban por allí. Pero controlar eso es muy difícil, porque también les dicen cosas en la escuela.

A lo largo de seis años repartidos entre el ejercicio legislativo y la coordinación nacional de Primero Justicia, Borges se formó en el Programa de Altos Estudios de Teología de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), dedicando cada semestre a una materia. “Yo lo tomo como parte de mi crecimiento personal, y es una forma de tener mi espacio”.

Desde que cursó la maestría de Filosofía Política y Social en el Boston College, luego de culminar su pregrado en Derecho en la UCAB en Caracas, se interesó en la religión como objeto de estudio. Con Daniella, oriunda de Barquisimeto (estado Lara), se volvió devoto de la Divina Pastora y ve a sus cuatro hijos como un milagro concedido por la Virgen.

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Fotografía de Andrés Kerese. // Haga click en la imagen para ver la fotogalería “El día que Julio Borges asumió la presidencia del Parlamento”; por Andrés Kerese

Planea entregar la tesis de grado en enero de 2017, antes de que las obligaciones como líder del Parlamento dominen su agenda. Su trabajo de grado está dedicado a la misericordia y a la parábola del hijo pródigo, relatada en el Nuevo Testamento.

Esa es una parábola que me gusta mucho. Me pidieron que agregara un último capítulo en el que reflexionara sobre la ruptura en Venezuela, sobre el no reconocimiento del otro y la negación del otro, sobre la violencia y la intolerancia, a través del significado de la misericordia como el valor que puede crear una verdadera transformación de las personas”

Toma un sorbo de refresco y continúa:

“Todo el rollo que estamos viviendo no es un problema de cambio de leyes, tiene que suceder una transformación profunda en el corazón de la gente, sobre todo de la gente que tiene el poder. Y queremos que sea por las buenas, y no un producto de la violencia”

A su gusto por la filosofía se suma la lectura y el cine. En diciembre se lanzó un maratón de películas rusas, y aunque la familia suele ver las cintas en casa, en esta ocasión nadie quiso acompañarlo, cuenta entre risas. “Hace años las había comprado y no las había podido ver. Son películas de la etapa stalinista y a mí me parecen súper interesantes. Hay una que se llama Quemado por el sol, que es muy buena, es muy bonita. Se ganó un Óscar”.

La última vez que fue a una sala de cine se salió a mitad de la película. Daniella recuerda, con algo de desilusión, que su esposo recibió una llamada y tuvo que irse. “Me quedé sola con los cuatro niños y no soy muy fan de esa película”. Así fue como Borges se perdió la saga de culto Star Wars: el despertar de la fuerza.

Rodeado por sus “cuatripochos”, guarda su tableta y su laptop en un morral negro que se echa al hombro antes de salir de casa. Es hora de trabajar. Así inicia su primera jornada como presidente de la Asamblea Nacional. No cree que el nuevo cargo cambiará radicalmente la rutina en casa, para él legislar ha sido siempre un oficio. “Vamos a seguir proponiendo leyes y sancionándolas. Las leyes que quedaron congeladas son banderas ahí clavadas que le hacen ver a la gente que tenemos un programa, con el cual vamos a gobernar el país. Y si no es hoy, será mañana. Es importante que la gente sepa que no se trata solamente de salir de Maduro, sino que hay toda una visión de trabajo”.

A las 8:30 de la mañana, la familia Borges Matheus sale hacia el Capitolio. Al diputado lo esperan los colegas de bancada, sus padres y hermanas. En el automóvil, el parlamentario no suelta el celular. Aprovecha el recorrido hasta la avenida Universidad, en el centro de Caracas, para escribirles a sus compañeros de partido, anunciarles que está por llegar y definir los últimos detalles sobre el acceso al Hemiciclo. A un interlocutor le advierte que más temprano intentó llamar a Jesús Torrealba, secretario ejecutivo de la Mesa de Unidad Democrática (MUD), pero no le contestó. Al ingresar a la sede del Poder Legislativo, la primera en darle un abrazo es Gabriela Arellano (Voluntad Popular), y le siguen Carlos Paparoni (Primero Justicia) y José Guerra (independiente).

Fotografía de Andrés Kerese.

Fotografía de Andrés Kerese. // Haga click en la imagen para ver la fotogalería “El día que Julio Borges asumió la presidencia del Parlamento”; por Andrés Kerese

Antes de entrar al Hemiciclo, se reúne en el despacho presidencial con el resto de los legisladores de la MUD, quienes lo felicitan. Henry Ramos Allup, el líder saliente de la presidencia de la Asamblea Nacional y dirigente de Acción Democrática, divisa a la pequeña Ana entre la multitud y la saluda con familiaridad. “¡Cómo estás de grande!”, exclama mientras le acaricia la cabeza. Abraza a Borges y le da una palmada amistosa. Conversan brevemente, pero el murmullo de las charlas entre los políticos arropa las voces de ambos dirigentes.

A las once de la mañana inicia el debate. Allup se despide de su cargo aliviado. “Llegué sin euforia y me voy sin nostalgia. Me voy feliz porque le entrego la presidencia a Julio Borges”. En el calor de la sesión, mientras votan para nombrar la nueva Junta Directiva, Borges se voltea y le saca la lengua a Anita. Saluda a su esposa y les sonríe a sus padres.

Borges se abre camino hacia el podio del Palacio Legislativo entre un cardumen de parlamentarios en flux azules y grises, mientras los diputados del Gran Polo Patriótico gritan ofensas desde sus asientos: “¡Ladrón!”, “¡mamarracho!”, “¡desastre!”. La bancada oficialista, sin embargo, es reducida: a la instalación de la nueva directiva del Poder Legislativo no asistieron todos los representantes del chavismo, entre ellos Diosdado Cabello, primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV); la primera dama Cilia Flores y Elías Jaua, designado el 4 de enero ministro de Educación y vicepresidente para las Misiones Socialistas.

En la esquina derecha del palco de prensa, Daniella se acomoda en el asiento hasta quedar en el filo de la butaca. Adopta la pose, casi inconsciente, de quien mira con intenso interés una película. Su mirada altiva declara el orgullo que le produce verlo en lo alto del podio. A su lado, los cuatro hijos de la pareja observan el panorama con impaciencia contenida. Sus niveles de cansancio igualan sus ansias. Con las mejillas rosadas por el calor y los ojos achinados por el agotamiento, los niños esperan el gran momento: ver a papá “ahí arriba”.

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Diputados y empleados de la AN sudan la gota gorda pero no se aflojan el nudo de la corbata. El calor también se mide en decibeles: gritos e imprecaciones hierven en la sala. Unos invocan a Hugo Chávez, otros reclaman elecciones populares. Ana Sofía, Juan Diego y Andrés Ignacio optan por ignorar el bullicio y se sumergen en sus tabletas, pero Juan Pablo, cuya actitud siempre ha sido “como la de un adulto” ―dice su madre―, está atormentado y de vez en cuando se lleva las manitas a los oídos y tuerce los labios con molestia.

En medio del alboroto, Borges acepta su nuevo cargo en la directiva de la Asamblea e inicia su discurso. Pedro Carreño, del PSUV, exclama: “¡Dile a Obama que te ayude!”. Ese será el primero de sus incontables ataques durante la sesión. “¡Fuera!” y “Dolar Today tiene la culpa”, fueron algunos de los aullidos que siguieron. Y cuando el nuevo líder parlamentario dirigió sus palabras a la Fuerza Armada Nacional, Carreño intentó sabotear el mensaje y expresó: “¡Borges, no tienes vida!”.

La sexta ofensa, a mitad del discurso, colma la paciencia de Rosa Junyent, madre de Borges, quien vigila con el entrecejo fruncido el comportamiento del parlamentario de la bancada oficialista desde el palco de prensa. “¡Cállate Carreño!”, clama la bionalista catalana, investigadora de los virus del papiloma humano.

“No le paren, sólo le duele lo que le estamos diciendo”, exclama el presidente. Su primera orden no sólo es obedecida, también es aplaudida por una fracción eufórica que le da la bienvenida  a un nuevo tipo de liderazgo en la AN. A diferencia de su predecesor, Borges prefiere esquivar las interrupciones con la ley del hielo. El que una vez fue bautizado por los humoristas de Radio Rochela como “el cejota venezolano” en el programa Justicia para todos, cambió hace 17 años el mallete del juez por la política del aguante.

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