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Charros contra nazis: el ejército olvidado de México

charros

Fotografía de Fernando Llanos

LogoDW80x120Aunque el Tercer Reich nunca se extendió hasta Latinoamérica, parece que por lo menos México estaba bien preparado para una posible invasión alemana. A partir de 1942, un ejército de 150,000 jinetes –o charros, en la versión mexicana– se entrenaba cada semana para poder contrarrestar a los nazis en caso de que pisaran tierra mexicana. Así lo cuenta la película „Matría” del director Fernando Llanos, premiado como mejor documental en el Festival de Cine de Morelia, que recien llegó a salas mexicanas.

El ejército de los charros, mejor conocido como la „Legión de Guerrilleros Mexicanos”, fue sólo uno de los tantos proyectos –aunque tal vez el más extraño y ambicioso– en la larga vida de Antolín Jiménez (1890-1975), el protagonista del documental y abuelo de Fernando Llanos. El filme es producto de una larga investigación de quién fue el misterioso Antolín Jiménez.

La idea para la película nace de la curiosidad de su director. En un acto de rebelión contra su familia, donde hablar de su abuelo siempre fue un tabú, saca a la luz la fascinante historia de la vida de Jímenez. Destruye la imagen heróica de la cabeza de familia y nos presenta un retrato con unas carácterísticas lúcidas y otras muy oscuras (vea entrevista). „Si tuviera que resumir la vida de mi abuelo, usaría su eslógan ‘Todo por la patria'”, dice Llanos. „No porque era el más patriótico del mundo, sino porque tenía un gran cariño por esta tierra.”

Como hombre hecho a sí mismo, de joven luchó como teniente coronel bajo Pancho Villa en la Revolución Mexicana. Después de la revolución, trabajó como recaudador de impuestos, fundó una editorial, entró al mundo de la masonería y se involucró en la fundación del Partido Revolucionario Institucional (PRI). También llegó a ser representante en la Cámara de Diputados tres veces y presidente de la „Asociación Nacional de Charros”.

Así fue que cuando México declaró la guerra a los países del Eje en mayo de 1942 tras el ataque alemán a dos petroleros mexicanos, Jiménez aprovechó su cargo como presidente de la asociación para organizar su ejército de charros. Contaba con el respaldo del entonces Presidente mexicano Manuel Ávila Camacho y el apoyo de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), que les dio asesoría militar a los jinetes. Según recortes de prensa, participaron unos 150,000 charros de todo el país en la iniciativa. Sin embargo, estas cifras no han sido poder corroboradas con fuentes oficiales. “La Sedena no me quiso dar ningún tipo de información, porque no les conviene hablar de iniciativas donde hay guerrilleros en este país”, dice Fernando Llanos. La „Legión de Guerrilleros Mexicanos” desparece de la prensa en agosto 1943, un mes después de la partida del Escuadrón 201, una unidad mexicana de combate aéreo que participó en la Segunda Guerra Mundial en las Islas Filipinas.

Tras descubrir su papel de defensor de México –ya sea por razones patrióticas o motivos políticos– Llanos se dedica a diseccionar las relaciones privadas y familiares de su abuelo. Lo dibuja como un hombre distante, que vivía en su mundo aparte y tenía un secreto personal del cual nadie de la familia quería hablar. Un hombre que se supo posicionar y reinventar, pero que como político tenía pocos logros. Era tan bueno en promocionarse que hasta el final de sus investigaciones, Fernando Llanos se da cuenta de que Jiménez era un charro de banquete que nunca había hecho una suerte charra. Es una de las tantas vueltas irónicas del documental, y al abuelo la vida se lo perdonó.

Artículo de Martin Reischke (EL)